Sin este camino recorrido jamás me hubiera hecho estas preguntas. Me alegra haber tenido el coraje de buscar, de sentir, de preguntarme, de volver a desear, de desear otras cosas, de no culparme, de amar, de casi lograrlo, de abandonarlo todo, de ir por otro rumbo.
Siempre, siempre, siempre, el camino es el amor.
Y si no hay amor, que no haya nada.
Por eso, hoy recibo el 2018 con una menstruación.
Mi luna roja.
Cada uno sabe por dónde tiene que ir. Donde está su corazón.
Ser fértil es eso. Saber qué semillas queremos sembrar.
The End.
P.D: Como los caminos siguen seguiré escribiendo aquí: www.nubedeagua.blogspot.com
Buscando a Gaviota...
1 de enero de 2018
7 de julio de 2017
La familia... ¿eso que sería?
Me gusta mucho Miss Bolivia. Me gusta mucho escucharla cuando habla. Algunas de sus canciones son geniales, otras no me gustan tanto pero es indudable que tiene estrella.
El otro día le hicieron un reportaje por la radio. Y salió esta conversación que siento que es muy útil colgarla en este espacio. Porque todos los que están buscando un hijo por métodos no tradicionales siempre sienten que algo está fallado, roto. Es cierto que la infertilidad es una enfermedad. Pero no somos máquinas biológicas. Somos seres humanos y por ende somos seres sociales. Entonces la familia se constituye de múltiples formas.
Radio- ¿Y tenés familia?
Miss Bolivia- ¿Y eso qué sería?
Radio- Y...marido e hijos...
Miss Bolivia- Ja, ¿posta me preguntás? Bueno...yo tengo mamá, una gata, amigos y amantes: que para mí son mi familia. Pero la perfo ésa de la que me hablás, junto con la escuela, la fábrica, la iglesia y el ejército, son las células más efectivas y funcionales al capitalismo
Radio- Bueno...hablemos de música.
Miss Bolivia- Dale, mejor hablemos de música...
El otro día le hicieron un reportaje por la radio. Y salió esta conversación que siento que es muy útil colgarla en este espacio. Porque todos los que están buscando un hijo por métodos no tradicionales siempre sienten que algo está fallado, roto. Es cierto que la infertilidad es una enfermedad. Pero no somos máquinas biológicas. Somos seres humanos y por ende somos seres sociales. Entonces la familia se constituye de múltiples formas.
Radio- ¿Y tenés familia?
Miss Bolivia- ¿Y eso qué sería?
Radio- Y...marido e hijos...
Miss Bolivia- Ja, ¿posta me preguntás? Bueno...yo tengo mamá, una gata, amigos y amantes: que para mí son mi familia. Pero la perfo ésa de la que me hablás, junto con la escuela, la fábrica, la iglesia y el ejército, son las células más efectivas y funcionales al capitalismo
Radio- Bueno...hablemos de música.
Miss Bolivia- Dale, mejor hablemos de música...
28 de marzo de 2017
Sueño de una noche de fin de verano
Estoy en un lugar con una mujer que hace santería. Me abraza y me envuelve en una letanía de palabras. Entiendo que hay algo que debo limpiar. Se ofrece a hacerme una "limpia". Yo acepto. Entonces entre conjuros y danzas invoca poderes. Entiendo (en el sueño) por qué no me pude quedar embarazada. Cuando termina siento algo en la boca. Saco de mi boca un soldadito de juguete de esos de plástico. De pronto me empiezan a surgir de la boca toda clase de juguetitos pequeños de un niño. Los voy escupiendo. Con razón, pienso, ¿todo esto estaba adentro mío?
Me despierto temblando y pensando de quién será ese soldadito de plástico.
Me despierto temblando y pensando de quién será ese soldadito de plástico.
11 de enero de 2017
Ohana
Me llama un amigo que no veo hace muchos años. Por supuesto no sabe absolutamente nada de nuestro periplo por la reproducción asistida. En realidad hablamos de trabajo (quiere averiguar dónde estudiar shiatsu) y nos ponemos al día con pequeñas cosas. Él en estos años ha tenido dos hijos con su mujer. El último es casi reciente, una beba de tres meses. Lo felicito por la familia y entonces él me dice:
-Yo también, te felicito.
-...
-Una pareja de muchos años también es una familia.
Por la noche, mientras cenamos sale el tema y lo comento con mi pareja.
-Bueno, nosotros tenemos un gato.
-Pero él no lo decía por el gato, amor.
-Bueno, somos una familia. Una familia chiquita, un poco rota.
-¿Rota? ¿Por qué?
-Bueno, tenemos ocho embriones en el cielo revoloteando por ahí. Una gata que nos atropellaron. Otro gato que se nos perdió. Y éste que aún vive con nosotros.
-Somos una Ohana.
-Exacto.
*Ohana es un término hawaiano que significa familia incluyendo parientes de sangre, adoptados o intencionales. Encontramos esta frase en la película Lilo y Stitch: "Ohana significa familia y tu familia nunca te abandona ni te olvida".
P.D: Si no vieron Lilo y Stitch y están buscando tener niños no sé qué están esperando...
-Yo también, te felicito.
-...
-Una pareja de muchos años también es una familia.
Por la noche, mientras cenamos sale el tema y lo comento con mi pareja.
-Bueno, nosotros tenemos un gato.
-Pero él no lo decía por el gato, amor.
-Bueno, somos una familia. Una familia chiquita, un poco rota.
-¿Rota? ¿Por qué?
-Bueno, tenemos ocho embriones en el cielo revoloteando por ahí. Una gata que nos atropellaron. Otro gato que se nos perdió. Y éste que aún vive con nosotros.
-Somos una Ohana.
-Exacto.
*Ohana es un término hawaiano que significa familia incluyendo parientes de sangre, adoptados o intencionales. Encontramos esta frase en la película Lilo y Stitch: "Ohana significa familia y tu familia nunca te abandona ni te olvida".
P.D: Si no vieron Lilo y Stitch y están buscando tener niños no sé qué están esperando...
28 de noviembre de 2016
Pérdidas
A mediados de este año comencé con pérdidas entre medio de las menstruaciones.
Ciclos largos, ciclos cortos, sangrados a destiempo... No quise darle importancia pero con el correr del tiempo las cosas no mejoraban. Y entonces comprendí que tendría que volver a hacerme los chequeos correspondientes que se hace cualquier mujer.
¿Hacía cuánto que no me hacía un pap? ¿Una colpo? Había pasado monitoreándome tres años seguidos de mi vida para luego, harta de todo, no volver a hacerme un chequeo de rutina en casi dos años.
Recuerdo que mis últimos análisis de sangre habían sido durante aquellas dos fatídicas semanas de abril de 2015 luego del embarazo bioquímico. Cada dos días me había ido a sacar religiosamente sangre hasta que la beta dio un número tan bajo que era obvio que todo había pasado.
Ahora tenía que volver a un ginecólogo. Pero ¿a quién? Luego de todo lo que había vivido... ¿a quién le encomendaría mi cuerpo? ¿En quién iba a confiar, abrir las piernas, aceptar el espéculo?
Tuve que aceptar la huella que todo esto había dejado en mi. Una huella dolorosa.
Lo hablé con mi pareja. Los dos sopesamos qué sería mejor. Y ambos estuvimos de acuerdo en que tenía que volver con nuestro médico de fertilidad. Era él quien me había operado la endometriosis, era él quien me había quitado el mioma de 5 cm, quien había estado en casi todas mis ecografías, quien conocía mis ovarios y mi útero como nadie.
No tendría que explicarle nada.
Entonces le escribí y le pregunté si podía verlo aún cuando mi consulta no tenía nada que ver con fertilidad ni con un tratamiento.
Su respuesta fue inmediata y contenedora.
Venite la semana que viene, decía su mail.
Pedí un turno.
-¿Es paciente del doctor?
Respiré hondo y respondí:
-Si.
Me dieron un turno para la semana siguiente. Insólito para alguien que no está en tratamiento de fertilidad. Pero yo era su paciente.
Me recibió con un caluroso abrazo.
-¿Cómo no me voy a acordar de vos? Me acuerdo de todo. Tu quiste endometrósico, el mioma, dos bloques enormes sacamos, y tu embarazo que se perdió, todos los intentos, la baja reserva ovárica... yo, si en diez años te encuentro por la calle, voy a saber quién sos, sin ninguna duda. Es mucha historia la que se vive acá, mucha historia...
Tuve que apretar los labios con fuerza para no llorar delante de él. No quería llorar. Pero me emocionó que se acordara. Nunca había hablado del embarazo que se perdió con él. De pronto me di cuenta de cómo todos a mi alrededor lo pasaban por alto, como también nosotros, en el afán de seguir con nuestras vidas, lo pasábamos por alto. Pero allí, en ese consultorio, había alguien que recordaba que mi embrioncito había sido real. Que todos los embrioncitos habían sido reales pero más aquel que se había agarrado fuerte por un tiempo y se había dejado ver, palpitar, sentir... hasta que ya no había tenido más fuerza...
Pasamos a la salita donde está el ecógrafo. En un santiamén me hizo un pap, el pap más corto de mi historia. Manos perfectas, de cirujano. La ecografía también dio bien.
-Yo veo todo normal. Un poquito de endometriosis aquí... y acá un miomita... pero muy pequeño, nada preocupante.
Ya en el consultorio hablamos de mis pérdidas. Pero estaba claro que en lo orgánico todo parecía estar bien.
-Vamos a hacer unos análisis de sangre para ver cómo están tus hormonas. ¿Hace cuánto que no te hacés un chequeo de rutina?
-Ufff...
-Ok, ya que te vas a pinchar vamos a medir otras cosas también, ¿te parece?
Vi que anotaba: colesterol, tiroides... la lista seguía, y, por supuesto, mi amiga la fsh, el estradiol... en total eran 13 estudios.
-A veces el ciclo se descontrola un poco pero no hay nada que llame mi atención. Quedate tranquila y decile a tu marido que está todo bien. Es más, dame su mail que se lo digo yo.
Salí de ahí como si hubiera hecho un año de terapia.
Qué necesarios son los finales para que las pérdidas sanen.
Ciclos largos, ciclos cortos, sangrados a destiempo... No quise darle importancia pero con el correr del tiempo las cosas no mejoraban. Y entonces comprendí que tendría que volver a hacerme los chequeos correspondientes que se hace cualquier mujer.
¿Hacía cuánto que no me hacía un pap? ¿Una colpo? Había pasado monitoreándome tres años seguidos de mi vida para luego, harta de todo, no volver a hacerme un chequeo de rutina en casi dos años.
Recuerdo que mis últimos análisis de sangre habían sido durante aquellas dos fatídicas semanas de abril de 2015 luego del embarazo bioquímico. Cada dos días me había ido a sacar religiosamente sangre hasta que la beta dio un número tan bajo que era obvio que todo había pasado.
Ahora tenía que volver a un ginecólogo. Pero ¿a quién? Luego de todo lo que había vivido... ¿a quién le encomendaría mi cuerpo? ¿En quién iba a confiar, abrir las piernas, aceptar el espéculo?
Tuve que aceptar la huella que todo esto había dejado en mi. Una huella dolorosa.
Lo hablé con mi pareja. Los dos sopesamos qué sería mejor. Y ambos estuvimos de acuerdo en que tenía que volver con nuestro médico de fertilidad. Era él quien me había operado la endometriosis, era él quien me había quitado el mioma de 5 cm, quien había estado en casi todas mis ecografías, quien conocía mis ovarios y mi útero como nadie.
No tendría que explicarle nada.
Entonces le escribí y le pregunté si podía verlo aún cuando mi consulta no tenía nada que ver con fertilidad ni con un tratamiento.
Su respuesta fue inmediata y contenedora.
Venite la semana que viene, decía su mail.
Pedí un turno.
-¿Es paciente del doctor?
Respiré hondo y respondí:
-Si.
Me dieron un turno para la semana siguiente. Insólito para alguien que no está en tratamiento de fertilidad. Pero yo era su paciente.
Me recibió con un caluroso abrazo.
-¿Cómo no me voy a acordar de vos? Me acuerdo de todo. Tu quiste endometrósico, el mioma, dos bloques enormes sacamos, y tu embarazo que se perdió, todos los intentos, la baja reserva ovárica... yo, si en diez años te encuentro por la calle, voy a saber quién sos, sin ninguna duda. Es mucha historia la que se vive acá, mucha historia...
Tuve que apretar los labios con fuerza para no llorar delante de él. No quería llorar. Pero me emocionó que se acordara. Nunca había hablado del embarazo que se perdió con él. De pronto me di cuenta de cómo todos a mi alrededor lo pasaban por alto, como también nosotros, en el afán de seguir con nuestras vidas, lo pasábamos por alto. Pero allí, en ese consultorio, había alguien que recordaba que mi embrioncito había sido real. Que todos los embrioncitos habían sido reales pero más aquel que se había agarrado fuerte por un tiempo y se había dejado ver, palpitar, sentir... hasta que ya no había tenido más fuerza...
Pasamos a la salita donde está el ecógrafo. En un santiamén me hizo un pap, el pap más corto de mi historia. Manos perfectas, de cirujano. La ecografía también dio bien.
-Yo veo todo normal. Un poquito de endometriosis aquí... y acá un miomita... pero muy pequeño, nada preocupante.
Ya en el consultorio hablamos de mis pérdidas. Pero estaba claro que en lo orgánico todo parecía estar bien.
-Vamos a hacer unos análisis de sangre para ver cómo están tus hormonas. ¿Hace cuánto que no te hacés un chequeo de rutina?
-Ufff...
-Ok, ya que te vas a pinchar vamos a medir otras cosas también, ¿te parece?
Vi que anotaba: colesterol, tiroides... la lista seguía, y, por supuesto, mi amiga la fsh, el estradiol... en total eran 13 estudios.
-A veces el ciclo se descontrola un poco pero no hay nada que llame mi atención. Quedate tranquila y decile a tu marido que está todo bien. Es más, dame su mail que se lo digo yo.
Salí de ahí como si hubiera hecho un año de terapia.
Qué necesarios son los finales para que las pérdidas sanen.
27 de septiembre de 2016
Las mamás
Me acordé de mi mamá. Me acordé de que estuve mucho tiempo enojada con ella porque sentía que no hacía lo correcto, no me gustaba su accionar frente a ciertas cosas, no comprendía de dónde le nacía hacer lo que hacía y por qué. Tuve que pasar por la reproducción asistida para comprender un poco más a mi mamá. Y comprender que uno hace lo que puede. Y que ese poquito que puede ya es mucho.
Ser una mamá... qué lejano que está eso. Y sin embargo, miro de reojo a algunas mamás con sus polluelos colgados del pecho, de la mano, en el regazo. Algunas erguidas, otra medio como pueden, en el colectivo o en el tren van cargadas de bolsos, viandas, niños. Las veo preguntar cómo te fue, cómo estás, secar mocos, reírse y festejar alguna anécdota. Algunas con críos recientes, otras con pre adolescentes que aún no viajan solos. Y a mi me toca cederles el asiento y en verdad se siente bien. Porque está bien. Hay mujeres que procrearon del modo que pudieron o quisieron. Y está bien. Y hay mujeres, como yo, que no procrearemos en esta vida. Y aún así, le damos lugar a lo materno, porque es necesario, está bien, de las mamás venimos y qué sería del renacer del mundo sin las mamás.
Ser una mamá... qué lejano que está eso. Y sin embargo, miro de reojo a algunas mamás con sus polluelos colgados del pecho, de la mano, en el regazo. Algunas erguidas, otra medio como pueden, en el colectivo o en el tren van cargadas de bolsos, viandas, niños. Las veo preguntar cómo te fue, cómo estás, secar mocos, reírse y festejar alguna anécdota. Algunas con críos recientes, otras con pre adolescentes que aún no viajan solos. Y a mi me toca cederles el asiento y en verdad se siente bien. Porque está bien. Hay mujeres que procrearon del modo que pudieron o quisieron. Y está bien. Y hay mujeres, como yo, que no procrearemos en esta vida. Y aún así, le damos lugar a lo materno, porque es necesario, está bien, de las mamás venimos y qué sería del renacer del mundo sin las mamás.
