Ayer, un pequeño diálogo con mi mamá.
-Mamá... no sé si lo digo desde el cansacio o qué pero... ya no quiero tener hijos.
-...
-Si los embarazos hubieran salido adelante... yo... pero ya no puedo más.
-...
-Es que... no sé... no quiero que pienses que me siento mal por esto que me pasa. Siento que seguir por este camino está mal. Esto me hace mal.
-...
-Quiero decir, no me arrepiento ni un gramo de haber recorrido este camino. No sería la persona que soy hoy.
-Eso es verdad.
-Pero hoy miro a las embarazadas y no las envidio. No deseo eso para mi. Ya no quiero gestar. ¿Qué me pasa?
-Te voy a regalar una definición de felicidad. Porque creo que a pesar de que esto no resultó como vos creías yo veo en vos una persona feliz.
-Ay, mamá...
-En serio, escuchame...ser feliz no es andar sonriente todo el tiempo. Ser feliz es tener coraje y dignididad. Y vos tenés esas dos cosas. No te faltó coraje ni tampoco dignidad. Sos un ser hermoso. Y no lo digo porque seas mi hija sino porque es la verdad.
-Mama... vos luchaste tanto para tenerme... en los embarazos... y yo...
-¡Y vos sos otra persona! NO tenés que seguir mis pasos. Somos dos personas distintas. Liberate de mi historia. Conmigo no tenés ningún mandato que cumplir. ¡Hacé lo que quieras!
-Ay, mamá...
-Flor, si alguna vez te vuelve el deseo... sabés que siempre podés volver a buscar. Pero no hagas de esto un círculo. No pases por el mismo lugar. ¡Espiralá! Las espirales son vida.
-Las espirales... como el adn.
-Exacto. VIDA.
-Gracias, mamá.
-Te quiero mucho.
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6 de diciembre de 2015
1 de diciembre de 2015
Fuck
Llegó diciembre. Y yo no puedo decidir nada. Nada.
Mi primer impulso es bajarme de todo esto. Chau Gaviota. Gracias por todo.
Mi segundo impulso es hacerle un enorme fuck you a toda la industria médica de reproducción asistida. ¡Vayan a hormonar a sus abuelas!
Me descubrí mirando a las embarazadas y pensando, puf, menos mal que no me tocó. No envidio para nada sus panzas, sus tobillos hinchados y sus noches sin dormir.
¿Y eso? ¿Y ese pensamiento? Qué me pasa?
Sí, ya les dije: diciembre.
Me descubrí pensando en que YA no quiero tener hijos. YA no quiero.
Quería, sí, quería con toda mi alma.
Hubiera amado muchísimo a todos esos embriones que formamos gracias a los espermatozoides de un donante anónimo.
Pero ya no quiero un donante anónimo. De hecho no quiero espermatozoides de un hombre que no conozco y que mete su material genético en un vasito para que lo guarde un banco de esperma que me cobra sus buenos pesos para darme la mitad de lo que podría ser una VIDA.
Ya no quiero meterme hormonas en mis ovarios para que hagan un aquelarre de aquellos. No quiero. No quiero que me ecografien, ni que me pinchen, ni que me duerman, ni que me controlen, ni que me saquen sangre, ni que me metan un coso directo al útero.
Cuanto más lo pienso más me digo: ¿¿en qué carajo estaba pensando??
¡¡Fuck you doctor, psicóloga y todo el mundo de la fertilidad!!
¿Qué tenía que aprender de todo esto?
¿Que no todo se consigue como uno quiere? Bueno, sí, genial. ¿Que la naturaleza no es bondadosa siempre? Sí, bueno, a las patadas pero lo aprendí. ¿Que hay que reponerse de las pérdidas, de las decepciones, de la lucha desmedida? Sí, sí, muy bien. ¿Que la vida es mucho más que hacerse veintemil controles y que el amor en este camino de mierda lo es TODO?
PERFECTO.
Me descubrí diciéndole a mi pareja:
-Amor, sos la única persona con la que soportaría no tener hijos.
A lo que él respondió:
-Es lo más lindo que me dijeron en mi vida.
Diciembre y la puta madre que te re mil parió.
Mi primer impulso es bajarme de todo esto. Chau Gaviota. Gracias por todo.
Mi segundo impulso es hacerle un enorme fuck you a toda la industria médica de reproducción asistida. ¡Vayan a hormonar a sus abuelas!
