Esta vez venimos más organizados.
Conseguí todos turnos a las 8:20 de la mañana. Eso es bueno porque él puede acompañarme. Es de noche aún cuando nos
subimos al auto pero para cuando ya estamos en la Lugones el cielo ha
comenzado a clarear y el hormiguero en el que se ha transformado
Buenos Aires nos deja avanzar.
Esta vez venimos más organizados. El doc está contento y hay cero drama. El puregon en la nueva dosis
hace bien su trabajo. Yo me siento normal, sana, trabajo, enseño,
estudio lo que no me sale, me reúno con algunos amigos, limpio la
casa (bueno, eso más o menos) y como de todo sin que nada me caiga
mal. Sí, increíble, como muchísimo más que antes y sin ninguna
culpa (carne, huevos, lácteos ¡vengan a mí!). No engordé nada
pero estoy llena de felicidad. Me siento tan fértil que podría dar
a luz mellizos sin miedo.
¿Por qué dije mellizos? Bueno, porque
parece que los óvulos vienen de a dos.
Esta vez venimos más organizados. Por
ejemplo, cambié el horario del Puregon. Es menos complicado en la
rutina pincharse antes de cenar que antes de desayunar. El
recordatorio de los pinchazos es, como decirlo, menos insistente.
Además, el ciclo fue más corto y me pinché menos veces. Y además,
después de la aguja del Gonacor, la del Puregon es jauja.
Esta vez venimos más organizados.
Estamos tranquilos, sabemos que esto es un camino como cualquier otro
y que lo mejor es transitarlo con buen humor y mucho amor. Lo mejor
es mimarse mucho y darle rienda suelta al cuerpo, que para eso
tenemos uno.
Ya estamos en la cresta de ola, ¡ahora
hay que surfear!