15 de septiembre de 2016
Un flujo para nadie
Hoy mientras trabajaba sentí un suave goteo humedeciendo mi ropa interior. Era tan suave la sensación y extraña al mismo tiempo. Fui al baño y me encontré con el famoso flujo, la tan mencionada "clara de huevo". El flujo de la ovulación. Y me sonreí. Mis ciclos ahora son largos. Ya no tengo esas contracciones que tenía cuando me diagnosticaron posible endometriosis ni esas sensaciones de desgarro en los ovarios cuando me dijeron que tenía quistes. Ahora todo es más pausado. Las menstruaciones más largas, la sangre ha vuelto a ser roja, rojísima y abundante.
Y ahora esto.
No, no hay espermatozoides suyos que me puedan embarazar.
Es un flujo para nadie.
Y sin embargo, ahí está la naturaleza misma, riéndose de mi. Ahí esta la naturaleza misma con sus ciclos diciéndome que todo puede renovarse. Y que de la tierra quemada pueden volver a nacer las flores. Con más fuerza que antes.
El deleite está volviendo, junto con los colores, las fuerzas, el hacer, la fortaleza.
Seguimos abrazando el futuro juntos. Sin hijos. Pero tan fértil.
Me sale decir gracias. Y nada más.
Y ahora esto.
No, no hay espermatozoides suyos que me puedan embarazar.
Es un flujo para nadie.
Y sin embargo, ahí está la naturaleza misma, riéndose de mi. Ahí esta la naturaleza misma con sus ciclos diciéndome que todo puede renovarse. Y que de la tierra quemada pueden volver a nacer las flores. Con más fuerza que antes.
El deleite está volviendo, junto con los colores, las fuerzas, el hacer, la fortaleza.
Seguimos abrazando el futuro juntos. Sin hijos. Pero tan fértil.
Me sale decir gracias. Y nada más.
31 de julio de 2016
Mi caballo
Estoy en una pradera verde, corriendo. Todo es hermoso. Siento una libertad infinita. Un amor profundo por todo lo que me rodea. De pronto se me aparece un caballo blanco, poderoso, enorme, soberbio.Yo me tiro al suelo, de espaldas, como si me recostara y siento que el caballo comienza a trotar alrededor mío. No tengo miedo, estoy boca arriba, con el sol dándome en la cara y escucho los cascos del caballo que me pasan cerca. De pronto siento que su enorme cuerpo se tira al suelo a mi lado. Parece un cachorro restregando su espalda contra el verde del pasto. Sus crines me tocan la cara. Está feliz de verme. Al despertarme el primer pensamiento que me surca es: mi caballo volvió.
14 de junio de 2016
Se cierra el círculo
"La aventura usual del héroe empieza con alguien a quien le han
quitado algo, o que siente que falta algo a la experiencia normal
disponible y permitida a los miembros de
su sociedad. Esta persona entonces emprende una serie de aventuras más
allá de lo ordinario, ya sea para recuperar algo de lo perdido o para
descubrir algún elixir que da vida. Usualmente es un ciclo, una ida y
una vuelta. (...) Evolucionar de esta posición de inmadurez psicológica
hasta el valor de la responsabilidad y la seguridad en sí mismo exige
una muerte y una resurrección. Es el tema básico y universal del periplo
del héroe: salir de una condición y encontrar la fuente de la vida para
regresar maduro y enriquecido."
Joseph Campbell, El poder del mito, Emecé, Buenos Aires, pág 180.
Desde mayo estoy asistiendo a una capacitación en eutonía. Además de enamorarme de esta increíble disciplina esta capacitación me hizo conocer un círculo de mujeres inmensas. Un poco brujas, otro poco maternales, desafiantes y muy amorosas.
En el último encuentro trabajamos uno de los principios de la eutonía: el espacio interno. Mediante movimientos y ejercicios fuimos descubriendo el volumen de cada órgano dentro del cuerpo.
Yo estaba con un atraso de una semana. Luego de varios ciclos cortos me estaba tocando finalmente uno largo. Ya estaba en mi día 37 sin atisbo de la menstruación. Acostumbrada a ciclos de 25 días esto ya se estaban tornando una eternidad. Era imposibe que estuviera embarazada de modo que el atraso podía deberse más a mi mente jugándome una mala pasada o a que mis hormonas estuvieran fuera de sus parámetros "normales".
Al terminar el último ejercicio de la mañana sentí que mi útero despertaba de su letargo. Como si saliera de una anestesia, la zona baja de mi abodmen comenzó a temblar y empecé a sentir puntadas. Me embargó el miedo porque eran puntadas que me recordaban otras puntadas del pasado, otros momentos, otras incertidumbres.
Empecé a llorar muy suavecito acostada en mi colchoneta. Había otras mujeres en estado de relajación, cada una con su escucha y sus preguntas. Pero la docente a cargo del curso se dio cuenta de que algo no estaba bien.
Se me acercó y me preguntó cómo estaba. ¿Qué podía decir?
Me puso su mano en la zona del útero.
-Hace una semana que no me viene la menstruación.
Se le iluminaron los ojos.
-No, no estoy embarazada.
-¿Cómo estás tan segura? ¿Te cuidaste?
Supe que iba a tener que decirlo. Tenía que ser una frase contundente que no le dejara dudas. Un jaque mate y que me dejara en paz.
-Mi pareja es estéril. No puedo embarazarme de él.
Sus ojos me llegaron al corazón. De pronto comprendí algo nuevo para mi. Supe que en ese lugar estaba a salvo. Que podía fluir con mi tristeza en paz.
Supe también, al instante, que estaba rodeada de una energía increíble, amorosa y buena.
Supe que estaba llorando mis pérdidas. Todas mis pérdidas. Los bebés que no pudieron ser. Y que tenía que llorarlos, darles ese lugar.
Las puntadas desaparecieron. En su lugar, comencé a menstruar.
Al final hicimos un círculo de mujeres. Cada una fue expresando su maravilla, sensaciones, asombros, miedos. Fueron brotando de cada par de labios. Yo no quería hablar. Pero había algo más fuerte que yo. Algo que necesitaba decirse, expresarse, hacerse carne en el verbo.
Y entonces frente a un grupo de madres, tías, abuelas, mujeres sin hijos, mujeres con o sin úteros, mujeres con mucha vida a cuestas, conté mi pequeño periplo de tres años por la Reproducción Asistida. Fui clara y sin golpes bajos. Aún hoy me sorprende la claridad con la que salieron mis palabras. Hablé de la búsqueda de un bebé, los negativos, los abortos, las técnicas cada vez más complicadas y el decir basta.
Me escucharon en silencio. A medida que yo iba contando y que las lágrimas iban empapando mi cara comencé a sentir el calor de varias manos que me tocaban y me abrazaban. Al final quedamos todas entrelazadas en un profundo abrazo energético. De todos esos cuerpos irradiaba el abrazo.
Y ese abrazo fue inmensamente sanador.
Comprendí que mi historia en particular carece de importancia. Lo que importa es que el impulso que me llevó a vivirla es un sentimiento universal que cualquier ser vivo con un corazón sensible puede comprender y abrazar.
Desde ese día vuelo un poquito más alto, todos los días.
Joseph Campbell, El poder del mito, Emecé, Buenos Aires, pág 180.
Desde mayo estoy asistiendo a una capacitación en eutonía. Además de enamorarme de esta increíble disciplina esta capacitación me hizo conocer un círculo de mujeres inmensas. Un poco brujas, otro poco maternales, desafiantes y muy amorosas.
En el último encuentro trabajamos uno de los principios de la eutonía: el espacio interno. Mediante movimientos y ejercicios fuimos descubriendo el volumen de cada órgano dentro del cuerpo.
Yo estaba con un atraso de una semana. Luego de varios ciclos cortos me estaba tocando finalmente uno largo. Ya estaba en mi día 37 sin atisbo de la menstruación. Acostumbrada a ciclos de 25 días esto ya se estaban tornando una eternidad. Era imposibe que estuviera embarazada de modo que el atraso podía deberse más a mi mente jugándome una mala pasada o a que mis hormonas estuvieran fuera de sus parámetros "normales".
Al terminar el último ejercicio de la mañana sentí que mi útero despertaba de su letargo. Como si saliera de una anestesia, la zona baja de mi abodmen comenzó a temblar y empecé a sentir puntadas. Me embargó el miedo porque eran puntadas que me recordaban otras puntadas del pasado, otros momentos, otras incertidumbres.
Empecé a llorar muy suavecito acostada en mi colchoneta. Había otras mujeres en estado de relajación, cada una con su escucha y sus preguntas. Pero la docente a cargo del curso se dio cuenta de que algo no estaba bien.
Se me acercó y me preguntó cómo estaba. ¿Qué podía decir?
Me puso su mano en la zona del útero.
-Hace una semana que no me viene la menstruación.
Se le iluminaron los ojos.
-No, no estoy embarazada.
-¿Cómo estás tan segura? ¿Te cuidaste?
Supe que iba a tener que decirlo. Tenía que ser una frase contundente que no le dejara dudas. Un jaque mate y que me dejara en paz.
-Mi pareja es estéril. No puedo embarazarme de él.
Sus ojos me llegaron al corazón. De pronto comprendí algo nuevo para mi. Supe que en ese lugar estaba a salvo. Que podía fluir con mi tristeza en paz.
Supe también, al instante, que estaba rodeada de una energía increíble, amorosa y buena.
Supe que estaba llorando mis pérdidas. Todas mis pérdidas. Los bebés que no pudieron ser. Y que tenía que llorarlos, darles ese lugar.
Las puntadas desaparecieron. En su lugar, comencé a menstruar.
Al final hicimos un círculo de mujeres. Cada una fue expresando su maravilla, sensaciones, asombros, miedos. Fueron brotando de cada par de labios. Yo no quería hablar. Pero había algo más fuerte que yo. Algo que necesitaba decirse, expresarse, hacerse carne en el verbo.
Y entonces frente a un grupo de madres, tías, abuelas, mujeres sin hijos, mujeres con o sin úteros, mujeres con mucha vida a cuestas, conté mi pequeño periplo de tres años por la Reproducción Asistida. Fui clara y sin golpes bajos. Aún hoy me sorprende la claridad con la que salieron mis palabras. Hablé de la búsqueda de un bebé, los negativos, los abortos, las técnicas cada vez más complicadas y el decir basta.
Me escucharon en silencio. A medida que yo iba contando y que las lágrimas iban empapando mi cara comencé a sentir el calor de varias manos que me tocaban y me abrazaban. Al final quedamos todas entrelazadas en un profundo abrazo energético. De todos esos cuerpos irradiaba el abrazo.
Y ese abrazo fue inmensamente sanador.
Comprendí que mi historia en particular carece de importancia. Lo que importa es que el impulso que me llevó a vivirla es un sentimiento universal que cualquier ser vivo con un corazón sensible puede comprender y abrazar.
Desde ese día vuelo un poquito más alto, todos los días.
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2 de junio de 2016
Valientes amigos
Ayer llegué a casa cansada con frío. Él me estaba esperando con una noticia que no me quiso dar por teléfono. Apenas llegué fue a buscar su celular y me mostró una foto. En ella se veían tres niños de siete, seis y dos años. Estaban abrazados, los tres. "Son los hijos de G y M".
G y M estaban anotados en el registro de adoptantes desde hace más de un año. Luego de buscar por la via natural, por tratamientos in vitro, por ovodonación, tras negativos y pérdidas llegaron a este camino de la adopción. Habían pedido hasta tres niños de distintas edades. Luego de armar una carpeta, varias entrevistas con asistente social, psicólogos, llamadas, golpear puertas e insistir allí estaba la puerta de entrada a la maternidad y paternidad.
El corazón me saltó de alegría.
Pensé en los ovarios de G y en los huevos de M. ¡¡Valientes ambos!! ¡Adoptar tres hermanos de distintas edades! ¡Abrir el corazón de esa manera! G y M me demostraron ayer que para ser mamá y papá no se necesitan ovarios y huevos sino un corazón inmenso donde albergar la vida de pequeños seres. Gracias por ser mis amigos. Gracias por enseñarme tanto.
Se me fue el frío y el cansancio. Abrimos un vino y brindamos por nuestros amigos y su familia ampliada.
Y esos bellísimos niños que tienen la fortuna de que hoy dos corazones los amen para siempre.
G y M estaban anotados en el registro de adoptantes desde hace más de un año. Luego de buscar por la via natural, por tratamientos in vitro, por ovodonación, tras negativos y pérdidas llegaron a este camino de la adopción. Habían pedido hasta tres niños de distintas edades. Luego de armar una carpeta, varias entrevistas con asistente social, psicólogos, llamadas, golpear puertas e insistir allí estaba la puerta de entrada a la maternidad y paternidad.
El corazón me saltó de alegría.
Pensé en los ovarios de G y en los huevos de M. ¡¡Valientes ambos!! ¡Adoptar tres hermanos de distintas edades! ¡Abrir el corazón de esa manera! G y M me demostraron ayer que para ser mamá y papá no se necesitan ovarios y huevos sino un corazón inmenso donde albergar la vida de pequeños seres. Gracias por ser mis amigos. Gracias por enseñarme tanto.
Se me fue el frío y el cansancio. Abrimos un vino y brindamos por nuestros amigos y su familia ampliada.
Y esos bellísimos niños que tienen la fortuna de que hoy dos corazones los amen para siempre.
24 de mayo de 2016
Lo que me ronda en estos días
No me asusta el futuro sin hijos.
En realidad ya no me asustan muchas cosas. ¿Cómo sucedió? Me atrevería a decir que la experiencia de la reproducción asistida lo cambió todo.
No me asusta la soledad, envejecer, entiendo que el amor puede venir de múltiples maneras. Entiendo que se puede incluso maternar a alguien de múltiples maneras.
La realidad es que nunca me importó el cochecito, los miles de implementos para bebés y esas cosas. Conozco mujeres que adoran esas cosas y está perfecto pero a mí no me pasó nunca. Tampoco me pasó que miraba bebés y me moría de ganas de abrazarlos.
Yo quería tener a mi bebé, los bebés de los otros eran de los otros.
Pero desde que siento que no voy a tener un bebé mi vida tiene otro color. No sé bien cómo explicarlo sin que suene fatalista.
Creo que los embarazos son milagros muy hermosos. Y también son la manifestación de que formamos parte de algo mayor. Pero creo que hay muchos milagros en este mundo y que estar viva a los casi 40 años, gozando de una buena salud es uno de ellos.
Ser mamá es una experiencia que te enseña mucho sobre el amor, el cuidar a un otro, nutrirlo, estar para ese otro ser.
Creo que yo hubiera sido una madre rara y complicada. Porque entre otras cosas yo amo mi libertad más que a nada en este mundo.
En realidad ya no me asustan muchas cosas. ¿Cómo sucedió? Me atrevería a decir que la experiencia de la reproducción asistida lo cambió todo.
No me asusta la soledad, envejecer, entiendo que el amor puede venir de múltiples maneras. Entiendo que se puede incluso maternar a alguien de múltiples maneras.
La realidad es que nunca me importó el cochecito, los miles de implementos para bebés y esas cosas. Conozco mujeres que adoran esas cosas y está perfecto pero a mí no me pasó nunca. Tampoco me pasó que miraba bebés y me moría de ganas de abrazarlos.
Yo quería tener a mi bebé, los bebés de los otros eran de los otros.
Pero desde que siento que no voy a tener un bebé mi vida tiene otro color. No sé bien cómo explicarlo sin que suene fatalista.