Me descubrí mirando a las embarazadas y pensando, puf, menos mal que no me tocó. No envidio para nada sus panzas, sus tobillos hinchados y sus noches sin dormir.
¿Y eso? ¿Y ese pensamiento? Qué me pasa?
Sí, ya les dije: diciembre.
Me descubrí pensando en que YA no quiero tener hijos. YA no quiero.
Quería, sí, quería con toda mi alma.
Hubiera amado muchísimo a todos esos embriones que formamos gracias a los espermatozoides de un donante anónimo.
Pero ya no quiero un donante anónimo. De hecho no quiero espermatozoides de un hombre que no conozco y que mete su material genético en un vasito para que lo guarde un banco de esperma que me cobra sus buenos pesos para darme la mitad de lo que podría ser una VIDA.
Ya no quiero meterme hormonas en mis ovarios para que hagan un aquelarre de aquellos. No quiero. No quiero que me ecografien, ni que me pinchen, ni que me duerman, ni que me controlen, ni que me saquen sangre, ni que me metan un coso directo al útero.
Cuanto más lo pienso más me digo: ¿¿en qué carajo estaba pensando??
¡¡Fuck you doctor, psicóloga y todo el mundo de la fertilidad!!
¿Qué tenía que aprender de todo esto?
¿Que no todo se consigue como uno quiere? Bueno, sí, genial. ¿Que la naturaleza no es bondadosa siempre? Sí, bueno, a las patadas pero lo aprendí. ¿Que hay que reponerse de las pérdidas, de las decepciones, de la lucha desmedida? Sí, sí, muy bien. ¿Que la vida es mucho más que hacerse veintemil controles y que el amor en este camino de mierda lo es TODO?
PERFECTO.
Me descubrí diciéndole a mi pareja:
-Amor, sos la única persona con la que soportaría no tener hijos.
A lo que él respondió:
-Es lo más lindo que me dijeron en mi vida.
Diciembre y la puta madre que te re mil parió.
16 de noviembre de 2015
Un parto "soñado"
Estaba embarazada de una panza increíble y mi bebé estaba en posición perfecta para salir. Podía sentir su manito adentro mío. Era todo tan lógico. Pujaba y pujaba y todo iba saliendo perfecto. Un parto hermoso. Tan hermoso.
Hoy me vino la menstruación, o al menos empezó a caer una sangre atrevida. Un ciclo corto, esta vez. De 23 días. Pero yo sé de qué se trató esto.
Te parí mi belleza. Ya saliste de mi, sos libre. No tenés que quedarte sollozando por mamá. Ya está, bebé. Ya está.
Y como dice la canción:
Un día nos encontraremos
en otro carnaval
tendremos suerte si aprendemos
que no hay ningún rincón
que no hay ningún atracadero
que pueda disolver
en su escondite lo que fuimos
el tiempo está después...
Hoy me vino la menstruación, o al menos empezó a caer una sangre atrevida. Un ciclo corto, esta vez. De 23 días. Pero yo sé de qué se trató esto.
Te parí mi belleza. Ya saliste de mi, sos libre. No tenés que quedarte sollozando por mamá. Ya está, bebé. Ya está.
Y como dice la canción:
Un día nos encontraremos
en otro carnaval
tendremos suerte si aprendemos
que no hay ningún rincón
que no hay ningún atracadero
que pueda disolver
en su escondite lo que fuimos
el tiempo está después...
10 de noviembre de 2015
Aires nutricios
Me fui a la Sierra. Al llegar el señor de la cabaña que alquilábamos nos recibió y nos dio una piedra blanca a cada uno. "Bienvenidos, están parados en una montaña de cuarzo, la energía aquí es muy poderosa. Descansen y no se agoten".
El lugar a donde fuimos se llama Nono que, una vez allí, supe que es una deformación de la palabra quichua "ñuñu" que significa lisa y llanamente "tetas". Los comechingones, antiguos pobladores de ese lugar, creían que allí estaba enterrada la Pachamama porque había dos cerros juntitos y redondeados que parecían senos de mujer. A los comechingones los mataron a todos en la conquista, no quedó ni uno. Pero quedan sus leyendas.
Lo primero que pensé fue: qué sugestivo este nombre, sin saber nada vinimos a parar al santuario de la Pachamama.
