29 de abril de 2015

Bardo

¿Qué es la betaespera? La betaespera es un bardo.

Bardo quiere decir literalmente ¨ entre dos ¨ un hueco desconocido entre dos puntos fijos. Es una fase de transición, un estado donde no se está ni aquí ni allá.

Dentro del bardo de la vida hay muchos bardos. Cada vez que algo comienza o termina (un proyecto, una relación o el día mismo) es como si ingresáramos en un bardo. Cuando no sabemos bien qué pasa o que nos depara el futuro, habitamos un bardo, donde la incertidumbre y la confusión son nuestros únicos puntos de referencia. Tratamos de salvar la distancia lo más rápido posible, para evitar perdernos en ese abismo.

En cualquier situación donde faltan los puntos de referencia conocidos, estamos en un bardo. La situación no tiene ningún sentido; parece como que flotamos en el espacio, sin saber quiénes somos ni qué se espera de nosotros, lo único que sabemos es que no sabemos.

¿Qué pasaría si encontráramos la manera de relajarnos en este espacio y sentirnos cómodos allí? Todo se origina en el espacio y finalmente retorna a él; los pensamientos vienen del espacio y desaparecen en el espacio. El bardo entre pensamientos es una apertura al espacio.

Nuestro bienestar depende de nuestro sentido del espacio: cuanto más íntima nuestra relación con el espacio tanto interno como externo, tanto más expansiva será nuestra mente. Mente y espacio son de la misma familia. La sabiduría y el equilibrio pueden crecer allí donde la conciencia es ancha y profunda.

El temor es la reacción natural a la experiencia de un bardo. El miedo es el ancla del ego, que depende de la separación entre sujeto y objeto. Está al acecho ahí donde hay dualidad y separación. Podemos relajarnos en los sentimientos de terror, impotencia y aislamiento, dándonos cuenta de que todas nuestras experiencias son proyecciones de nuestra mente; de esa manera podemos aprender a sentirnos cómodos en este vacío. Reconocemos que vacío es sinónimo de espacio y que el miedo es un simple marcador para la apertura. A medida que la sensación de separación se disuelve en la integridad, el miedo se convierte en sensación de libertad. En el umbral de lo desconocido el miedo puede ser una señal positiva, un indicador de que algo nuevo se avecina. El miedo simplemente avisa que el cambio y la apertura están cerca, que se aproxima un nuevo conocimiento.

Podemos reconocer nuestro temor y simultáneamente aventurarnos suavemente dentro de este nuevo territorio.

Para ayudar a enfrentar nuestros miedos, podemos preguntarnos ¨¿Qué es lo peor que puede pasarme?¨ y seguir este pensamiento hasta el final. Cuando la conciencia se abre así al miedo, éste pierde fuerza. El miedo nos ayuda a reconocer que estamos en un bardo. Este conocimiento aporta seguridad. Ahora sabemos que no sabemos. Al enfrentar esta verdad nos ponemos en contacto con nuestra capacidad de conocer, no se refiere a conocimientos de datos, sino a la capacidad de conocimiento. A esta capacidad debemos aferrarnos cuando falla todo lo demás. Entonces el vacío y el espacio ya no nos asusta y hasta podemos descubrir que nos sentimos como en casa allí.

Conocer el miedo como amigo y aliado nos ayuda a enfrentarlo cuando surge.

El silencio nos ayuda a  familiarizarnos con el espacio. A pesar de la incomodidad inicial, podemos acostumbrarnos al silencio, aprender a reconocer nuestros sentimientos de inquietud sin ceder a ellos. En la medida en que nos mantenemos quietos, el silencio nos permite empezar a explorar nuestra vivencia interior. Atreviéndonos a sumergirnos en el silencio ingresamos en todo un mundo nuevo. El silencio le brinda espacio a al mente para que ésta pueda expandirse y así la actividad mental se vuelva más transparente. Cuando somos amigos del silencio, los pensamiento o emociones que surgen pasarán de largo sin que nos involucremos. En lugar de aferrarnos a las proyecciones de la mente, navegamos con el radar de la conciencia plena.