Creo que los embarazos son milagros muy hermosos. Y también son la manifestación de que formamos parte de algo mayor. Pero creo que hay muchos milagros en este mundo y que estar viva a los casi 40 años, gozando de una buena salud es uno de ellos.
Ser mamá es una experiencia que te enseña mucho sobre el amor, el cuidar a un otro, nutrirlo, estar para ese otro ser.
Creo que yo hubiera sido una madre rara y complicada. Porque entre otras cosas yo amo mi libertad más que a nada en este mundo.
Etiquetas:
deseo,
el amor,
presente activo,
ser mujer
25 de abril de 2016
Luna llena otra vez
Se cumplirá un año de mi última in vitro, un año desde que no pudiste quedarte conmigo.
Se cumplirá un año de sentir los espéculos de un médico metiéndose en mi carne, un año de mi última menstruación medicada, un año de mi llanto desgarrador porque un valor medible en mi sangre decía que ya no estabas conmigo.
Y lo siento tanto.
Te hubiera amado más que a cualquier cosa en este mundo.
Pero qué digo... si el amor nunca se acaba. Se multiplica a raudales. De eso se trata esto. De amar, de la entrega, de abrazar.
Te veo en cada brillo de cada ser vivo en este mundo.
Estás en todos ellos.
Te amo para siempre. No estaré nunca sola.
Esta fue una gran aventura, mi vida.
Se cumplirá un año de sentir los espéculos de un médico metiéndose en mi carne, un año de mi última menstruación medicada, un año de mi llanto desgarrador porque un valor medible en mi sangre decía que ya no estabas conmigo.
Y lo siento tanto.
Te hubiera amado más que a cualquier cosa en este mundo.
Pero qué digo... si el amor nunca se acaba. Se multiplica a raudales. De eso se trata esto. De amar, de la entrega, de abrazar.
Te veo en cada brillo de cada ser vivo en este mundo.
Estás en todos ellos.
Te amo para siempre. No estaré nunca sola.
Esta fue una gran aventura, mi vida.
4 de abril de 2016
El arte de perder
Este poema me parece muy muy apropiado para todo aquel que esté pasando por un tratamiento de reproducción asistida.
Un arte (Elizabeth Bishop)
El arte de perder se domina fácilmente;
tantas cosas parecen decididas a extraviarse
que su pérdida no es ningún desastre.
El arte de perder se domina fácilmente;
tantas cosas parecen decididas a extraviarse
que su pérdida no es ningún desastre.
Pierde algo cada día. Acepta la angustia
de las llaves perdidas, de las horas derrochadas en vano.
El arte de perder se domina fácilmente.
de las llaves perdidas, de las horas derrochadas en vano.
El arte de perder se domina fácilmente.
Después entrénate en perder más lejos, en perder más rápido:
lugares y nombres, los sitios a los que pensabas viajar.
Ninguna de esas pérdidas ocasionará el desastre.
lugares y nombres, los sitios a los que pensabas viajar.
Ninguna de esas pérdidas ocasionará el desastre.
Perdí el reloj de mi madre. Y mira, se me fue
la última o la penúltima de mis tres casas amadas.
El arte de perder se domina fácilmente.
la última o la penúltima de mis tres casas amadas.
El arte de perder se domina fácilmente.
Perdí dos ciudades, dos hermosas ciudades. Y aun más:
algunos reinos que tenía, dos ríos, un continente.
Los extraño, pero no fue un desastre.
algunos reinos que tenía, dos ríos, un continente.
Los extraño, pero no fue un desastre.
Incluso al perderte (la voz bromista, el gesto
que amo) no habré mentido. Es indudable
que el arte de perder se domina fácilmente,
así parezca (¡escríbelo!) un desastre.
que amo) no habré mentido. Es indudable
que el arte de perder se domina fácilmente,
así parezca (¡escríbelo!) un desastre.
18 de marzo de 2016
TRUC
Estoy viviendo los últimos coletazos de todos los tratamientos que emprendí en estos últimos tres años. Y quiero compartirlo con ustedes.
Comenzaron nuevamente las clases y me
sorprendió la mirada de agunos de mis alumnos. Porque quienes me conocen de cerca sabían y
entonces no me decían nada pero ellos... mis alumnos... no tenían ni
idea. Y de pronto... viene una alumna y me dice que estoy más delgada.
Y no, la
verdad es que no estoy más delgada. Sólo que no estoy inflada por las
hormonas. O embarazada de un embrión que no ha podido quedarse. O recuperándome de una in vitro que dio negativa. O de una inseminación fallida. Sí, estoy recuperando el cuerpo que tenía antes de meterme en todo este barullo. Y no hablo sólo de kilos o de lo que se ve exteriormente. Hablo de algo mucho más interno.
Porque primero fue la laparoscopía, al año
siguiente las inseminaciones y la pérdida gestacional de pocas semanas, al año siguiente la primera in vitro...
los embriones congelados y que salga todo negativo y al año siguiente la segunda in vitro... el embarazo bioquímico y parar.
Dicen
que químicamente las drogas que las mujeres nos inyectamos quedan en el
organismo durante un par de meses. El cuerpo tarda un par de ciclos
menstruales para sacarse de encima toda la batería de hormonas
sintéticas. En esos momentos las sensaciones son variadas. Es como si se saliera de una pileta con cloro, limpia, perfecta y nos metiéramos en un
mar profundo, sinuoso y oscuro.
No hubo
shiatsu,
psicoanálisis, brujos, dieta, ni acupuntura que la rompiera.
Todo eso estuvo bien, claro, siempre viene bien que nos toquen, nos
muevan, nos hagan sentir donde hay tanta cicatriz que ni una misma sabe
qué hay ahí guardado realmente.
¡BUM!
Para los médicos una mujer que aún no ha
cumplido los 40 años tiene chances de embarazarse con sus propios
óvulos. Mi médico suele resolverlo con la siguiente frase: "vos todavía
sos joven". Pero ahí estaba yo con mis 38 años, a punto de cumplir 39 sintiendo que una in vitro más y un embarazo podían matarme. Y me sentí culpable.
Reconocer la culpa... qué difícil. La culpa de no
querer seguir luchando cueste lo que cueste, de no querer ir hasta el
fondo de todo, de no querer dejar la vida en ello. ¿Por qué? Qué tonto parece todo... dejar mi
vida en ello porque quiero engendrar un bebé, un hijo, MI HIJO.
Ya bastante me costó llegar hasta acá, con una mamá enferma,
testaruda y apasionada que quiso tenerme a costa de su salud. Lo hizo por amor. Sí, fue un gran acto de amor para que yo pudiera conseguir este
cuerpo, resistir unos siete meses en su útero materno, complicado,
fluctuante. Era vivir o morir ahí adentro y médicos y más médicos, estadísticas, mediciones... pronósticos... La culpa de no ser como mi mamá que perdió dos bebés antes
de tenerme y contra todo lo que decían los médicos se buscó uno que la
ayudó a gestarme, a parirme. La culpa de no ser capaz de ese gran acto de amor.
Reconocer la culpa, perdonarse. Seguir amando. Por sobre todo eso. Seguir amando.
La voz de mi mamá se cuela entre mis pensamientos: "Pero vos no sos yo, vos sos distinta y está bien que lo seas, liberate de esta historia, liberate".
Hay un instante en el cerebro humano, cuando algo cambia. Se siente el "truc" de un pensamiento disolviéndose. El alivio.
Y ahí estoy, sintiendo ese "truc", esa liberación.
3 de febrero de 2016
Llega mi cumpleaños
El año empezó raro.
A lo micro hay que agregarle lo macro y no creo que nadie que tenga un poco de sensibilidad social haya sentido que este año empezó bien.
Se sabe que la reproducción asistida cambia todo el esquema de vida y ahora que no estamos pensando en reproducirnos emergen otras necesidades.
Y aunque cueste decirlo.... la verdad es que no sé bien qué necesidades son esas.
Nótese que pasé de la primera persona del plural a la primera del singular. Porque ahora hablaré por mi y no por un nosotros.
En estos tres años de luchar contra la infertilidad confirmé lo que supe desde el momento en que me enamoré de él. Mi amor por él nunca estuvo atado a la idea de ser papás. Siempre supimos que ése era un deseo. Pero no era el único deseo.
Tuve suerte de conocerlo, de enamorarme, de conocer el amor verdadero. Tuve suerte de que este amor me hiciera crecer en aspectos que jamás pensé que se podía. Tuve suerte también de que me hiciera pasar por momentos muy oscuros porque, en definitiva, luego de pasar por ellos, la luz es tan intensa que aleja el miedo.
Yo no sé qué será de nosotros como papás. Lo que sé es que este año cumpliré 39 años y desde los 35 que vengo intentando ser mamá. Y este cumpleaños es el primero en estos tres años en los que pediré otros deseos. Y no pediré el deseo de "quedarme embarazada".
No deseo volver a pasar por un tratamiendo de reproducción asistida (que es el modo en que podría embarazarme). Porque cuatro inseminaciones artificiales, un aborto espontáneo, dos in vitro, una transferencia de congelados y un embarazo bioquimico mermaron mi salud, mi integridad emocional, mi conexión con mi ser femenino, mi vagina, mis menstruaciones, mi receptividad.
Pusieron en jaque todo mi sistema de valores. Y agradezco que así haya sido. me saqué varios prejucios de encima. Creo que ahora soy mejor persona que hace unos años.
Pero lo cierto es que mi deseo de este año es no envenenarme más. Esto, por supuesto, es muy personal. Que ninguna mujer se sienta agraviada con lo que digo. Es mi experiencia y entiendo que cada una podrá sentirse libre de sentir otras cosas, incluso estarle eternamente agradecida a los tratamientos de reproducción asistida. Yo sólo espero que en el futuro los tratamientos de reproducción asistida dejen de tratar a las mujeres como máquinas de producir gametos. Y entiendan lo que en agricultura es una ley muy antigua: si explotás mucho un suelo, lo terminás deteriorando.
A lo micro hay que agregarle lo macro y no creo que nadie que tenga un poco de sensibilidad social haya sentido que este año empezó bien.
Se sabe que la reproducción asistida cambia todo el esquema de vida y ahora que no estamos pensando en reproducirnos emergen otras necesidades.
Y aunque cueste decirlo.... la verdad es que no sé bien qué necesidades son esas.
Nótese que pasé de la primera persona del plural a la primera del singular. Porque ahora hablaré por mi y no por un nosotros.
En estos tres años de luchar contra la infertilidad confirmé lo que supe desde el momento en que me enamoré de él. Mi amor por él nunca estuvo atado a la idea de ser papás. Siempre supimos que ése era un deseo. Pero no era el único deseo.
Tuve suerte de conocerlo, de enamorarme, de conocer el amor verdadero. Tuve suerte de que este amor me hiciera crecer en aspectos que jamás pensé que se podía. Tuve suerte también de que me hiciera pasar por momentos muy oscuros porque, en definitiva, luego de pasar por ellos, la luz es tan intensa que aleja el miedo.
Yo no sé qué será de nosotros como papás. Lo que sé es que este año cumpliré 39 años y desde los 35 que vengo intentando ser mamá. Y este cumpleaños es el primero en estos tres años en los que pediré otros deseos. Y no pediré el deseo de "quedarme embarazada".
No deseo volver a pasar por un tratamiendo de reproducción asistida (que es el modo en que podría embarazarme). Porque cuatro inseminaciones artificiales, un aborto espontáneo, dos in vitro, una transferencia de congelados y un embarazo bioquimico mermaron mi salud, mi integridad emocional, mi conexión con mi ser femenino, mi vagina, mis menstruaciones, mi receptividad.
Pusieron en jaque todo mi sistema de valores. Y agradezco que así haya sido. me saqué varios prejucios de encima. Creo que ahora soy mejor persona que hace unos años.
Pero lo cierto es que mi deseo de este año es no envenenarme más. Esto, por supuesto, es muy personal. Que ninguna mujer se sienta agraviada con lo que digo. Es mi experiencia y entiendo que cada una podrá sentirse libre de sentir otras cosas, incluso estarle eternamente agradecida a los tratamientos de reproducción asistida. Yo sólo espero que en el futuro los tratamientos de reproducción asistida dejen de tratar a las mujeres como máquinas de producir gametos. Y entiendan lo que en agricultura es una ley muy antigua: si explotás mucho un suelo, lo terminás deteriorando.
6 de diciembre de 2015
Palabras de mamá
Ayer, un pequeño diálogo con mi mamá.
-Mamá... no sé si lo digo desde el cansacio o qué pero... ya no quiero tener hijos.
-...
-Si los embarazos hubieran salido adelante... yo... pero ya no puedo más.
-...
-Es que... no sé... no quiero que pienses que me siento mal por esto que me pasa. Siento que seguir por este camino está mal. Esto me hace mal.
-...
-Quiero decir, no me arrepiento ni un gramo de haber recorrido este camino. No sería la persona que soy hoy.
-Eso es verdad.
-Pero hoy miro a las embarazadas y no las envidio. No deseo eso para mi. Ya no quiero gestar. ¿Qué me pasa?
-Te voy a regalar una definición de felicidad. Porque creo que a pesar de que esto no resultó como vos creías yo veo en vos una persona feliz.
-Ay, mamá...
-En serio, escuchame...ser feliz no es andar sonriente todo el tiempo. Ser feliz es tener coraje y dignididad. Y vos tenés esas dos cosas. No te faltó coraje ni tampoco dignidad. Sos un ser hermoso. Y no lo digo porque seas mi hija sino porque es la verdad.
-Mama... vos luchaste tanto para tenerme... en los embarazos... y yo...
-¡Y vos sos otra persona! NO tenés que seguir mis pasos. Somos dos personas distintas. Liberate de mi historia. Conmigo no tenés ningún mandato que cumplir. ¡Hacé lo que quieras!
-Ay, mamá...
-Flor, si alguna vez te vuelve el deseo... sabés que siempre podés volver a buscar. Pero no hagas de esto un círculo. No pases por el mismo lugar. ¡Espiralá! Las espirales son vida.
-Las espirales... como el adn.
-Exacto. VIDA.
-Gracias, mamá.
-Te quiero mucho.
-Mamá... no sé si lo digo desde el cansacio o qué pero... ya no quiero tener hijos.
-...
-Si los embarazos hubieran salido adelante... yo... pero ya no puedo más.
-...
-Es que... no sé... no quiero que pienses que me siento mal por esto que me pasa. Siento que seguir por este camino está mal. Esto me hace mal.
-...
-Quiero decir, no me arrepiento ni un gramo de haber recorrido este camino. No sería la persona que soy hoy.
-Eso es verdad.
-Pero hoy miro a las embarazadas y no las envidio. No deseo eso para mi. Ya no quiero gestar. ¿Qué me pasa?
-Te voy a regalar una definición de felicidad. Porque creo que a pesar de que esto no resultó como vos creías yo veo en vos una persona feliz.
-Ay, mamá...
-En serio, escuchame...ser feliz no es andar sonriente todo el tiempo. Ser feliz es tener coraje y dignididad. Y vos tenés esas dos cosas. No te faltó coraje ni tampoco dignidad. Sos un ser hermoso. Y no lo digo porque seas mi hija sino porque es la verdad.
-Mama... vos luchaste tanto para tenerme... en los embarazos... y yo...
-¡Y vos sos otra persona! NO tenés que seguir mis pasos. Somos dos personas distintas. Liberate de mi historia. Conmigo no tenés ningún mandato que cumplir. ¡Hacé lo que quieras!
-Ay, mamá...
-Flor, si alguna vez te vuelve el deseo... sabés que siempre podés volver a buscar. Pero no hagas de esto un círculo. No pases por el mismo lugar. ¡Espiralá! Las espirales son vida.
-Las espirales... como el adn.
-Exacto. VIDA.
-Gracias, mamá.
-Te quiero mucho.
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mi mamá
1 de diciembre de 2015
Fuck
Llegó diciembre. Y yo no puedo decidir nada. Nada.