A la Pachamama no se la puede matar porque todos venimos de ella y volvemos a ella. Ella nos da todo para vivir, agua, comida, aire, sol.
Ya al bajar del auto sentí que el aire me inundaba. Sólo quería respirar. ¡Qué hermoso era ese aire! ¡Ese aire me abrazaba!
La cabaña daba al inmenso Cerro Champaqui. Y también a un arroyo que desembocaba en una cascada. Por los alrededores circulaban pájaros, iguanas, liebres, zorros.
No hicimos nada mas que descansar. Ni siquiera caminamos mucho. Caminar era un esfuerzo. El aire era demasiado.
Allí volvimos a hacer el amor. Volvimos a conectarnos, a estar juntos.
También nos peleamos. Tenía que suceder. Nada puede ser perfecto.
Tuvimos muy poco sol, las nubes nos ayudaron a descansar más.
Volví a Buenos Aires hace unos días y aún no me hallo. No sé cómo hacía para trabajar tanto antes de irme. Me siento agotada, con baja presión y triste.
Hoy me desperté con este pensamiento: esta ciudad tiene aires malignos.
El lugar a donde fuimos se llama Nono que, una vez allí, supe que es una deformación de la palabra quichua "ñuñu" que significa lisa y llanamente "tetas". Los comechingones, antiguos pobladores de ese lugar, creían que allí estaba enterrada la Pachamama porque había dos cerros juntitos y redondeados que parecían senos de mujer. A los comechingones los mataron a todos en la conquista, no quedó ni uno. Pero quedan sus leyendas.
Lo primero que pensé fue: qué sugestivo este nombre, sin saber nada vinimos a parar al santuario de la Pachamama.
A la Pachamama no se la puede matar porque todos venimos de ella y volvemos a ella. Ella nos da todo para vivir, agua, comida, aire, sol.
Ya al bajar del auto sentí que el aire me inundaba. Sólo quería respirar. ¡Qué hermoso era ese aire! ¡Ese aire me abrazaba!
La cabaña daba al inmenso Cerro Champaqui. Y también a un arroyo que desembocaba en una cascada. Por los alrededores circulaban pájaros, iguanas, liebres, zorros.
No hicimos nada mas que descansar. Ni siquiera caminamos mucho. Caminar era un esfuerzo. El aire era demasiado.
Allí volvimos a hacer el amor. Volvimos a conectarnos, a estar juntos.
También nos peleamos. Tenía que suceder. Nada puede ser perfecto.
Tuvimos muy poco sol, las nubes nos ayudaron a descansar más.
Volví a Buenos Aires hace unos días y aún no me hallo. No sé cómo hacía para trabajar tanto antes de irme. Me siento agotada, con baja presión y triste.
Hoy me desperté con este pensamiento: esta ciudad tiene aires malignos.
Arroyo que pasaba debajo de nuestra cabaña |
27 de octubre de 2015
Todo normal
Me vino. Una semana de atraso. Tuve un ciclo extrañamente largo. Pensé que ya estaba, que se me había ido para siempre, que nunca más volvería a sentir rugir a mis ovarios. Me equivoqué. Anoche rugieron. Como hace tiempo que estoy en reproducción asistida ya sé lo que es: son folículos formándose, la vida pujando por querer ser. Eso.
Me dio alegría aunque eran las tres de la mañana y quería dormir.
Me clavé un ibuprofeno. Todo se calmó y yo descansé.
Sigo trabajando como si no hubiera un mañana.
En una semana nos vamos a la sierra.
Me dio alegría aunque eran las tres de la mañana y quería dormir.
Me clavé un ibuprofeno. Todo se calmó y yo descansé.
Sigo trabajando como si no hubiera un mañana.
En una semana nos vamos a la sierra.
21 de octubre de 2015
Y esto?
Estoy trabajando como una bestia en cuatro proyectos distintos, todos involucrando el cuerpo, dado que soy terapeuta corporal y docente.
Pero ahora tengo un atraso de 4 días en la menstruación.
Y no, no estoy embarazada. Es imposible. No hay chances, no hay forma de que me embarace de él. De su azoospermia no me puedo embarazar. Creo en los milagros pero no en esos milagros.
Las únicas veces que se me atrasó la colorada fue porque estaba embarazada. Soy una mujer de ciclos cortos, de 25 o 26 días. A lo sumo 28 días, como muuuuy largo.
