Estaba embarazada de una panza increíble y mi bebé estaba en posición perfecta para salir. Podía sentir su manito adentro mío. Era todo tan lógico. Pujaba y pujaba y todo iba saliendo perfecto. Un parto hermoso. Tan hermoso.
Hoy me vino la menstruación, o al menos empezó a caer una sangre atrevida. Un ciclo corto, esta vez. De 23 días. Pero yo sé de qué se trató esto.
Te parí mi belleza. Ya saliste de mi, sos libre. No tenés que quedarte sollozando por mamá. Ya está, bebé. Ya está.
Y como dice la canción:
Un día nos encontraremos
en otro carnaval
tendremos suerte si aprendemos
que no hay ningún rincón
que no hay ningún atracadero
que pueda disolver
en su escondite lo que fuimos
el tiempo está después...
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16 de noviembre de 2015
10 de noviembre de 2015
Aires nutricios
Me fui a la Sierra. Al llegar el señor de la cabaña que alquilábamos nos recibió y nos dio una piedra blanca a cada uno. "Bienvenidos, están parados en una montaña de cuarzo, la energía aquí es muy poderosa. Descansen y no se agoten".
El lugar a donde fuimos se llama Nono que, una vez allí, supe que es una deformación de la palabra quichua "ñuñu" que significa lisa y llanamente "tetas". Los comechingones, antiguos pobladores de ese lugar, creían que allí estaba enterrada la Pachamama porque había dos cerros juntitos y redondeados que parecían senos de mujer. A los comechingones los mataron a todos en la conquista, no quedó ni uno. Pero quedan sus leyendas.
Lo primero que pensé fue: qué sugestivo este nombre, sin saber nada vinimos a parar al santuario de la Pachamama.
A la Pachamama no se la puede matar porque todos venimos de ella y volvemos a ella. Ella nos da todo para vivir, agua, comida, aire, sol.
Ya al bajar del auto sentí que el aire me inundaba. Sólo quería respirar. ¡Qué hermoso era ese aire! ¡Ese aire me abrazaba!
La cabaña daba al inmenso Cerro Champaqui. Y también a un arroyo que desembocaba en una cascada. Por los alrededores circulaban pájaros, iguanas, liebres, zorros.
No hicimos nada mas que descansar. Ni siquiera caminamos mucho. Caminar era un esfuerzo. El aire era demasiado.
Allí volvimos a hacer el amor. Volvimos a conectarnos, a estar juntos.
También nos peleamos. Tenía que suceder. Nada puede ser perfecto.
Tuvimos muy poco sol, las nubes nos ayudaron a descansar más.
Volví a Buenos Aires hace unos días y aún no me hallo. No sé cómo hacía para trabajar tanto antes de irme. Me siento agotada, con baja presión y triste.
Hoy me desperté con este pensamiento: esta ciudad tiene aires malignos.
El lugar a donde fuimos se llama Nono que, una vez allí, supe que es una deformación de la palabra quichua "ñuñu" que significa lisa y llanamente "tetas". Los comechingones, antiguos pobladores de ese lugar, creían que allí estaba enterrada la Pachamama porque había dos cerros juntitos y redondeados que parecían senos de mujer. A los comechingones los mataron a todos en la conquista, no quedó ni uno. Pero quedan sus leyendas.
Lo primero que pensé fue: qué sugestivo este nombre, sin saber nada vinimos a parar al santuario de la Pachamama.
A la Pachamama no se la puede matar porque todos venimos de ella y volvemos a ella. Ella nos da todo para vivir, agua, comida, aire, sol.
Ya al bajar del auto sentí que el aire me inundaba. Sólo quería respirar. ¡Qué hermoso era ese aire! ¡Ese aire me abrazaba!
La cabaña daba al inmenso Cerro Champaqui. Y también a un arroyo que desembocaba en una cascada. Por los alrededores circulaban pájaros, iguanas, liebres, zorros.
No hicimos nada mas que descansar. Ni siquiera caminamos mucho. Caminar era un esfuerzo. El aire era demasiado.
Allí volvimos a hacer el amor. Volvimos a conectarnos, a estar juntos.
También nos peleamos. Tenía que suceder. Nada puede ser perfecto.
Tuvimos muy poco sol, las nubes nos ayudaron a descansar más.
Volví a Buenos Aires hace unos días y aún no me hallo. No sé cómo hacía para trabajar tanto antes de irme. Me siento agotada, con baja presión y triste.
Hoy me desperté con este pensamiento: esta ciudad tiene aires malignos.
Arroyo que pasaba debajo de nuestra cabaña |