Mi primer impulso es bajarme de todo esto. Chau Gaviota. Gracias por todo.
Mi segundo impulso es hacerle un enorme fuck you a toda la industria médica de reproducción asistida. ¡Vayan a hormonar a sus abuelas!
Me descubrí mirando a las embarazadas y pensando, puf, menos mal que no me tocó. No envidio para nada sus panzas, sus tobillos hinchados y sus noches sin dormir.
¿Y eso? ¿Y ese pensamiento? Qué me pasa?
Sí, ya les dije: diciembre.
Me descubrí pensando en que YA no quiero tener hijos. YA no quiero.
Quería, sí, quería con toda mi alma.
Hubiera amado muchísimo a todos esos embriones que formamos gracias a los espermatozoides de un donante anónimo.
Pero ya no quiero un donante anónimo. De hecho no quiero espermatozoides de un hombre que no conozco y que mete su material genético en un vasito para que lo guarde un banco de esperma que me cobra sus buenos pesos para darme la mitad de lo que podría ser una VIDA.
Ya no quiero meterme hormonas en mis ovarios para que hagan un aquelarre de aquellos. No quiero. No quiero que me ecografien, ni que me pinchen, ni que me duerman, ni que me controlen, ni que me saquen sangre, ni que me metan un coso directo al útero.
Cuanto más lo pienso más me digo: ¿¿en qué carajo estaba pensando??
¡¡Fuck you doctor, psicóloga y todo el mundo de la fertilidad!!
¿Qué tenía que aprender de todo esto?
¿Que no todo se consigue como uno quiere? Bueno, sí, genial. ¿Que la naturaleza no es bondadosa siempre? Sí, bueno, a las patadas pero lo aprendí. ¿Que hay que reponerse de las pérdidas, de las decepciones, de la lucha desmedida? Sí, sí, muy bien. ¿Que la vida es mucho más que hacerse veintemil controles y que el amor en este camino de mierda lo es TODO?
PERFECTO.
Me descubrí diciéndole a mi pareja:
-Amor, sos la única persona con la que soportaría no tener hijos.
A lo que él respondió:
-Es lo más lindo que me dijeron en mi vida.
Diciembre y la puta madre que te re mil parió.
Mi primer impulso es bajarme de todo esto. Chau Gaviota. Gracias por todo.
Mi segundo impulso es hacerle un enorme fuck you a toda la industria médica de reproducción asistida. ¡Vayan a hormonar a sus abuelas!
Me descubrí mirando a las embarazadas y pensando, puf, menos mal que no me tocó. No envidio para nada sus panzas, sus tobillos hinchados y sus noches sin dormir.
¿Y eso? ¿Y ese pensamiento? Qué me pasa?
Sí, ya les dije: diciembre.
Me descubrí pensando en que YA no quiero tener hijos. YA no quiero.
Quería, sí, quería con toda mi alma.
Hubiera amado muchísimo a todos esos embriones que formamos gracias a los espermatozoides de un donante anónimo.
Pero ya no quiero un donante anónimo. De hecho no quiero espermatozoides de un hombre que no conozco y que mete su material genético en un vasito para que lo guarde un banco de esperma que me cobra sus buenos pesos para darme la mitad de lo que podría ser una VIDA.
Ya no quiero meterme hormonas en mis ovarios para que hagan un aquelarre de aquellos. No quiero. No quiero que me ecografien, ni que me pinchen, ni que me duerman, ni que me controlen, ni que me saquen sangre, ni que me metan un coso directo al útero.
Cuanto más lo pienso más me digo: ¿¿en qué carajo estaba pensando??
¡¡Fuck you doctor, psicóloga y todo el mundo de la fertilidad!!
¿Qué tenía que aprender de todo esto?
¿Que no todo se consigue como uno quiere? Bueno, sí, genial. ¿Que la naturaleza no es bondadosa siempre? Sí, bueno, a las patadas pero lo aprendí. ¿Que hay que reponerse de las pérdidas, de las decepciones, de la lucha desmedida? Sí, sí, muy bien. ¿Que la vida es mucho más que hacerse veintemil controles y que el amor en este camino de mierda lo es TODO?
PERFECTO.
Me descubrí diciéndole a mi pareja:
-Amor, sos la única persona con la que soportaría no tener hijos.
A lo que él respondió:
-Es lo más lindo que me dijeron en mi vida.
Diciembre y la puta madre que te re mil parió.
16 de noviembre de 2015
Un parto "soñado"
Estaba embarazada de una panza increíble y mi bebé estaba en posición perfecta para salir. Podía sentir su manito adentro mío. Era todo tan lógico. Pujaba y pujaba y todo iba saliendo perfecto. Un parto hermoso. Tan hermoso.
Hoy me vino la menstruación, o al menos empezó a caer una sangre atrevida. Un ciclo corto, esta vez. De 23 días. Pero yo sé de qué se trató esto.
Te parí mi belleza. Ya saliste de mi, sos libre. No tenés que quedarte sollozando por mamá. Ya está, bebé. Ya está.
Y como dice la canción:
Un día nos encontraremos
en otro carnaval
tendremos suerte si aprendemos
que no hay ningún rincón
que no hay ningún atracadero
que pueda disolver
en su escondite lo que fuimos
el tiempo está después...
Hoy me vino la menstruación, o al menos empezó a caer una sangre atrevida. Un ciclo corto, esta vez. De 23 días. Pero yo sé de qué se trató esto.
Te parí mi belleza. Ya saliste de mi, sos libre. No tenés que quedarte sollozando por mamá. Ya está, bebé. Ya está.
Y como dice la canción:
Un día nos encontraremos
en otro carnaval
tendremos suerte si aprendemos
que no hay ningún rincón
que no hay ningún atracadero
que pueda disolver
en su escondite lo que fuimos
el tiempo está después...
10 de noviembre de 2015
Aires nutricios
Me fui a la Sierra. Al llegar el señor de la cabaña que alquilábamos nos recibió y nos dio una piedra blanca a cada uno. "Bienvenidos, están parados en una montaña de cuarzo, la energía aquí es muy poderosa. Descansen y no se agoten".
El lugar a donde fuimos se llama Nono que, una vez allí, supe que es una deformación de la palabra quichua "ñuñu" que significa lisa y llanamente "tetas". Los comechingones, antiguos pobladores de ese lugar, creían que allí estaba enterrada la Pachamama porque había dos cerros juntitos y redondeados que parecían senos de mujer. A los comechingones los mataron a todos en la conquista, no quedó ni uno. Pero quedan sus leyendas.
Lo primero que pensé fue: qué sugestivo este nombre, sin saber nada vinimos a parar al santuario de la Pachamama.
A la Pachamama no se la puede matar porque todos venimos de ella y volvemos a ella. Ella nos da todo para vivir, agua, comida, aire, sol.
Ya al bajar del auto sentí que el aire me inundaba. Sólo quería respirar. ¡Qué hermoso era ese aire! ¡Ese aire me abrazaba!
La cabaña daba al inmenso Cerro Champaqui. Y también a un arroyo que desembocaba en una cascada. Por los alrededores circulaban pájaros, iguanas, liebres, zorros.
No hicimos nada mas que descansar. Ni siquiera caminamos mucho. Caminar era un esfuerzo. El aire era demasiado.
Allí volvimos a hacer el amor. Volvimos a conectarnos, a estar juntos.
También nos peleamos. Tenía que suceder. Nada puede ser perfecto.
Tuvimos muy poco sol, las nubes nos ayudaron a descansar más.
Volví a Buenos Aires hace unos días y aún no me hallo. No sé cómo hacía para trabajar tanto antes de irme. Me siento agotada, con baja presión y triste.
Hoy me desperté con este pensamiento: esta ciudad tiene aires malignos.
El lugar a donde fuimos se llama Nono que, una vez allí, supe que es una deformación de la palabra quichua "ñuñu" que significa lisa y llanamente "tetas". Los comechingones, antiguos pobladores de ese lugar, creían que allí estaba enterrada la Pachamama porque había dos cerros juntitos y redondeados que parecían senos de mujer. A los comechingones los mataron a todos en la conquista, no quedó ni uno. Pero quedan sus leyendas.
Lo primero que pensé fue: qué sugestivo este nombre, sin saber nada vinimos a parar al santuario de la Pachamama.
A la Pachamama no se la puede matar porque todos venimos de ella y volvemos a ella. Ella nos da todo para vivir, agua, comida, aire, sol.
Ya al bajar del auto sentí que el aire me inundaba. Sólo quería respirar. ¡Qué hermoso era ese aire! ¡Ese aire me abrazaba!
La cabaña daba al inmenso Cerro Champaqui. Y también a un arroyo que desembocaba en una cascada. Por los alrededores circulaban pájaros, iguanas, liebres, zorros.
No hicimos nada mas que descansar. Ni siquiera caminamos mucho. Caminar era un esfuerzo. El aire era demasiado.
Allí volvimos a hacer el amor. Volvimos a conectarnos, a estar juntos.
También nos peleamos. Tenía que suceder. Nada puede ser perfecto.
Tuvimos muy poco sol, las nubes nos ayudaron a descansar más.
Volví a Buenos Aires hace unos días y aún no me hallo. No sé cómo hacía para trabajar tanto antes de irme. Me siento agotada, con baja presión y triste.
Hoy me desperté con este pensamiento: esta ciudad tiene aires malignos.
Arroyo que pasaba debajo de nuestra cabaña |
27 de octubre de 2015
Todo normal
Me vino. Una semana de atraso. Tuve un ciclo extrañamente largo. Pensé que ya estaba, que se me había ido para siempre, que nunca más volvería a sentir rugir a mis ovarios. Me equivoqué. Anoche rugieron. Como hace tiempo que estoy en reproducción asistida ya sé lo que es: son folículos formándose, la vida pujando por querer ser. Eso.
Me dio alegría aunque eran las tres de la mañana y quería dormir.
Me clavé un ibuprofeno. Todo se calmó y yo descansé.
Sigo trabajando como si no hubiera un mañana.
En una semana nos vamos a la sierra.
Me dio alegría aunque eran las tres de la mañana y quería dormir.
Me clavé un ibuprofeno. Todo se calmó y yo descansé.
Sigo trabajando como si no hubiera un mañana.
En una semana nos vamos a la sierra.
21 de octubre de 2015
Y esto?
Estoy trabajando como una bestia en cuatro proyectos distintos, todos involucrando el cuerpo, dado que soy terapeuta corporal y docente.
Pero ahora tengo un atraso de 4 días en la menstruación.
Y no, no estoy embarazada. Es imposible. No hay chances, no hay forma de que me embarace de él. De su azoospermia no me puedo embarazar. Creo en los milagros pero no en esos milagros.
Las únicas veces que se me atrasó la colorada fue porque estaba embarazada. Soy una mujer de ciclos cortos, de 25 o 26 días. A lo sumo 28 días, como muuuuy largo.
Así que me pregunto... la puta madre... ¿y ahora qué?
Pero ahora tengo un atraso de 4 días en la menstruación.
Y no, no estoy embarazada. Es imposible. No hay chances, no hay forma de que me embarace de él. De su azoospermia no me puedo embarazar. Creo en los milagros pero no en esos milagros.
Las únicas veces que se me atrasó la colorada fue porque estaba embarazada. Soy una mujer de ciclos cortos, de 25 o 26 días. A lo sumo 28 días, como muuuuy largo.
Así que me pregunto... la puta madre... ¿y ahora qué?
14 de octubre de 2015
El rayo salvador
Cuando ellas hablan del inminente nacimiento de su bebé
a mí se me congela el alma.
a mí se me congela el alma.
Es sólo un instante,
un rayo que me atraviesa de cuajo
cortando partes mías.
Las felicito, les pregunto sobre el embarazo,
me comparten su felicidad, sorpresa y temor.
Pero después... escuchando sus palabrasme comparten su felicidad, sorpresa y temor.
mi alma se congela.
Tan inmersa estoy en mi trabajo, las pequeñas cosas de la vida y el tiempo veloz...
Tal vez haya que conectar más con el corazón
y dejar que el alma se exprese
que el rayo corte, parta, destruya,
para que nazca lo nuevo en mí.
13 de octubre de 2015
¿A quien quiero engañar?
Hoy en una extensa reunión de trabajo un colega anunció que está por ser padre, que está por nacer su hijo. Hace un año exactamente este hombre pregonaba que no quería tener hijos. Lo de siempre (lo que más duele): embarazó a su pareja en un tiro y nueve meses después está por nacer su vástago.
Creo que se me congeló la mirada. No es que la noticia me haya tomado de sorpresa, no. Ya lo sabía e incluso lo había "felicitado". Bah, no. Mentira. No lo felicité. Le deseé buena suerte. Acto seguido recordé la frase de Holden Caulfield en The Catcher in the rye: desearle buena suerte a alguien es algo terrible.
En ese momento no me pasó gran cosa. Pero hoy sí. Lo más extraño fue sentir un dolor punzante en las entrañas. Un dolor terrible que de a poco se fue aquietando a medida que se iba diluyendo mi corazón. El dolor de haber perdido, de no haber podido llevar adelanto mis embarazos.
¿A quién quiero engañar? Por más satisfecha que me sienta con lo que estoy haciendo... ese dolor de que mis embrioncitos no estén conmigo, de no haber podido cobijarlos, está. Y hoy quiero sentirlo. Mirarlo, cara a cara.
Creo que se me congeló la mirada. No es que la noticia me haya tomado de sorpresa, no. Ya lo sabía e incluso lo había "felicitado". Bah, no. Mentira. No lo felicité. Le deseé buena suerte. Acto seguido recordé la frase de Holden Caulfield en The Catcher in the rye: desearle buena suerte a alguien es algo terrible.
En ese momento no me pasó gran cosa. Pero hoy sí. Lo más extraño fue sentir un dolor punzante en las entrañas. Un dolor terrible que de a poco se fue aquietando a medida que se iba diluyendo mi corazón. El dolor de haber perdido, de no haber podido llevar adelanto mis embarazos.
¿A quién quiero engañar? Por más satisfecha que me sienta con lo que estoy haciendo... ese dolor de que mis embrioncitos no estén conmigo, de no haber podido cobijarlos, está. Y hoy quiero sentirlo. Mirarlo, cara a cara.
8 de octubre de 2015
Para Meri con amor
Hermosa mía,
¿Tu bebé no se da vuelta?
En acupuntura y en shiatsu utilizamos para ello el punto del meridiano de vejiga 67. Es el último punto de un meridiano muy largo que recorre toda la parte posterior del cuerpo y termina en el dedo chiquitito del pie. Justo en el final de su recorrido tenemos este punto.
Y ¿dónde está exactamente este punto?
Pues aquí:
Este punto se puede tocar haciendo presión con los dedos a partir del séptimo mes. También hay quienes aplican agujas de acupuntura o moxibustión. Pero si no te es posible consultar con un terapeuta, vos misma podés tocarlo, o bien, pedirle a tu pareja que lo toque.
En China, en los hospitales, a las parturientas les colocan agujas de acupuntura en ese punto para que el bebé se da vuelta.
Científicamente, ni la acupuntura ni la digitopuntura están "comprobadas".
¡Pero doy fe de que funciona!
Abrazos preciosa.
¿Tu bebé no se da vuelta?
En acupuntura y en shiatsu utilizamos para ello el punto del meridiano de vejiga 67. Es el último punto de un meridiano muy largo que recorre toda la parte posterior del cuerpo y termina en el dedo chiquitito del pie. Justo en el final de su recorrido tenemos este punto.
Y ¿dónde está exactamente este punto?
Pues aquí:
Este punto se puede tocar haciendo presión con los dedos a partir del séptimo mes. También hay quienes aplican agujas de acupuntura o moxibustión. Pero si no te es posible consultar con un terapeuta, vos misma podés tocarlo, o bien, pedirle a tu pareja que lo toque.