Así que me pregunto... la puta madre... ¿y ahora qué?
Pero ahora tengo un atraso de 4 días en la menstruación.
Y no, no estoy embarazada. Es imposible. No hay chances, no hay forma de que me embarace de él. De su azoospermia no me puedo embarazar. Creo en los milagros pero no en esos milagros.
Las únicas veces que se me atrasó la colorada fue porque estaba embarazada. Soy una mujer de ciclos cortos, de 25 o 26 días. A lo sumo 28 días, como muuuuy largo.
Así que me pregunto... la puta madre... ¿y ahora qué?
14 de octubre de 2015
El rayo salvador
Cuando ellas hablan del inminente nacimiento de su bebé
a mí se me congela el alma.
a mí se me congela el alma.
Es sólo un instante,
un rayo que me atraviesa de cuajo
cortando partes mías.
Las felicito, les pregunto sobre el embarazo,
me comparten su felicidad, sorpresa y temor.
Pero después... escuchando sus palabrasme comparten su felicidad, sorpresa y temor.
mi alma se congela.
Tan inmersa estoy en mi trabajo, las pequeñas cosas de la vida y el tiempo veloz...
Tal vez haya que conectar más con el corazón
y dejar que el alma se exprese
que el rayo corte, parta, destruya,
para que nazca lo nuevo en mí.
13 de octubre de 2015
¿A quien quiero engañar?
Hoy en una extensa reunión de trabajo un colega anunció que está por ser padre, que está por nacer su hijo. Hace un año exactamente este hombre pregonaba que no quería tener hijos. Lo de siempre (lo que más duele): embarazó a su pareja en un tiro y nueve meses después está por nacer su vástago.
Creo que se me congeló la mirada. No es que la noticia me haya tomado de sorpresa, no. Ya lo sabía e incluso lo había "felicitado". Bah, no. Mentira. No lo felicité. Le deseé buena suerte. Acto seguido recordé la frase de Holden Caulfield en The Catcher in the rye: desearle buena suerte a alguien es algo terrible.
En ese momento no me pasó gran cosa. Pero hoy sí. Lo más extraño fue sentir un dolor punzante en las entrañas. Un dolor terrible que de a poco se fue aquietando a medida que se iba diluyendo mi corazón. El dolor de haber perdido, de no haber podido llevar adelanto mis embarazos.
¿A quién quiero engañar? Por más satisfecha que me sienta con lo que estoy haciendo... ese dolor de que mis embrioncitos no estén conmigo, de no haber podido cobijarlos, está. Y hoy quiero sentirlo. Mirarlo, cara a cara.
Creo que se me congeló la mirada. No es que la noticia me haya tomado de sorpresa, no. Ya lo sabía e incluso lo había "felicitado". Bah, no. Mentira. No lo felicité. Le deseé buena suerte. Acto seguido recordé la frase de Holden Caulfield en The Catcher in the rye: desearle buena suerte a alguien es algo terrible.
En ese momento no me pasó gran cosa. Pero hoy sí. Lo más extraño fue sentir un dolor punzante en las entrañas. Un dolor terrible que de a poco se fue aquietando a medida que se iba diluyendo mi corazón. El dolor de haber perdido, de no haber podido llevar adelanto mis embarazos.
¿A quién quiero engañar? Por más satisfecha que me sienta con lo que estoy haciendo... ese dolor de que mis embrioncitos no estén conmigo, de no haber podido cobijarlos, está. Y hoy quiero sentirlo. Mirarlo, cara a cara.
8 de octubre de 2015
Para Meri con amor
Hermosa mía,
¿Tu bebé no se da vuelta?
En acupuntura y en shiatsu utilizamos para ello el punto del meridiano de vejiga 67. Es el último punto de un meridiano muy largo que recorre toda la parte posterior del cuerpo y termina en el dedo chiquitito del pie. Justo en el final de su recorrido tenemos este punto.
Y ¿dónde está exactamente este punto?
Pues aquí:
Este punto se puede tocar haciendo presión con los dedos a partir del séptimo mes. También hay quienes aplican agujas de acupuntura o moxibustión. Pero si no te es posible consultar con un terapeuta, vos misma podés tocarlo, o bien, pedirle a tu pareja que lo toque.
En China, en los hospitales, a las parturientas les colocan agujas de acupuntura en ese punto para que el bebé se da vuelta.