Vivir sin arrepentimiento, Arnauld Maitland


27 de abril de 2015

Encuentro

No sé cómo comenzar a describir este encuentro. Hacía mucho que queríamos conocernos pero las circunstancias nunca eran las apropiadas. La vida, sin embargo, nunca se detiene, siempre continúa, avasallante, con nuevas circunstancias. Y hasta que esto no se aprende es imposible sobrellevarla.
Ella lo aprendió más que nadie. Lo vi en su dulzura, el despliegue de sus manos, la suave cadencia de su voz que me sedujo desde el comienzo.
No sé cómo dar las gracias a este encuentro. 
La cita fue en la avenida Corrientes, la avenida que me marcó a mis veinte años. Solía pasear mucho por esa avenida en busca de libros para la facultad, tomando cafés con leche y masticando medialunas, mirando espectáculos, yendo a cines que se caían a pedazos a ver películas en blanco y negro, siempre con un libro en la mano y algo para anotar.
Y allí estaba otra vez, sentada en aquel cafecito tan típico de Buenos Aires, a unas cuadras del obelisco, con espejos antiguos en las paredes y las mesas de mármol. Hacía calor para pedir un chocolate con churros y por eso entre un té con limón y un café con leche nos contamos un buen pedazo de nuestras vidas.
Es extraño contarle la vida a alguien que ha estado leyendo este blog. Y es extraño escuchar de su propia voz aquellas cosas que una ha leído en palabras escritas. Pero todo sonaba tan familiar como si hubiéramos sido amigas desde hacía años. Era maravilloso. En cada sonrisa, carcajada, en cada lágrima. 
Gracias, Promediando el círculo, por aquella tarde donde la betaespera se me hizo fresca y liviana como una brisa de primavera.

18 de abril de 2015

Todos juntos y cobijados


¡Ya están conmigo, mis pequeñitos! Juro que traté de relajarme en la camilla. Le pedí a papá que mientras yo estaba allí en el quirófano fuera él quien les rogara que vinieran. A él no lo dejaron pasar, simplemente lo dejaron envuelto en su bata blanca y un gorro muy ridículo en el cubículo de espera. Parecía un enorme copo de nieve blanco. Todo es blanco allí, en ese habitacioncita. Antes de irme me hizo reir como siempre lo hace y ¡yo casi me meo encima!
Es que estaba a estallar de pis con el vaso de jugo de naranja, el té y otro vaso de agua que me tomé hasta el tope. La vejiga enorme y caliente dejaba el camino recto y abierto para que ustedes vinieran. Al principio pensé que me moría cuando el doc introdujo el espéculo. Pero luego cerré los ojos y empecé respirar y repetir para mis adentros: te amo, te amo, te amo, te amo. Ni sabía a quién se lo decía. Sólo repetía eso: te amo y gracias. No quise ver la pantalla ni espiarlos. Sólo cerré los ojos y me los imaginé entrando a mi carne. Aliviados ya de salir de esa placa petri, felices del nuevo entorno. "Yo si fuera un embrión saliendo de un laboratorio y me meten en tu útero obvio que me quedo!", me había dicho él unos minutos antes. Y entonces todo se calmó y dejé de resistirme y pude relajarme y el doc hizo bien su trabajo.
"¡Bien, cero dificultad! ¡Lo más importante salió perfecto!", escuché que decía.
Tenemos dos bellas posibilidades que ahora están bajo mi cobijo.
¡Quédense! ¡Por favor!

16 de abril de 2015

Punción y el día después

De mis ovarios salieron mis cuatro guerreritos. Hoy ya sabemos que dos fertilizaron normalmente, el tercero está "en camino" y el cuarto sucumbió en la batalla. A todos ellos: ¡gracias!
Llegar a la punción fue durísimo. Por momentos tuve la sensación de que no habría nada para fertilizar. Y esa sensación espantosa no se la deseo a nadie. 
En el quirófano me angustié y lloré en la camilla. El anestecista trataba de calmarme pensando que lo que me angustiaba era el procedimiento. "No te preocupes, no vas a sentir nada". A mi no me salían las palabras para explicarle que no era por eso, que confío plenamente en las manos de mi médico. Mi miedo era que no hubiera nada para hacer embriones.

Amores míos, ya están aquí, les deseo una larga y hermosa vida. Les juro, les recontrajuro que acá hay mucho amor, abrazos y corazón para amarlos. Quédense con nosotros. ¡Por favor!