En China, en los hospitales, a las parturientas les colocan agujas de acupuntura en ese punto para que el bebé se da vuelta.
Científicamente, ni la acupuntura ni la digitopuntura están "comprobadas".
¡Pero doy fe de que funciona!
Abrazos preciosa.
4 de octubre de 2015
Actualización
Es clarísimo que no voy a hacer un nuevo intento este año.
A "clarísimo" se lo llevaron preso, ejem.
Soy consciente de que mi cuerpo me pide otras cosas y no es justamente someterme a un bombardeo hormonal que nunca sé en qué va a terminar. Literalmente no pude más y tiré la toalla. Se sintió bien. Muy bien. Se sintió maravilloso olvidarme de todo "el asuntito" de si me venía la menstruación, de cómo me venía, de si ovulaba, no ovulaba, de si el ciclo era corto, largo, de si me dolía, etc. Todo eso pasó a un segundo plano. Las menstruaciones se fueron sucediendo unas tras otras y yo empecé a sentirme bien, empecé a disfrutar, a reconocerme, a buscarme, ¡a amarme! Fue un alivio saber que mi vida estaba allí, tal como la dejé, para que yo la hiciera mía de una vez por todas. Me di el lujo de trabajar como una bestia en algo que amo y en brindarme a cuanto ser podía sin sentirme culpable.
Pero hace unos días me empezó a picar un bichito. Estoy pensando en pedirme un nuevo turno con doc y hacerme los estudios que me dijo hace unos meses. Sí, mujeres, ése mismo, el de las famosas trombofilias. A ver, según la explicación médica, no hay modo de que mis embris se hayan perdido por una trombofilia ya que ninguno de ellos llegó a tener un corazón que latiera. Es decir, todo apunta más a un problema con mis óvulos que a otra cosa pero, según mi doc, si en el futuro consigo mi ansiado embarazo mejor saberlo ya.
Luego de unos meses de descanso de la clínica de fertilidad, extracciones de sangre, agujas, pinchazos, abrirse de piernas ante el ecógrafo, controles, etc, creo que puedo enfrentarme a un nuevo estudio sin echarme a llorar.
Vamos, que he pasado por cosas peores.
Si logro pedirme un turno y presentarme ante el doc con una sonrisa significa que volví a tener fuerzas para encarar algo. No sé bien qué pero "algo" suena mejor que "nada".
Por otro lado, no sé en qué quedó el trámite de la obra social, ni idea de si me van a cubrir una tercer FIV-ICSI. Ni idea de si voy a encarar una nueva FIV-ICSI o si me voy a ir directo a OVO. Ni idea de si me voy a salir de este mundo de la Reproducción Asistida para no volver más o QUÉ. Sólo sé que no sé nada. Lo que sí quiero saber es si ese estudio de las trombofilias me da bien.
Y al carajo con lo demás, por ahora.
A "clarísimo" se lo llevaron preso, ejem.
Soy consciente de que mi cuerpo me pide otras cosas y no es justamente someterme a un bombardeo hormonal que nunca sé en qué va a terminar. Literalmente no pude más y tiré la toalla. Se sintió bien. Muy bien. Se sintió maravilloso olvidarme de todo "el asuntito" de si me venía la menstruación, de cómo me venía, de si ovulaba, no ovulaba, de si el ciclo era corto, largo, de si me dolía, etc. Todo eso pasó a un segundo plano. Las menstruaciones se fueron sucediendo unas tras otras y yo empecé a sentirme bien, empecé a disfrutar, a reconocerme, a buscarme, ¡a amarme! Fue un alivio saber que mi vida estaba allí, tal como la dejé, para que yo la hiciera mía de una vez por todas. Me di el lujo de trabajar como una bestia en algo que amo y en brindarme a cuanto ser podía sin sentirme culpable.
Pero hace unos días me empezó a picar un bichito. Estoy pensando en pedirme un nuevo turno con doc y hacerme los estudios que me dijo hace unos meses. Sí, mujeres, ése mismo, el de las famosas trombofilias. A ver, según la explicación médica, no hay modo de que mis embris se hayan perdido por una trombofilia ya que ninguno de ellos llegó a tener un corazón que latiera. Es decir, todo apunta más a un problema con mis óvulos que a otra cosa pero, según mi doc, si en el futuro consigo mi ansiado embarazo mejor saberlo ya.
Luego de unos meses de descanso de la clínica de fertilidad, extracciones de sangre, agujas, pinchazos, abrirse de piernas ante el ecógrafo, controles, etc, creo que puedo enfrentarme a un nuevo estudio sin echarme a llorar.
Vamos, que he pasado por cosas peores.
Si logro pedirme un turno y presentarme ante el doc con una sonrisa significa que volví a tener fuerzas para encarar algo. No sé bien qué pero "algo" suena mejor que "nada".
Por otro lado, no sé en qué quedó el trámite de la obra social, ni idea de si me van a cubrir una tercer FIV-ICSI. Ni idea de si voy a encarar una nueva FIV-ICSI o si me voy a ir directo a OVO. Ni idea de si me voy a salir de este mundo de la Reproducción Asistida para no volver más o QUÉ. Sólo sé que no sé nada. Lo que sí quiero saber es si ese estudio de las trombofilias me da bien.
Y al carajo con lo demás, por ahora.
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16 de septiembre de 2015
¿Dónde? Y gracias
¿En dónde andará mi gaviota? No lo sé. Lo único que sé es donde estoy yo. Y donde estoy la vida me sonríe. La vida que vine a vivir me recuerda todos los días la fortuna de tener este cuerpo y usarlo. Y me permito amar a quienes tengo cerca, ayudar a quienes sufren mucho, disfrutar de lo que la vida me da y seguir adelante.
A veces me pregunto dónde estarás, si habrás sido sólo un sueño, si acaso algún día serás real. Pero hoy sé que hay más de un camino para llegar a vos. No sé de qué forma abrazaré la maternidad. No sé de qué forma me convertiré en madre. Pero lo que sí sé es que de algún modo eso llegará. De algún modo, está llegando. No me importa si es con mi panza enorme creciendo o con un niño que viene de otra panza. En realidad creo que entendí que lo que quiero es brindarme, amar, estar ahí para el otro. No faltarán mis brazos. Lo sé. Tengo un cuerpo para amar, abrazar y desear.
¿Dónde estarás, mi gaviota?
Es que tal vez no seas mía. Pero te encontraré.
Gracias por enseñarme todas estas cosas.
A veces me pregunto dónde estarás, si habrás sido sólo un sueño, si acaso algún día serás real. Pero hoy sé que hay más de un camino para llegar a vos. No sé de qué forma abrazaré la maternidad. No sé de qué forma me convertiré en madre. Pero lo que sí sé es que de algún modo eso llegará. De algún modo, está llegando. No me importa si es con mi panza enorme creciendo o con un niño que viene de otra panza. En realidad creo que entendí que lo que quiero es brindarme, amar, estar ahí para el otro. No faltarán mis brazos. Lo sé. Tengo un cuerpo para amar, abrazar y desear.
¿Dónde estarás, mi gaviota?
Es que tal vez no seas mía. Pero te encontraré.
Gracias por enseñarme todas estas cosas.
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19 de agosto de 2015
Mi corazón sabe
Le pregunto a mi corazón si sabe. Y me responde que sí. Sabe. Mi corazón sabe que vivo hace tres años intentando quedarme embarazada.
También sabe que tengo anhelos, muchos anhelos. Y me responde con un breve cosquilleo.
Hace tiempo que puedo reirme nuevamente. Decidí tender un puente entre el mundo fértil y yo. Porque la fertilidad se define de muchas formas. Si mis óvulos no son de lo más fértil en mi igual hay mucho campo para sembrar. Procuro todos los días recordarme esto.
El mundo es mucho más complejo de lo que imaginamos. Hay cosas que no se pueden controlar. La vida prende o no prende. Se queda, se va y la naturaleza sigue su curso. En el medio yo puedo llorar, patalear, mirar para otro lado o intentar con todas mis fuerzas que esto resulte. Se dará o no se dará, ya no lo sé. Pero lo extraño es que no estoy angustiada. Estoy pasando por un momento crucial en mi vida.
Le pregunto a mi corazón qué tengo que hacer.
Y una voz muy profunda me responde:
-Lo que viniste a hacer. A lo demás, dale tiempo.
También sabe que tengo anhelos, muchos anhelos. Y me responde con un breve cosquilleo.
Hace tiempo que puedo reirme nuevamente. Decidí tender un puente entre el mundo fértil y yo. Porque la fertilidad se define de muchas formas. Si mis óvulos no son de lo más fértil en mi igual hay mucho campo para sembrar. Procuro todos los días recordarme esto.
El mundo es mucho más complejo de lo que imaginamos. Hay cosas que no se pueden controlar. La vida prende o no prende. Se queda, se va y la naturaleza sigue su curso. En el medio yo puedo llorar, patalear, mirar para otro lado o intentar con todas mis fuerzas que esto resulte. Se dará o no se dará, ya no lo sé. Pero lo extraño es que no estoy angustiada. Estoy pasando por un momento crucial en mi vida.
Le pregunto a mi corazón qué tengo que hacer.
Y una voz muy profunda me responde:
-Lo que viniste a hacer. A lo demás, dale tiempo.
5 de agosto de 2015
Un ofrecimiento muy especial
Hoy me junté a almorzar con mi prima luego de varios años. A veces nos vemos en reuniones familiares pero hacía años que no manteníamos una conversación privada.
En mi familia saben que estoy en reproducción asistida. No es un secreto. Mi mamá se lo contó a mi tío (su hermano) y de ahí que mis primos sepan algo aunque ningún detalle de cómo y cúando sucedieron las cosas.
Cuando mi prima me pidió de juntarnos yo sabía que se venía la pregunta. Por eso supongo que tardé tanto en aceptar este almuerzo.
Mi prima tiene dos hermosas hijas. No tuvo ningún problema para quedarse embarazada y las tuvo relativamente joven. Siempre que la veo es increíble el parecido que tiene con mi madre. Yo no soy parecida a mi madre, en las facciones me parezco más a mi padre.
Tuvimos una larga charla donde le conté un poco el periplo de estos tres años en reproducción asistida y el diagnóstico más preciso al cual hemos llegado: la calidad dudosa de mis ovocitos. Ella asentía, me miraba, me sostenía la mano y me daba aliento, coraje. Me contó de una pareja amiga suya que recientemente se habían quedado embarazados de mellizos.
-¡Y ella tiene 43 años! -me aclaró.
Yo me sonreí.
-¿Mellizos y con 43 años? O tu amiga es muy fértil o fue por ovodonación.
Se le agrandaron los ojos. Su mirada me interrogó enseguida. Empezamos a hablar del increíble mundo de la donación de gametas. Óvulos, espermatozoides, embriones... Y que gracias a ello mujeres con fallo ovárico prematuro o con edades avanzadas podían ser mamás.
-Entenderás que nosotros no tenemos problemas con lo genético. Si acepto los espermatozoies de un donante hombre puedo aceptar óvulos sanos de otra mujer.
-Pero entonces no está todo perdido -me dijo sonriendo.
-No, no, hay muchas cosas que aún se pueden intentar...
Ella se quedó en silencio un rato. Luego me preguntó:
-¿Y cómo hace una mujer para donar?
Le conté de la estimulación con hormonas para provocar la mayor cantidad de ovocitos en el ovario, del momento de la punción en el quirófano y con sedación y luego... su labor está cumplida.
Otra vez se quedó en silencio. Luego me dijo:
-Si decidís ir por el camino de la ovodonación y... te sirve.... yo te doy mis óvulos.
Me quedé dura, sentada en la silla, los ojos como platos.
-En serio... mirá, tengo dos hijas sanas, nunca tuve un aborto, me quedé embarazada rápido, tengo ciclos reloj, sé que ovulo porque me cambia el flujo, me doy cuenta. Esa parte de mi cuerpo doy fe que anda bien. Si se puede, yo te los doy de mil amores.
Se me salieron las lágrimas. A ella también.
-No sé... que decir... wow, nunca jamás una mujer me hizo este ofrecimiento. ¡Dios mío!
Y yo que me preguntaba cómo eran las donantes. Ahí enfrente tenía una. Mi prima. Dispuesta a pasar por una estimulación, pincharse durante 10 días tres inyecciones diarias, meterse en un quirófano para que otra mujer -yo- fuera mamá.
Mi prima tiene 40 años. De más está decir que jamás la aceptarían en la clínica de fertilidad (creo que tienen un límite de edad para las donantes). Pero su ofrecimiento, tan sólo el ofrecimiento, fue uno de los mejores regalos que me pudo dar este día.
En mi familia saben que estoy en reproducción asistida. No es un secreto. Mi mamá se lo contó a mi tío (su hermano) y de ahí que mis primos sepan algo aunque ningún detalle de cómo y cúando sucedieron las cosas.
Cuando mi prima me pidió de juntarnos yo sabía que se venía la pregunta. Por eso supongo que tardé tanto en aceptar este almuerzo.
Mi prima tiene dos hermosas hijas. No tuvo ningún problema para quedarse embarazada y las tuvo relativamente joven. Siempre que la veo es increíble el parecido que tiene con mi madre. Yo no soy parecida a mi madre, en las facciones me parezco más a mi padre.
Tuvimos una larga charla donde le conté un poco el periplo de estos tres años en reproducción asistida y el diagnóstico más preciso al cual hemos llegado: la calidad dudosa de mis ovocitos. Ella asentía, me miraba, me sostenía la mano y me daba aliento, coraje. Me contó de una pareja amiga suya que recientemente se habían quedado embarazados de mellizos.
-¡Y ella tiene 43 años! -me aclaró.
Yo me sonreí.
-¿Mellizos y con 43 años? O tu amiga es muy fértil o fue por ovodonación.
Se le agrandaron los ojos. Su mirada me interrogó enseguida. Empezamos a hablar del increíble mundo de la donación de gametas. Óvulos, espermatozoides, embriones... Y que gracias a ello mujeres con fallo ovárico prematuro o con edades avanzadas podían ser mamás.
-Entenderás que nosotros no tenemos problemas con lo genético. Si acepto los espermatozoies de un donante hombre puedo aceptar óvulos sanos de otra mujer.
-Pero entonces no está todo perdido -me dijo sonriendo.
-No, no, hay muchas cosas que aún se pueden intentar...
Ella se quedó en silencio un rato. Luego me preguntó:
-¿Y cómo hace una mujer para donar?
Le conté de la estimulación con hormonas para provocar la mayor cantidad de ovocitos en el ovario, del momento de la punción en el quirófano y con sedación y luego... su labor está cumplida.
Otra vez se quedó en silencio. Luego me dijo:
-Si decidís ir por el camino de la ovodonación y... te sirve.... yo te doy mis óvulos.
Me quedé dura, sentada en la silla, los ojos como platos.
-En serio... mirá, tengo dos hijas sanas, nunca tuve un aborto, me quedé embarazada rápido, tengo ciclos reloj, sé que ovulo porque me cambia el flujo, me doy cuenta. Esa parte de mi cuerpo doy fe que anda bien. Si se puede, yo te los doy de mil amores.
Se me salieron las lágrimas. A ella también.
-No sé... que decir... wow, nunca jamás una mujer me hizo este ofrecimiento. ¡Dios mío!
Y yo que me preguntaba cómo eran las donantes. Ahí enfrente tenía una. Mi prima. Dispuesta a pasar por una estimulación, pincharse durante 10 días tres inyecciones diarias, meterse en un quirófano para que otra mujer -yo- fuera mamá.
Mi prima tiene 40 años. De más está decir que jamás la aceptarían en la clínica de fertilidad (creo que tienen un límite de edad para las donantes). Pero su ofrecimiento, tan sólo el ofrecimiento, fue uno de los mejores regalos que me pudo dar este día.
4 de agosto de 2015
Rezo por vos
El plan es que no hay plan.
