Algo del saco vitelino que no le gustó.
Y la vesícula que creció mucho pero que en realidad no es así sino
que lo interpreta como que el saco no creció y entonces la vesícula
se ve grande. Y entonces me entero de que no ve el embrión aún. De
que se ve el saco, se ve el anillo llamado vesícula pero no se ve el
embrión. Y entonces dice: no me gusta lo que veo. Algo que yo interpreto como "esto no es viable". El saquito no se está desarrollando como debiera.
Es lo que los médicos llaman tan fríamente: "desarrollo embrionario". Y ahora
comprendo por qué nadie dice nada hasta que termina el primer
trimestre. Porque recién a las 12 semanas uno se entera de si el
embarazo va a seguir o se va a perder.
Me pongo tan triste. Tan triste por
esta bolsita que trató de quedarse pero que pareciera que no tiene
muchas chances. Nos decimos con él que menos mal que la bolsita aguantó
todo lo que pudo para demostrarnos que sí, que nos quedamos
embarazados, que el óvulo y el espermatozoide se juntaron y que no
hay dudas de que en algún momento voy a ser mamá. Y él dijo, sí,
que bueno bolsín que te quedaste. Y entonces nos reímos abrazados
en la cama. Y yo lloro un poco pero ya no me siento tan triste aunque
sé que los días que vendrán van a ser largos y muy difíciles.
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