14 de abril de 2015

5

Me siento como un revólver cargado. A punto de disparar. Tengo las balas. Tengo un blanco. Pero no quiero matar a nadie. Quiero que se prenda la vida dentro de mi. Y sin embargo, prima la sensación de ser un revólver. Metal pesado y duro. No un arco y una flecha, livianos y elegantes. No, un revólver cargado. La ruleta rusa está por empezar. Y me va a volar la cabeza.

13 de abril de 2015

4

Cuarta ecografía.
¿Qué ves? ¿Qué ves cuando me ves?
Dos folis ya casi cocinados. Tres folis que parece que no tomaron la leche.
Aplicación de HCG por la noche y rogamos que la gonadotrofina coriónica les de el golpe de horno que necesitan. Mi doc no quiere esperar más por temor a que los grandes se pasen y porque ya me llené de medicación hasta el tope. Tengo más hormonas que un pollo.
-Date la HCG y estallá de una vez, dale.
Genial. Mi médico me pide que estalle.
Así estamos.
Llamo al banco de semen. La secretaria, muy amable, me dice:
-Disculpame, es que la computadora hoy está medio lenta.
-Te disculpo todo lo que quieras. En estos días mis ovarios también van lentos.
La pobre mujer se apiada de mi con un "todo va a estar bien".¿Ya dije que esa frase, en este contexto, me parece muy idiota?
No tengo idea de cómo va a devenir esto.
Sólo pido que de todo lo que hay ahí, haya algún ovocito digno de ser fecundado.
Que haya embriones, la puta madre. Algo.
¡Punción, allá vamos!


12 de abril de 2015

3

Viernes por la mañana. Tercera ecografía.
Estoy semi recostada en la camilla con las piernas abiertas. Antes de venir acá me volví a sacar sangre para verificar Estradiol y Progesterona.
La cara de mi doc es de suspenso total. Trato de descifrar qué está mirando pero no lo logro discernir. 
-¿Estás más contento que el miércoles?
Suspira.
-Y... mmmno, la verdad que no. No es como la vez pasada. Esta vez viene más lento. Cambiate y te espero en el consultorio.
Mientras me visto trato de ordenar mis pensamientos pero últimamente las ideas claras se me escapan. Es como si hace días viviera en una nube de humo.
Entro al consultorio y lo veo acompañado de otra médica más joven. Los dos están mirando fijamente la computadora.
-Bueno, veamos ¿cuánta medicación te queda?
Respiro. Al menos no me está hablando de cancelar todo. No seré la "mejor foliculadora del mundo" pero algo parece que hay.
-Me queda Puregon y Cetrotide. Menopur sólo me queda una ampolla.
-Bien, vas a comprar dos ampollas más. Y nos vemos el lunes.
-¿O sea que sigo con la misma medicación?
-Sí. En el ciclo pasado explotó todo recién al final. Esperemos que esta vez suceda lo mismo.
Me paro, los saludo y me voy. La cabeza me da vueltas. Me hubiera gustado que me diga: "qué lindo esta esto", o "mirá cómo crecieron". Pero no. Es todo incertidumbre. Y la incertidumbre me está matando. Enseguida un pensamiento acude en mi rescate: "al menos no es la certeza de un NO".
En la calle lo llamo a mi chico y le explico todo. Luego me voy a la farmacia a comprar Menopur. No me alcanza la plata. Me denegan la tarjeta. Me entra una desesperación total. Me rugen las entrañas. No puedo pensar claramente. Estoy por largarme a llorar en la farmacia. Maldigo a las hormonas y a este momento de sensibilidad.
Viene a rescatarme mi mamá que, por esas "casualidades" de la vida, anda por ahí cerca. Bendigo los teléfonos celulares, la comunicación en el siglo XXI y a mi mamá, por supuesto. Nos volvemos juntas en subte, sosteniendo la heladerita con las dos ampollas de Menopur adentro. Me pregunto ¿cuántas veces más tendré que cruzar la mitad de la ciudad con medicación que necesita cadena de frío? Abrazo la heladerita como si allí hubiera algo muy preciado. Nos acordamos con mi mamá la vez que paseamos a los "muchachos" del donante en el subte. El tubito de ensayo metido entre el corpiño y la teta para darle calor. Parece que fue hace un siglo cuando me hacía las inseminaciones y todo parecía fácil. Yo foliculaba lindo lindo lindo.
Llegamos a mi casa. Meto todo en la heladera, me descalzo, preparo un mate y lo tomamos en el jardín.
Pequeño momento de paz.