No lo hay por primera vez en tres años. Contra todo pronóstico me siento liberada.
Tuve mi segunda menstruación luego de la última in vitro y el embarazo bioquímico. Y fue la mejor menstruación que tuve en años.
Llegó bajo los efluvios de la luna llena de acuario, a los 28 días del ciclo, sin dolor, en abundancia y con una sangre rojísima y caliente. Y me sentí viva, me sentí mamífera y hermanada con todas las hembras de este planeta.
¿Saben qué? Me di cuenta que ser mujer es grandioso. Porque el tiempo es circular. Y en ese círculo que empieza y termina siempre se vuelve a a sanar.
Dice la canción: "Y curé mis heridas y me encendí de amor, de amor sagrado".
Y algo de eso pasó.
Me encendí de amor. Que era lo que temía que no volviera a pasarme. Ahora que sucedió pienso seguir irradiando.
Y el plan se irá armando.
Mientras tanto, rezo, rezo por vos.
No lo hay por primera vez en tres años. Contra todo pronóstico me siento liberada.
Tuve mi segunda menstruación luego de la última in vitro y el embarazo bioquímico. Y fue la mejor menstruación que tuve en años.
Llegó bajo los efluvios de la luna llena de acuario, a los 28 días del ciclo, sin dolor, en abundancia y con una sangre rojísima y caliente. Y me sentí viva, me sentí mamífera y hermanada con todas las hembras de este planeta.
¿Saben qué? Me di cuenta que ser mujer es grandioso. Porque el tiempo es circular. Y en ese círculo que empieza y termina siempre se vuelve a a sanar.
Dice la canción: "Y curé mis heridas y me encendí de amor, de amor sagrado".
Y algo de eso pasó.
Me encendí de amor. Que era lo que temía que no volviera a pasarme. Ahora que sucedió pienso seguir irradiando.
Y el plan se irá armando.
Mientras tanto, rezo, rezo por vos.
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31 de julio de 2015
30 de julio de 2015
Para la fertilidad
Sueño que nos casamos.
Vamos al Registro Civil que, en este caso, queda en una estación de tren. Entre otras bizarradas están los reyes de España como invitados (?).
Tenemos que llenar un formulario que dice que podemos elegir entre dos opciones: legalizar nuestra unión (algo simple) o casarnos.
La opción de casarse viene con una nota que reza: "para la fertilidad".
En el sueño nos miramos. Ya vivimos juntos, no nos importa legalizar nuestra unión. Pero si es "para la fertilidad"...¡Casémonos!
Al despertar le cuento el sueño. Se sonríe y me dice: ¿pedimos turno en el Registro Civil?
Vamos al Registro Civil que, en este caso, queda en una estación de tren. Entre otras bizarradas están los reyes de España como invitados (?).
Tenemos que llenar un formulario que dice que podemos elegir entre dos opciones: legalizar nuestra unión (algo simple) o casarnos.
La opción de casarse viene con una nota que reza: "para la fertilidad".
En el sueño nos miramos. Ya vivimos juntos, no nos importa legalizar nuestra unión. Pero si es "para la fertilidad"...¡Casémonos!
Al despertar le cuento el sueño. Se sonríe y me dice: ¿pedimos turno en el Registro Civil?
Ovocitos
Buceando en busca de información leo algo que ya sabía pero que hoy me resuena de un modo distinto: los ovocitos que tenemos en los ovarios se producen en el momento de nuestra propia gestación, es decir, durante el embarazo de nuestra madre.
¡Caramba, qué responsabilidad la de mi mamá!, pienso.
Y no puedo evitar pensar en ese embarazo que me trajo a este mundo. Duró siete meses y fue muy muy muy complicado.
A veces siento que hay tanto que perdonarse a uno mismo.
Incluso desde la propia concepción.
Le debo mucho a la medicina. Y a las ganas de mis papás de tenerme.
¡Caramba, qué responsabilidad la de mi mamá!, pienso.
Y no puedo evitar pensar en ese embarazo que me trajo a este mundo. Duró siete meses y fue muy muy muy complicado.
A veces siento que hay tanto que perdonarse a uno mismo.
Incluso desde la propia concepción.
Le debo mucho a la medicina. Y a las ganas de mis papás de tenerme.
24 de julio de 2015
Esperanza
Mi inconsciente y yo nos estamos poniendo de acuerdo. Luego del sueño con el caballo blanco tuve otro sueño.
Estaba en mi colegio primario. Había un mástil y la bandera estaba a media asta. Como si alguien hubiera muerto.
Lo curioso es que además estaba con él.
De pronto nos cruzábamos con mi maestra de segundo grado de inglés. Miss Hope. Olvidé decir que durante mi infancia fui a un colegio británico. Ella me abrazaba fuerte y me decía que se sentía muy feliz de verme.
Yo la abrazaba confundida. Pero me dejaba llevar por su alegría.
Al despertarme me pregunté por qué Miss Hope había aparecido en mi sueño.
Y me respondí: "Hope" significa esperanza.
La esperanza vino a abrazarme en sueños y a decirme que se siente muy feliz de verme.
Genial.
Estaba en mi colegio primario. Había un mástil y la bandera estaba a media asta. Como si alguien hubiera muerto.
Lo curioso es que además estaba con él.
De pronto nos cruzábamos con mi maestra de segundo grado de inglés. Miss Hope. Olvidé decir que durante mi infancia fui a un colegio británico. Ella me abrazaba fuerte y me decía que se sentía muy feliz de verme.
Yo la abrazaba confundida. Pero me dejaba llevar por su alegría.
Al despertarme me pregunté por qué Miss Hope había aparecido en mi sueño.
Y me respondí: "Hope" significa esperanza.
La esperanza vino a abrazarme en sueños y a decirme que se siente muy feliz de verme.
Genial.
21 de julio de 2015
Qué es una familia
Mi sobri cumplió un año. Aún no tiene plena conciencia pero ya es muy claro lo que le gusta y lo que no. No es un bebé que le guste estar en brazos de todo el mundo a menos que sean los brazos de su mamá o su papá. Y está bien. Yo lo entiendo. Por eso cuando lo voy a ver simplemente me tiro al piso a jugar con él. El día de su cumpleaños le regalé una caja de madera que tiene diferentes sonidos y se toca con dos palitos. Nos divertimos mucho y me regaló varias sonrisas. Como todo niño, es un explorador nato. Un curioso de todo. Y como para mi todo en este mundo es interesante nos llevamos muy bien.
Cuando me anunciaron que la beta había bajado me alejé. No podía ver un bebé y mucho menos conectar con él. Ver un bebé era llorar o maldecir. No podía estar en una habitación con niños. Me salía una violencia espantosa que por suerte no la expresaba con ellos pero que rebotaba dentro mío.
Estuve unos meses alejada de mi hermano, mi cuñada y por ende mi sobri. Ellos lo entendieron como pudieron aunque se sentían tristes.
Pero llegó el día en que mi sobri cumplió un año.
Y mi cuñada estaba triste porque su familia vive lejos y no iban a poder venir a festejar el cumpleaños. Y en ese momento comprendí que mi sobri tenía una tía cerca y que era yo. Y que las familias son eso también. Yo que me la paso hablando de que quiero formar una familia. ¡Ya tengo una! ¡Soy tía de un bebé alucinante de un año!
Lo demás, vendrá. Yo sé que vendrá.
Cuando me anunciaron que la beta había bajado me alejé. No podía ver un bebé y mucho menos conectar con él. Ver un bebé era llorar o maldecir. No podía estar en una habitación con niños. Me salía una violencia espantosa que por suerte no la expresaba con ellos pero que rebotaba dentro mío.
Estuve unos meses alejada de mi hermano, mi cuñada y por ende mi sobri. Ellos lo entendieron como pudieron aunque se sentían tristes.
Pero llegó el día en que mi sobri cumplió un año.
Y mi cuñada estaba triste porque su familia vive lejos y no iban a poder venir a festejar el cumpleaños. Y en ese momento comprendí que mi sobri tenía una tía cerca y que era yo. Y que las familias son eso también. Yo que me la paso hablando de que quiero formar una familia. ¡Ya tengo una! ¡Soy tía de un bebé alucinante de un año!
Lo demás, vendrá. Yo sé que vendrá.
20 de julio de 2015
Cosas que sólo escribo acá
Estuve muy triste y luego muy enojada.
Tomé varias decisiones luego del embarazo bioquímico: una de ellas fue dejar inmediatamente la terapia hablada.
Apenas supe del mal resultado de la segunda beta le mandé un mail a mi psicóloga diciéndole que no iba a analizar nada de lo que me había pasado. Me sentía agotada. Sólo quería llorar y dejarme llevar por lo que viniera.
Una de las consecuencias de haber dejado la
terapia hablada fue que mi ser controladito y comprensivo se fue al
carajo. No me había dado cuenta de que ese espacio funcionaba así. Pero
si te sentís un revolver cargado empezás a disparar. Curiosamente no le
disparé a cualquiera. Sólo a mi madre. Pero
en vez de ir a resolverlo en terapia terminé resolviéndolo con ella.
Primero a las patadas y luego a lágrima viva. Porque otra cosa que me
pasó es que no podía llorar con nadie. Sólo con mi mamá. Y mi mamá es de
esas personas que para solucionar algo creen que hay que hacer algo. Yo acababa de menstruar y ya me estaba dando el nombre de otro
médico en otra clínica para buscar un nueva opinión. ¿Se imaginan dónde terminó el número del siguiente médico? Apenas supe del mal resultado de la segunda beta le mandé un mail a mi psicóloga diciéndole que no iba a analizar nada de lo que me había pasado. Me sentía agotada. Sólo quería llorar y dejarme llevar por lo que viniera.
Todos a mi alrededor me preguntaban: ¿y cómo estas?
Y yo: bien, bien, todo bien (pero me sentía un erizo todo pinchudo). Mi
mamá me preguntaba cómo estaba y era un aluvión de mierda y luego un
aluvión de llanto (¡el erizo atacaba!). Hasta que un día mi mamá dejó de
tomárselo personal. Y yo ahí comprendí que curiosamente sólo podía conectar con mi
dolor estando con ella. Se lo dije pidiéndole perdón y ella comprendió que en
realidad era un voto de amor hacia ella. Se lo agradecí
profundamente.
Con él, en cambio, vivimos un tiempo como entre algodones. Tanto miedo teníamos de hacernos daño que no hablábamos del tema. Hasta que yo empecé a soñar con esqueletos en la cama, esqueletos en el baño, esqueletos que se levantaban y venían hacia mi y yo con un bate los iba destrozando.
Una noche soñé con un caballo blanco. Yo lo llevaba a cabalgar por las vías de un tren. El caballo se ponía muy nervioso y quería dar la vuelta pero yo lo obligaba a seguir por ese lugar peligroso. Entonces el caballo me tiraba y se iba corriendo. Yo me quedaba tirada en el medio del valle y me preguntaba por qué demonios teniendo todo ese espacio lo había llevado a un lugar peligroso y feo como las vías de un tren. Lo buscaba como una desesperada hasta que lo encontraba en el medio del camino todo embarrado y sucio. Yo quería llamarlo pero me daba cuenta de que no sabía su nombre.
Con él, en cambio, vivimos un tiempo como entre algodones. Tanto miedo teníamos de hacernos daño que no hablábamos del tema. Hasta que yo empecé a soñar con esqueletos en la cama, esqueletos en el baño, esqueletos que se levantaban y venían hacia mi y yo con un bate los iba destrozando.
Una noche soñé con un caballo blanco. Yo lo llevaba a cabalgar por las vías de un tren. El caballo se ponía muy nervioso y quería dar la vuelta pero yo lo obligaba a seguir por ese lugar peligroso. Entonces el caballo me tiraba y se iba corriendo. Yo me quedaba tirada en el medio del valle y me preguntaba por qué demonios teniendo todo ese espacio lo había llevado a un lugar peligroso y feo como las vías de un tren. Lo buscaba como una desesperada hasta que lo encontraba en el medio del camino todo embarrado y sucio. Yo quería llamarlo pero me daba cuenta de que no sabía su nombre.
Ya encontraré a mi caballo.
Tengo fe.
Y cuando lo encuentre tengo confianza de que sabré su nombre.
3 de julio de 2015
Nunca digas "nunca", tampoco "para siempre"
Necesito cerrar (por ahora) este blog. Teniendo en cuenta que aquí escribía sobre mis tratamientos no veo la razón por la cual seguir manteniendo abierto este espacio.
No habrá tratamientos por ahora.
Necesito un tiempo. Recuperarme mental y físicamente. Necesito sentir que soy algo más que un par de ovarios y un útero.
Me he replanteado mucho acerca de lo que es la maternidad para mi. Admito que ya no me importa si lo concibo yo o no, si es con células mías o de otra mujer. Reconozco que si adoptar en la Argentina fuera más fácil tal vez ya hubiera comenzado con los trámites. Pero me he interiorizado en el asunto y es otra batalla angustiosa más. Ahora mismo me estoy preguntando mucho qué es una familia para mi. Ya me voy a contestar.
Trato de perdonarme el hecho de haber perdido ese puñadito de células que podrían haber sido nuestros hijos. Sé conscientemente que no hay culpa pero mi inconsciente me juega malas pasadas. Yo fui el recipiente que albergó a esos siete embriones. Algo no fue bien. Algo no pudo ser. Algo quedó trunco.
"Nunca" y "para siempre" son palabras para los Dioses no para los Hombres de modo que cierro este blog diciendo: "nunca digas de este agua no he de beber".
¡Mucha suerte, mujeres! Para las que buscan y para las que ya lo han conseguido.
Las abrazo a todas.
Gracias por sus bellos comentarios que me hicieron sentir siempre muy acompañada.
No habrá tratamientos por ahora.
Necesito un tiempo. Recuperarme mental y físicamente. Necesito sentir que soy algo más que un par de ovarios y un útero.
Me he replanteado mucho acerca de lo que es la maternidad para mi. Admito que ya no me importa si lo concibo yo o no, si es con células mías o de otra mujer. Reconozco que si adoptar en la Argentina fuera más fácil tal vez ya hubiera comenzado con los trámites. Pero me he interiorizado en el asunto y es otra batalla angustiosa más. Ahora mismo me estoy preguntando mucho qué es una familia para mi. Ya me voy a contestar.
Trato de perdonarme el hecho de haber perdido ese puñadito de células que podrían haber sido nuestros hijos. Sé conscientemente que no hay culpa pero mi inconsciente me juega malas pasadas. Yo fui el recipiente que albergó a esos siete embriones. Algo no fue bien. Algo no pudo ser. Algo quedó trunco.
"Nunca" y "para siempre" son palabras para los Dioses no para los Hombres de modo que cierro este blog diciendo: "nunca digas de este agua no he de beber".
¡Mucha suerte, mujeres! Para las que buscan y para las que ya lo han conseguido.
Las abrazo a todas.
Gracias por sus bellos comentarios que me hicieron sentir siempre muy acompañada.
9 de junio de 2015
Y ahora qué?
Mañana, cita con doc again. Esperamos una devolución de lo que sucedió. Yo al menos necesito cerrar este ciclo de una vez.
Ya no siento esa tristeza negra que sentía un mes atrás. Tal vez sea que me estoy encerrando. Acorazando. Reconozco este mecanismo mío. No está bueno. Pero tampoco me sale estar en carne viva todo el tiempo.
Siento que lo que tenga que ser será. Este fin de semana tuvimos la noticia de que una conocida, amiga de su hermana, finalmente quedó de mellizos luego de intentar durante cinco años. El tratamiento fue por ovodonación. Ya sé, perseverancia y todo eso, me lo sé de sobra.
La vida es movimiento. Entonces, la pregunta obvia sería: ¿qué es seguir en movimiento para mí?
Ya no siento esa tristeza negra que sentía un mes atrás. Tal vez sea que me estoy encerrando. Acorazando. Reconozco este mecanismo mío. No está bueno. Pero tampoco me sale estar en carne viva todo el tiempo.
