26 de mayo de 2013

2

Prendemos la computadora.
Se cuelga.
-Mal momento para que se cuelgue, ¿no? - dice él.
La resetea.
Funciona.
Buscamos el video donde una española muy simpática nos explica paso a paso lo que hay que hacer.
-Lavarse las manos. (Nos lavamos las manos, los dos).
-Desenroscar la lapicera. (Yo la desenrosco).
-Colocar el cartucho. (Él quita el plástico, lo coloca).
-Volver a enroscar la lapicera. (Yo la enrosco).
-Desinfectar con alcohol la punta de la lapicera (Yo le paso un algodón con alcohol).
-Colocar la aguja. (Él quita el envoltorio de plástico donde viene la aguja y yo la coloco).
-Desinfectar la aguja (Yo le paso el algodón con alcohol).
-Darle unos golpecitos para que la medicación suba a la aguja. (Él le da unos golpecitos).
-Medir las unidades. (Él mide las unidades).
-Pinchar.

Nos miramos.

-¿Querés que lo haga yo? -me dice.
-No, sí, no se...
-Amor...
-¿Tengo que pinchar hasta el final?
-Sí. ¿De qué lado preferís?
-El izquierdo, acá.
Me pellizco la panza del lado izquierdo.
-A ver...
-No pará, lo hago yo.
-Bueno.
Y me pincho. No duele nada. Pero nada. Es muy extraño, tener una aguja ahí, atravesando la piel de una ¡y no sentirla! Aprieto el botón y me inyecto. Siento el líquido entrando.
-¿Dolió?
-No, nada.
-Pasate algodón, apretate ahí.
Nos abrazamos. Contentos.
Qué raro que es estar contentos por esto.

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