Por la noche me llama el doc al celular.
-Te llamo para decir que está todo bien. Las hormonas dan mejor de lo que yo esperaba. Algo está descoordinado pero actividad ovárica hay. Quéndense tranquilos y pasen un buen fin de semana.
CHAN.

8 de abril de 2015

2

Van siete aplicaciones de Puregon y Menopur (por la noche). Hoy, al octavo día del ciclo, en la segunda ecografía, el recuento de folículos es sólo de 5. Say no more. Esperaba más, es cierto. Pero es lo que hay. Son cinco y esta vez vienen parejitos.
La primera ICSI fue en agosto del 2014. Para la segunda ecografía mis ovarios ya habían generado dos folículos ya casi cocinaditos y otros que estaban ahí sin decidirse a ser. El doc pensaba que habría muy pocos óvulos para la punción y contra todo pronóstico hubo 8 óvulos que generaron 4 embriones. 
Corte de manga para todos. Igual, al pedo porque no me quedé embarazada. 
Así que ya aprendimos que no sabemos nada. La imprevisibilidad nos caracteriza.
Entonces me hablo mientras me limpio las lágrimas. A ver, tomátelo con calma, no pierdas el foco de que lo que queremos es hacer un bebé. Y para hacer un bebé un óvulo es suficiente.
¿Y saben qué? A pesar de lo que se vio en la ecografía de hoy yo me permito aplaudir a mis ovarios. Bien, loquitos, ¡hicieron que esta vez los folis crecieran parejos! Eso que no existe en la naturaleza, ustedes lo lograron con todas las hormonas de rata china que me estoy inyectando. ¡Bravo! Estoy muy orgullosa de ustedes. Gracias, gracias gracias, chicos. Los amo. Sigan así. Nos vemos en la próxima eco.

6 de abril de 2015

1

Y arrancamos.
Hace cinco días que estoy a Puregon y Menopur. Misma dosis que la vez anterior. Lo único que cambió es que mis análisis hormonales finalmente dieron mejor. Me pincho por las noches, antes de irme a dormir. Pongo cuidado en el manejo de las agujas y algo debo haber aprendido porque ya no me dejo moretoncitos.
Me siento contenta, animada, con ganas, feliz, sí, eso, me siento feliz de estar finalmente en este proceso. Seguro que nadie que haya pasado por esto puede comprenderlo pero yo les aseguro que subirse a caballo del tratamiento que hará que tu bebé aterrice en tu panza ¡vale muchísimo la pena!
Así que sí, arrancamos.
Hoy tuve la primera ecografía y salió que hay algunos folículos. Igual es muy pronto para saber cuántos serán. Me toca volver a ir el miércoles y el viernes.
Y por ahora no mucho más.

2 de abril de 2015

Peace Piece

A la ecografía fui sola porque él no me podía acompañar. Antes me sacaron sangre. Otra vez: FSH y Estradiol. La ecografía salió bien. Los análisis también. Nos dieron el sí para empezar.
Al doc le gusta la música. Y a nosotros también. Entonces detrás de las indicaciones de la medicación ayer me escribió el nombre de Bill Evans. Y me dijo:
-Hoy cuando te pinches escuchen este tema: Peace Piece.
La historia es la siguiente: Bill Evans era muy exigente cuando grababa. En el momento de la grabación estaba a la espera de un músico que no llegaba. Para calmarse empezó a tocar el piano y era tan hermoso lo que estaba tocando que el sonidista del estudio lo grabó sin que Bill supiera. Y así nació Peace Piece, una pieza de improvisación en el piano única que está incluida en su segundo disco "Everybody digs Bill Evans".
-Cuando te sientas muy loca, vos escuchá esta pieza. Porque finalmente todo llega. 

Les dejo el link a esta belleza: https://www.youtube.com/watch?v=rQxVTFVWNjA