Siento que lo que tenga que ser será. Este fin de semana tuvimos la noticia de que una conocida, amiga de su hermana, finalmente quedó de mellizos luego de intentar durante cinco años. El tratamiento fue por ovodonación. Ya sé, perseverancia y todo eso, me lo sé de sobra.
La vida es movimiento. Entonces, la pregunta obvia sería: ¿qué es seguir en movimiento para mí?
27 de mayo de 2015
Desesperación
Llevo toda la tarde llorando. Llorando y con náuseas, dolor de cabeza,sensación de que quiero vomitar algo. Tal vez lo que necesito es vomitar lo que se me pasa por la cabeza en estos días. Así sin pensar mucho. Tirarlo todo a esta página virtual. Me duele todo el cuerpo pero más me duele el alma. Porque esta vez sí que esto ha hecho mella en mi. No es como otras veces que yo decía bueno, a ver cómo nos arreglamos para el próximo. No. Siento que no quiero saber más nada con ningún procedimiento médico más. No hay próximo. No hay nada. No aguanto más toda esta mierda de los tratamientos, de que todo parece que sí y luego obstáculos aquí y allá y esto que no da bien y los valores y la edad y los pinchazos, los protocolos, las ecografías, basta.
Pero entonces pienso en que no voy a tener nunca un bebé. Y lloro, lloro a más no poder. Lloro porque me hubiera gustado que este tratamiento funcionara. Ya van tres años y yo sé que hay mujeres que han buscado mucho más. Sé que hay gente que ha pasado por muchísimos más tratamientos de los que he pasado yo. Pero en todo este proceso siento que me han arrancado un pedazo de mí misma. Que hay algo que no está bien en todo esto. Que me falta algo mío, algo bueno que yo tenía.
Y no sé qué voy a hacer. ¡No sé qué voy a hacer! No sé si seguiré, si buscaré otro médico, otra clínica, alguien que me explique qué pasó con ese embrión que no pudo evolucionar. No sé nada. No sé ni quién soy en este momento. Dudo hasta de mi deseo. ¿Qué me impulsa a hacer esto? ¿Qué?
Ya me voy a contestar.
Pero entonces pienso en que no voy a tener nunca un bebé. Y lloro, lloro a más no poder. Lloro porque me hubiera gustado que este tratamiento funcionara. Ya van tres años y yo sé que hay mujeres que han buscado mucho más. Sé que hay gente que ha pasado por muchísimos más tratamientos de los que he pasado yo. Pero en todo este proceso siento que me han arrancado un pedazo de mí misma. Que hay algo que no está bien en todo esto. Que me falta algo mío, algo bueno que yo tenía.
Y no sé qué voy a hacer. ¡No sé qué voy a hacer! No sé si seguiré, si buscaré otro médico, otra clínica, alguien que me explique qué pasó con ese embrión que no pudo evolucionar. No sé nada. No sé ni quién soy en este momento. Dudo hasta de mi deseo. ¿Qué me impulsa a hacer esto? ¿Qué?
Ya me voy a contestar.
13 de mayo de 2015
Reflexioncita
-Siento que no voy a hacer feliz nunca más.
-El "nunca más" es cuando te morís. Ahí sí que nunca más. Mientras estemos vivos... ser feliz es posible.
-El "nunca más" es cuando te morís. Ahí sí que nunca más. Mientras estemos vivos... ser feliz es posible.
12 de mayo de 2015
Un sueño
Estábamos en un hotelito en Inglaterra. No se me ocurre qué hacíamos ahí. Era de noche y estábamos a punto de irnos a dormir. Pero entonces descubríamos que había dos esqueletos entrelazados en nuestra cama.
En el baño igual. Había un esqueleto en la bañadera (era un hotel con bañadera) y otro sentado en el inodoro.
Recuerdo que no me daban miedo pero me hacían sentir muy extraña. Quería salir de allí.
Por la mañana le cuento el sueño.
-Bueno, es sabido que los ingleses no tienen muy buen gusto.
-¡Pero eran esqueletos! ¡En la cama! ¡En el baño!
Él suspira. Me dice con voz calma.
-Estamos rodeados de esqueletos, amor. En la cama... en el baño...
-¿Vos lo decís por... los embriones? ¡Pero estos eran esqueletos enormes!
-No sé vos pero yo a los embriones los siento como algo muy grande, amor.
En el baño igual. Había un esqueleto en la bañadera (era un hotel con bañadera) y otro sentado en el inodoro.
Recuerdo que no me daban miedo pero me hacían sentir muy extraña. Quería salir de allí.
Por la mañana le cuento el sueño.
-Bueno, es sabido que los ingleses no tienen muy buen gusto.
-¡Pero eran esqueletos! ¡En la cama! ¡En el baño!
Él suspira. Me dice con voz calma.
-Estamos rodeados de esqueletos, amor. En la cama... en el baño...
-¿Vos lo decís por... los embriones? ¡Pero estos eran esqueletos enormes!
-No sé vos pero yo a los embriones los siento como algo muy grande, amor.
11 de mayo de 2015
Una fiesta
Al día siguiente teníamos que dar una fiesta. Sí, una fiesta.
En vistas al cumpleaños de él habíamos hecho un simple razonamiento: esperar a la beta para festejar. Si daba positivo, pues sería una gran fiesta de cumpleaños y si daba negativo tendríamos una semana para reponernos y festejar igual.
Pero en el camino de la reproducción asistida nada es simple. Dio positivo y una semana después lo estaba perdiendo.
¿Y qué hacíamos con la fiesta?
Decidimos hacer laborterapia. Habíamos prometido cocinar un gran guiso de lentejas para treinta amigos. El viernes, luego de la tercera beta, una vez descartado el ectópico y sabiendo que se estaba perdiendo, nos pusimos a cortar verdura y carne al son de Show must go on de The Queen.
Dimos la fiesta.
Yo todavía podía sentir la hormona dando vueltas por mi cuerpo. No me había bajado ni una gota de sangre. Nada.
Vinieron todos. Muchos de nuestros amigos ya tienen hijos. Algunos son bebés y otros son niños. En un momento, aturdida por el ruido, la gente y la bebida fui a buscar algo a mi cuarto. Y allí estaban, tres niños en mi cama, uno de ellos le leía al hermano menor y el tercero dormía a pata suelta.
No puedo explicar lo que le pasó a mi corazón en ese momento. Tuve que salir rápido de la habitación.
Abajo seguía el barullo.
Las lentejas salieron deliciososas, no quedó nada, como si hubiera pasado la langosta por mi casa.
Finalmente a las dos de la mañana la casa quedó vacía.
Nos miramos, extenuados. Nos abrazamos.
Me dijo: sos tan hermosa.
Y yo empecé a llorar.
En vistas al cumpleaños de él habíamos hecho un simple razonamiento: esperar a la beta para festejar. Si daba positivo, pues sería una gran fiesta de cumpleaños y si daba negativo tendríamos una semana para reponernos y festejar igual.
Pero en el camino de la reproducción asistida nada es simple. Dio positivo y una semana después lo estaba perdiendo.
¿Y qué hacíamos con la fiesta?
Decidimos hacer laborterapia. Habíamos prometido cocinar un gran guiso de lentejas para treinta amigos. El viernes, luego de la tercera beta, una vez descartado el ectópico y sabiendo que se estaba perdiendo, nos pusimos a cortar verdura y carne al son de Show must go on de The Queen.
Dimos la fiesta.
Yo todavía podía sentir la hormona dando vueltas por mi cuerpo. No me había bajado ni una gota de sangre. Nada.
Vinieron todos. Muchos de nuestros amigos ya tienen hijos. Algunos son bebés y otros son niños. En un momento, aturdida por el ruido, la gente y la bebida fui a buscar algo a mi cuarto. Y allí estaban, tres niños en mi cama, uno de ellos le leía al hermano menor y el tercero dormía a pata suelta.
No puedo explicar lo que le pasó a mi corazón en ese momento. Tuve que salir rápido de la habitación.
Abajo seguía el barullo.
Las lentejas salieron deliciososas, no quedó nada, como si hubiera pasado la langosta por mi casa.
Finalmente a las dos de la mañana la casa quedó vacía.
Nos miramos, extenuados. Nos abrazamos.
Me dijo: sos tan hermosa.
Y yo empecé a llorar.
10 de mayo de 2015
Saliendo de la anestesia
Viernes muy temprano por la mañana. Voy a la clínica a buscar una orden para hacerme la tercera beta de la semana. Cuando estoy por salir, se abre la puerta del ascensor y lo veo a mi doc que está recién entrando.
Me mira con ojos comprensivos, sabe que estoy pasando por un infierno.
-¿Cómo estás?
No sé bien qué responder. No esperaba verlo. Le digo lo primero que me sale.
-¿La verdad? En shock. Todavía no entiendo lo que pasó. Encima todavía siento todos los síntomas.
-Claro, es porque la hormona tarda en bajar...
-¿Vos estás pensando que puede ser algo peor que...?
-No, no, un ectópico da valores más altos. Pero en una in vitro tenemos que estar bien seguros. Lo más probable es que haya sido un bioquímico. Y que la hormona vaya bajando.
Lo miro, tomo aire y coraje y le pregunto:
-Vos... ¿cómo ves el futuro?
Él sonríe.
-Vos sos joven, tenés esa ventaja. Implantás bien, eso ya quedó demostrado. Te embarazaste dos veces. El bioquímico y los negativos anteriores van dibujando el cuadro: baja reserva ovárica y el problema que eso trae, que los óvulos no son muy buenos. Pero te repito: sos joven. Ahora no tomes ninguna decisión. No podés. Es como si estuvieras saliendo de una anestesia*. Vamos a esperar que pase esto y después hablaremos bien de las posibilidades.
Me da un beso y me dice que lo llame si necesito algo, hablar, lo que sea.
-Cuídense mucho.
Salgo de la clínica con la orden en la mano. Camino las cuadras que me separan del laboratorio, me saco sangre.
Siento las tetas grandes y me baja un flujo transparente, precioso. Siento la dulzura de mi embrión, que se va despidiendo.
Vuelvo a casa.
* anestesia: del griego ἀναισθησία, que significa "insensibilidad".
Me mira con ojos comprensivos, sabe que estoy pasando por un infierno.
-¿Cómo estás?
No sé bien qué responder. No esperaba verlo. Le digo lo primero que me sale.
-¿La verdad? En shock. Todavía no entiendo lo que pasó. Encima todavía siento todos los síntomas.
-Claro, es porque la hormona tarda en bajar...
-¿Vos estás pensando que puede ser algo peor que...?
-No, no, un ectópico da valores más altos. Pero en una in vitro tenemos que estar bien seguros. Lo más probable es que haya sido un bioquímico. Y que la hormona vaya bajando.
Lo miro, tomo aire y coraje y le pregunto:
-Vos... ¿cómo ves el futuro?
Él sonríe.
-Vos sos joven, tenés esa ventaja. Implantás bien, eso ya quedó demostrado. Te embarazaste dos veces. El bioquímico y los negativos anteriores van dibujando el cuadro: baja reserva ovárica y el problema que eso trae, que los óvulos no son muy buenos. Pero te repito: sos joven. Ahora no tomes ninguna decisión. No podés. Es como si estuvieras saliendo de una anestesia*. Vamos a esperar que pase esto y después hablaremos bien de las posibilidades.
Me da un beso y me dice que lo llame si necesito algo, hablar, lo que sea.
-Cuídense mucho.
Salgo de la clínica con la orden en la mano. Camino las cuadras que me separan del laboratorio, me saco sangre.
Siento las tetas grandes y me baja un flujo transparente, precioso. Siento la dulzura de mi embrión, que se va despidiendo.
Vuelvo a casa.
* anestesia: del griego ἀναισθησία, que significa "insensibilidad".
7 de mayo de 2015
La beta bajó a la mitad
Y a nosotros se nos rompió un poco más el corazón.
5 de mayo de 2015
No me pares ahora
Al son de Don't stop me now de Queen escribo esta entrada. Estoy harta de tener miedo. Harta de no poder festejar un positivo y tener que estar agarrándome por las dudas de si algo va mal. Va a ir bien. Y si no, ¡al menos por ahora va bien! Y quiero gritarlo a los cuatro vientos porque la vida es esto también. ¡Son estos momentos! Estoy harta de que me miren y me midan como si fuera un conjunto de células. ¡La vida es más que eso! Estamos embarazados! Lo hemos logrado. Logramos ver esas dos rayitas en el baño de casa a las cinco de la mañana, nos emocionamos, lloramos y luego ¡logramos una beta aceptable!
¡Vamos! ¡No me pares ahora!
Me lo digo a mi misma. Vamos, no me pares ahora, Amapola, ¡no me pares! Me lo dicen ellos, mis embrioncitos, que desde el fondo de mis entrañas me dicen: "cause we are having a good time! We are having a good time!"
Gracias por sus lindos comentarios.
¡Vamos! ¡No me pares ahora!
Me lo digo a mi misma. Vamos, no me pares ahora, Amapola, ¡no me pares! Me lo dicen ellos, mis embrioncitos, que desde el fondo de mis entrañas me dicen: "cause we are having a good time! We are having a good time!"
Gracias por sus lindos comentarios.
4 de mayo de 2015
Beta +
La beta dio positiva.
Felicidades, dijo el doc. Y también dijo: es un buen valor.
A 34 días del ciclo da un valor de 349. Pero también dijo: hay que repetirla el miércoles.
Y eso, por supuesto, me puso muy pero muy nerviosa.
Pero como dijo mi hermano: "hoy estás embarazada. El miércoles seguiremos brindando.
Felicidades, dijo el doc. Y también dijo: es un buen valor.
A 34 días del ciclo da un valor de 349. Pero también dijo: hay que repetirla el miércoles.
Y eso, por supuesto, me puso muy pero muy nerviosa.
Pero como dijo mi hermano: "hoy estás embarazada. El miércoles seguiremos brindando.
3 de mayo de 2015
Una tímida segunda raya
Siendo mi séptima betaespera (y mi tercer año en tratamientos de fertilidad) me había prometido disfrutar al máximo todo lo que pudiera.
Pero en la segunda semana, como era de esperarse, todos los síntomas de la medicación se fueron. A día 8 post transfer comencé con dolor de ovarios, molestias lumbares y luego una sensación de que me vendría la menstruación todo el tiempo. Para colmo, el día 28 del ciclo manché un poquito el papel higiénico. Primero rosado y luego marrón. Con ese manchado me desmoroné pues así siempre empezaron mis menstruaciones cada vez que me hice tratamientos. Así que lloré como si no hubiera un mañana.
Pero, oh, el manchado no siguió. La progesterona volvió a salir blanca.
¡Eso sí que era algo nuevo!
Me habían marcado el día de la beta para el 1º de mayo. Un día feriadísimo. Y además, era el cumpleaños del futuro papá. Como no iba a haber ningún laboratorio abierto y el 2 de mayo era sábado me dijeron que mejor la hacíamos el 4 de mayo para estar bien seguros. Si la hacíamos el 30 de abril nos arriesgábamos a que nos diera un falso negativo. ¡Así que a aguantarse y a esperar!
Y obviamente, me compré un evatest.
A 32 días del ciclo y a 14 días post transfer, me desperté a las cinco de la mañana con ganas de hacer pis. Me levanté y me dije, listo, ya fue, yo me hago el test ahora y que sea lo que Dios quiera. Los cinco minutos se me hicieron eternos. Tuve que salir del baño para no quedarme como una idiota mirando si la tirita cambiaba de color. Pero al cabo de ese tiempo cuando volví a entrar vi que efectivamente se había dibujado una segunda raya, clarita, pero sí, ahí estaba.
Lo desperté.
-Amor, despertate, amor, ¡hay una segunda raya!
-¿Estás segura?
Se lo mostré.
-No veo nada, pará que me pongo los lentes.
