Entro con mi vestidito de verano floreado. Me siento bien,
tranquila, sin apremios.
-¿Cómo vamos? ¿Sentiste algo con la medicación?
-Sí... no sé... normal.
Me recuesto en la camilla dispuesta a que me haga la ecografía
trasvaginal. Como si fuera cosa de todos los días. Él se dispone a
comenzar.
-En realidad... siento que todo está
trabajando...-le digo.
-¡Y cómo está trabajando! ¡Qué lindo está esto!
Su comentario me hace reir.
-¿Te dije ya que tenés unos ovarios hermosos? Tres óvulos
generaste.
-¿TRES?
-Sí, a ver si hay un cuarto....cancelo todo... no, tenés tres,
mirá.
Me muestra la imagen y efectivamente los veo. Tres bolitas negras.
-Bueno -me dice apagando la máquina. -Cambiate tranquila que
tenemos que analizar los pros y los contras.
Me cambio un poco nerviosa. Salgo de a salita y me siento frente a
su escritorio. Saca su libreta y empieza a anotar.
-Vamos por partes. Ovulás bárbaro. Respondés muy bien a la
estimulación. A los ovarios les doy un diez.
-Ajá.
-Pero hay una segunda cuestión: el útero. El Clomifeno que
tomaste, a algunas mujeres les afecta el tejido endometrial. Ayuda a
los ovarios pero disminuye el endometrio. El útero está en un 5,
digamos. Podría estar mejor, más mullidito.
Lo miro preocupada.
-No es para que te preocupes. Es algo del Clomifeno, no tuyo. Con
la otra droga esto se arregla en un 100%.
-¿Entonces?
-Hay un tercer factor: tenés tres óvulos y sos joven. Hay
posibilidad de embarazo múltiple.
-¿Pueden salir los tres?
-Y...
-...
-Estás en un siete, digamos. Y yo querría que para el primer
intento estés en un 9 o 10. Si tu marido tuviera semen fresco que
procesamos nosotros te haría la inseminación. Si fuera tu cuarto
intento, también. Pero es el primer intento y con semen de un
banco...
-...
-Yo saco en limpio dos cosas: una que te estimulás bárbaro y la
otra que tenemos que usar la otra droga inyectable, pero en dosis
bajas, de modo que podamos medir cuantos óvulos queremos.
-Entonces... ¿hay que dejar pasar este ciclo?
-Sí, te voy a dar anticonceptivos porque quiero que los ovarios
descansen.
Me voy. Salgo a la calle como atontada. No sé qué hacer. Lo
llamo a él, le explico. Nos quedamos hablando inusualmente un
tiempo largo en el celular. Camino mientras le hablo sin un rumbo fijo. No sé para donde ir. Me siento como una mamá
polla que no sabe qué hacer con sus tres huevos.
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