-Es muy clarita pero está ahí. ¿La ves? ¡Pará que prendo la luz!
-No veo nada, pará, ¡voy a buscar una linterna!
Ay, los hombres.... ¡una linterna!
Pero bueh, ahí a la luz de su linterna vimos esa bendita segunda raya, hablándonos, diciéndonos en lenguaje de embrión: acá estamos, EXISTIMOS.
Hoy me hice un segundo test y ya la raya se marca mejor. Mañana es la beta.
Pero en la segunda semana, como era de esperarse, todos los síntomas de la medicación se fueron. A día 8 post transfer comencé con dolor de ovarios, molestias lumbares y luego una sensación de que me vendría la menstruación todo el tiempo. Para colmo, el día 28 del ciclo manché un poquito el papel higiénico. Primero rosado y luego marrón. Con ese manchado me desmoroné pues así siempre empezaron mis menstruaciones cada vez que me hice tratamientos. Así que lloré como si no hubiera un mañana.
Pero, oh, el manchado no siguió. La progesterona volvió a salir blanca.
¡Eso sí que era algo nuevo!
Me habían marcado el día de la beta para el 1º de mayo. Un día feriadísimo. Y además, era el cumpleaños del futuro papá. Como no iba a haber ningún laboratorio abierto y el 2 de mayo era sábado me dijeron que mejor la hacíamos el 4 de mayo para estar bien seguros. Si la hacíamos el 30 de abril nos arriesgábamos a que nos diera un falso negativo. ¡Así que a aguantarse y a esperar!
Y obviamente, me compré un evatest.
A 32 días del ciclo y a 14 días post transfer, me desperté a las cinco de la mañana con ganas de hacer pis. Me levanté y me dije, listo, ya fue, yo me hago el test ahora y que sea lo que Dios quiera. Los cinco minutos se me hicieron eternos. Tuve que salir del baño para no quedarme como una idiota mirando si la tirita cambiaba de color. Pero al cabo de ese tiempo cuando volví a entrar vi que efectivamente se había dibujado una segunda raya, clarita, pero sí, ahí estaba.
Lo desperté.
-Amor, despertate, amor, ¡hay una segunda raya!
-¿Estás segura?
Se lo mostré.
-No veo nada, pará que me pongo los lentes.
-Es muy clarita pero está ahí. ¿La ves? ¡Pará que prendo la luz!
-No veo nada, pará, ¡voy a buscar una linterna!
Ay, los hombres.... ¡una linterna!
Pero bueh, ahí a la luz de su linterna vimos esa bendita segunda raya, hablándonos, diciéndonos en lenguaje de embrión: acá estamos, EXISTIMOS.
Hoy me hice un segundo test y ya la raya se marca mejor. Mañana es la beta.
29 de abril de 2015
Bardo
¿Qué es la betaespera? La betaespera es un bardo.
Bardo quiere decir literalmente ¨ entre dos ¨ un hueco desconocido entre dos puntos fijos. Es una fase de transición, un estado donde no se está ni aquí ni allá.
Bardo quiere decir literalmente ¨ entre dos ¨ un hueco desconocido entre dos puntos fijos. Es una fase de transición, un estado donde no se está ni aquí ni allá.
Dentro del bardo de la vida hay muchos
bardos. Cada vez que algo comienza o termina (un proyecto, una relación o el
día mismo) es como si ingresáramos en un bardo. Cuando no sabemos bien qué pasa
o que nos depara el futuro, habitamos un bardo, donde la incertidumbre y la
confusión son nuestros únicos puntos de referencia. Tratamos de salvar la distancia
lo más rápido posible, para evitar perdernos en ese abismo.
En cualquier situación donde faltan los
puntos de referencia conocidos, estamos en un bardo. La situación no tiene
ningún sentido; parece como que flotamos en el espacio, sin saber quiénes somos
ni qué se espera de nosotros, lo único que sabemos es que no sabemos.
¿Qué pasaría si encontráramos la manera de
relajarnos en este espacio y sentirnos cómodos allí? Todo se origina en el
espacio y finalmente retorna a él; los pensamientos vienen del espacio y
desaparecen en el espacio. El bardo entre pensamientos es una apertura al
espacio.
Nuestro bienestar depende de nuestro sentido del espacio:
cuanto más íntima nuestra relación con el espacio tanto interno como externo,
tanto más expansiva será nuestra mente. Mente y espacio son de la misma
familia. La sabiduría y el equilibrio pueden crecer allí donde la conciencia es
ancha y profunda.
El temor es la reacción natural a la experiencia de un
bardo. El miedo es el ancla del ego, que depende de la separación entre sujeto
y objeto. Está al acecho ahí donde hay dualidad y separación. Podemos
relajarnos en los sentimientos de terror, impotencia y aislamiento, dándonos
cuenta de que todas nuestras experiencias son proyecciones de nuestra mente; de
esa manera podemos aprender a sentirnos cómodos en este vacío. Reconocemos que vacío
es sinónimo de espacio y que el miedo es un simple marcador para la
apertura. A medida que la sensación de separación se disuelve en la integridad,
el miedo se convierte en sensación de libertad. En el umbral de lo desconocido
el miedo puede ser una señal positiva, un indicador de que algo nuevo se
avecina. El miedo simplemente avisa que el cambio y la apertura están cerca,
que se aproxima un nuevo conocimiento.
Podemos reconocer nuestro temor y simultáneamente
aventurarnos suavemente dentro de este nuevo territorio.
Para ayudar a enfrentar nuestros miedos, podemos
preguntarnos ¨¿Qué es lo peor que puede pasarme?¨ y seguir este pensamiento
hasta el final. Cuando la conciencia se abre así al miedo, éste pierde fuerza.
El miedo nos ayuda a reconocer que estamos en un bardo. Este conocimiento
aporta seguridad. Ahora sabemos que no sabemos. Al enfrentar esta verdad nos
ponemos en contacto con nuestra capacidad de conocer, no se refiere a
conocimientos de datos, sino a la capacidad de conocimiento. A esta capacidad
debemos aferrarnos cuando falla todo lo demás. Entonces el vacío y el espacio ya
no nos asusta y hasta podemos descubrir que nos sentimos como en casa allí.
Conocer
el miedo como amigo y aliado nos ayuda a enfrentarlo cuando surge.
El silencio nos ayuda a
familiarizarnos con el espacio. A pesar de la incomodidad inicial,
podemos acostumbrarnos al silencio, aprender a reconocer nuestros sentimientos
de inquietud sin ceder a ellos. En la medida en que nos mantenemos quietos, el
silencio nos permite empezar a explorar nuestra vivencia interior.
Atreviéndonos a sumergirnos en el silencio ingresamos en todo un mundo nuevo.
El silencio le brinda espacio a al mente para que ésta pueda expandirse y así
la actividad mental se vuelva más transparente. Cuando somos amigos del
silencio, los pensamiento o emociones que surgen pasarán de largo sin que nos
involucremos. En lugar de aferrarnos a las proyecciones de la mente, navegamos
con el radar de la conciencia plena.
Vivir sin arrepentimiento, Arnauld Maitland
27 de abril de 2015
Encuentro
No sé cómo comenzar a describir este encuentro. Hacía mucho que queríamos conocernos pero las circunstancias nunca eran las apropiadas. La vida, sin embargo, nunca se detiene, siempre continúa, avasallante, con nuevas circunstancias. Y hasta que esto no se aprende es imposible sobrellevarla.
Ella lo aprendió más que nadie. Lo vi en su dulzura, el despliegue de sus manos, la suave cadencia de su voz que me sedujo desde el comienzo.
No sé cómo dar las gracias a este encuentro.
La cita fue en la avenida Corrientes, la avenida que me marcó a mis veinte años. Solía pasear mucho por esa avenida en busca de libros para la facultad, tomando cafés con leche y masticando medialunas, mirando espectáculos, yendo a cines que se caían a pedazos a ver películas en blanco y negro, siempre con un libro en la mano y algo para anotar.
Y allí estaba otra vez, sentada en aquel cafecito tan típico de Buenos Aires, a unas cuadras del obelisco, con espejos antiguos en las paredes y las mesas de mármol. Hacía calor para pedir un chocolate con churros y por eso entre un té con limón y un café con leche nos contamos un buen pedazo de nuestras vidas.
Es extraño contarle la vida a alguien que ha estado leyendo este blog. Y es extraño escuchar de su propia voz aquellas cosas que una ha leído en palabras escritas. Pero todo sonaba tan familiar como si hubiéramos sido amigas desde hacía años. Era maravilloso. En cada sonrisa, carcajada, en cada lágrima.
Gracias, Promediando el círculo, por aquella tarde donde la betaespera se me hizo fresca y liviana como una brisa de primavera.
Ella lo aprendió más que nadie. Lo vi en su dulzura, el despliegue de sus manos, la suave cadencia de su voz que me sedujo desde el comienzo.
No sé cómo dar las gracias a este encuentro.
La cita fue en la avenida Corrientes, la avenida que me marcó a mis veinte años. Solía pasear mucho por esa avenida en busca de libros para la facultad, tomando cafés con leche y masticando medialunas, mirando espectáculos, yendo a cines que se caían a pedazos a ver películas en blanco y negro, siempre con un libro en la mano y algo para anotar.
Y allí estaba otra vez, sentada en aquel cafecito tan típico de Buenos Aires, a unas cuadras del obelisco, con espejos antiguos en las paredes y las mesas de mármol. Hacía calor para pedir un chocolate con churros y por eso entre un té con limón y un café con leche nos contamos un buen pedazo de nuestras vidas.
Es extraño contarle la vida a alguien que ha estado leyendo este blog. Y es extraño escuchar de su propia voz aquellas cosas que una ha leído en palabras escritas. Pero todo sonaba tan familiar como si hubiéramos sido amigas desde hacía años. Era maravilloso. En cada sonrisa, carcajada, en cada lágrima.
Gracias, Promediando el círculo, por aquella tarde donde la betaespera se me hizo fresca y liviana como una brisa de primavera.
18 de abril de 2015
Todos juntos y cobijados
¡Ya están conmigo, mis pequeñitos! Juro que traté de relajarme en la camilla. Le pedí a papá que mientras yo estaba allí en el quirófano fuera él quien les rogara que vinieran. A él no lo dejaron pasar, simplemente lo dejaron envuelto en su bata blanca y un gorro muy ridículo en el cubículo de espera. Parecía un enorme copo de nieve blanco. Todo es blanco allí, en ese habitacioncita. Antes de irme me hizo reir como siempre lo hace y ¡yo casi me meo encima!
Es que estaba a estallar de pis con el vaso de jugo de naranja, el té y otro vaso de agua que me tomé hasta el tope. La vejiga enorme y caliente dejaba el camino recto y abierto para que ustedes vinieran. Al principio pensé que me moría cuando el doc introdujo el espéculo. Pero luego cerré los ojos y empecé respirar y repetir para mis adentros: te amo, te amo, te amo, te amo. Ni sabía a quién se lo decía. Sólo repetía eso: te amo y gracias. No quise ver la pantalla ni espiarlos. Sólo cerré los ojos y me los imaginé entrando a mi carne. Aliviados ya de salir de esa placa petri, felices del nuevo entorno. "Yo si fuera un embrión saliendo de un laboratorio y me meten en tu útero obvio que me quedo!", me había dicho él unos minutos antes. Y entonces todo se calmó y dejé de resistirme y pude relajarme y el doc hizo bien su trabajo.
"¡Bien, cero dificultad! ¡Lo más importante salió perfecto!", escuché que decía.
Tenemos dos bellas posibilidades que ahora están bajo mi cobijo.
¡Quédense! ¡Por favor!
16 de abril de 2015
Punción y el día después
De mis ovarios salieron mis cuatro guerreritos. Hoy ya sabemos que dos fertilizaron normalmente, el tercero está "en camino" y el cuarto sucumbió en la batalla. A todos ellos: ¡gracias!
Llegar a la punción fue durísimo. Por momentos tuve la sensación de que no habría nada para fertilizar. Y esa sensación espantosa no se la deseo a nadie.
En el quirófano me angustié y lloré en la camilla. El anestecista trataba de calmarme pensando que lo que me angustiaba era el procedimiento. "No te preocupes, no vas a sentir nada". A mi no me salían las palabras para explicarle que no era por eso, que confío plenamente en las manos de mi médico. Mi miedo era que no hubiera nada para hacer embriones.
Amores míos, ya están aquí, les deseo una larga y hermosa vida. Les juro, les recontrajuro que acá hay mucho amor, abrazos y corazón para amarlos. Quédense con nosotros. ¡Por favor!
Llegar a la punción fue durísimo. Por momentos tuve la sensación de que no habría nada para fertilizar. Y esa sensación espantosa no se la deseo a nadie.
En el quirófano me angustié y lloré en la camilla. El anestecista trataba de calmarme pensando que lo que me angustiaba era el procedimiento. "No te preocupes, no vas a sentir nada". A mi no me salían las palabras para explicarle que no era por eso, que confío plenamente en las manos de mi médico. Mi miedo era que no hubiera nada para hacer embriones.
Amores míos, ya están aquí, les deseo una larga y hermosa vida. Les juro, les recontrajuro que acá hay mucho amor, abrazos y corazón para amarlos. Quédense con nosotros. ¡Por favor!
14 de abril de 2015
5
Me siento como un revólver cargado. A punto de disparar. Tengo las balas. Tengo un blanco. Pero no quiero matar a nadie. Quiero que se prenda la vida dentro de mi. Y sin embargo, prima la sensación de ser un revólver. Metal pesado y duro. No un arco y una flecha, livianos y elegantes. No, un revólver cargado. La ruleta rusa está por empezar. Y me va a volar la cabeza.
13 de abril de 2015
4
Cuarta ecografía.
¿Qué ves? ¿Qué ves cuando me ves?
Dos folis ya casi cocinados. Tres folis que parece que no tomaron la leche.
Aplicación de HCG por la noche y rogamos que la gonadotrofina coriónica les de el golpe de horno que necesitan. Mi doc no quiere esperar más por temor a que los grandes se pasen y porque ya me llené de medicación hasta el tope. Tengo más hormonas que un pollo.
-Date la HCG y estallá de una vez, dale.
Genial. Mi médico me pide que estalle.
Así estamos.
Llamo al banco de semen. La secretaria, muy amable, me dice:
-Disculpame, es que la computadora hoy está medio lenta.
-Te disculpo todo lo que quieras. En estos días mis ovarios también van lentos.
La pobre mujer se apiada de mi con un "todo va a estar bien".¿Ya dije que esa frase, en este contexto, me parece muy idiota?
No tengo idea de cómo va a devenir esto.
Sólo pido que de todo lo que hay ahí, haya algún ovocito digno de ser fecundado.
Que haya embriones, la puta madre. Algo.
¡Punción, allá vamos!
¿Qué ves? ¿Qué ves cuando me ves?
Dos folis ya casi cocinados. Tres folis que parece que no tomaron la leche.
Aplicación de HCG por la noche y rogamos que la gonadotrofina coriónica les de el golpe de horno que necesitan. Mi doc no quiere esperar más por temor a que los grandes se pasen y porque ya me llené de medicación hasta el tope. Tengo más hormonas que un pollo.
-Date la HCG y estallá de una vez, dale.
Genial. Mi médico me pide que estalle.
Así estamos.
Llamo al banco de semen. La secretaria, muy amable, me dice:
-Disculpame, es que la computadora hoy está medio lenta.
-Te disculpo todo lo que quieras. En estos días mis ovarios también van lentos.
La pobre mujer se apiada de mi con un "todo va a estar bien".¿Ya dije que esa frase, en este contexto, me parece muy idiota?
No tengo idea de cómo va a devenir esto.
Sólo pido que de todo lo que hay ahí, haya algún ovocito digno de ser fecundado.
Que haya embriones, la puta madre. Algo.
¡Punción, allá vamos!
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