Científicamente, ni la acupuntura ni la digitopuntura están "comprobadas".
¡Pero doy fe de que funciona!
Abrazos preciosa.
¿Tu bebé no se da vuelta?
En acupuntura y en shiatsu utilizamos para ello el punto del meridiano de vejiga 67. Es el último punto de un meridiano muy largo que recorre toda la parte posterior del cuerpo y termina en el dedo chiquitito del pie. Justo en el final de su recorrido tenemos este punto.
Y ¿dónde está exactamente este punto?
Pues aquí:
Este punto se puede tocar haciendo presión con los dedos a partir del séptimo mes. También hay quienes aplican agujas de acupuntura o moxibustión. Pero si no te es posible consultar con un terapeuta, vos misma podés tocarlo, o bien, pedirle a tu pareja que lo toque.
En China, en los hospitales, a las parturientas les colocan agujas de acupuntura en ese punto para que el bebé se da vuelta.
Científicamente, ni la acupuntura ni la digitopuntura están "comprobadas".
¡Pero doy fe de que funciona!
Abrazos preciosa.
4 de octubre de 2015
Actualización
Es clarísimo que no voy a hacer un nuevo intento este año.
A "clarísimo" se lo llevaron preso, ejem.
Soy consciente de que mi cuerpo me pide otras cosas y no es justamente someterme a un bombardeo hormonal que nunca sé en qué va a terminar. Literalmente no pude más y tiré la toalla. Se sintió bien. Muy bien. Se sintió maravilloso olvidarme de todo "el asuntito" de si me venía la menstruación, de cómo me venía, de si ovulaba, no ovulaba, de si el ciclo era corto, largo, de si me dolía, etc. Todo eso pasó a un segundo plano. Las menstruaciones se fueron sucediendo unas tras otras y yo empecé a sentirme bien, empecé a disfrutar, a reconocerme, a buscarme, ¡a amarme! Fue un alivio saber que mi vida estaba allí, tal como la dejé, para que yo la hiciera mía de una vez por todas. Me di el lujo de trabajar como una bestia en algo que amo y en brindarme a cuanto ser podía sin sentirme culpable.
Pero hace unos días me empezó a picar un bichito. Estoy pensando en pedirme un nuevo turno con doc y hacerme los estudios que me dijo hace unos meses. Sí, mujeres, ése mismo, el de las famosas trombofilias. A ver, según la explicación médica, no hay modo de que mis embris se hayan perdido por una trombofilia ya que ninguno de ellos llegó a tener un corazón que latiera. Es decir, todo apunta más a un problema con mis óvulos que a otra cosa pero, según mi doc, si en el futuro consigo mi ansiado embarazo mejor saberlo ya.
Luego de unos meses de descanso de la clínica de fertilidad, extracciones de sangre, agujas, pinchazos, abrirse de piernas ante el ecógrafo, controles, etc, creo que puedo enfrentarme a un nuevo estudio sin echarme a llorar.
Vamos, que he pasado por cosas peores.
Si logro pedirme un turno y presentarme ante el doc con una sonrisa significa que volví a tener fuerzas para encarar algo. No sé bien qué pero "algo" suena mejor que "nada".
Por otro lado, no sé en qué quedó el trámite de la obra social, ni idea de si me van a cubrir una tercer FIV-ICSI. Ni idea de si voy a encarar una nueva FIV-ICSI o si me voy a ir directo a OVO. Ni idea de si me voy a salir de este mundo de la Reproducción Asistida para no volver más o QUÉ. Sólo sé que no sé nada. Lo que sí quiero saber es si ese estudio de las trombofilias me da bien.
Y al carajo con lo demás, por ahora.
A "clarísimo" se lo llevaron preso, ejem.
Soy consciente de que mi cuerpo me pide otras cosas y no es justamente someterme a un bombardeo hormonal que nunca sé en qué va a terminar. Literalmente no pude más y tiré la toalla. Se sintió bien. Muy bien. Se sintió maravilloso olvidarme de todo "el asuntito" de si me venía la menstruación, de cómo me venía, de si ovulaba, no ovulaba, de si el ciclo era corto, largo, de si me dolía, etc. Todo eso pasó a un segundo plano. Las menstruaciones se fueron sucediendo unas tras otras y yo empecé a sentirme bien, empecé a disfrutar, a reconocerme, a buscarme, ¡a amarme! Fue un alivio saber que mi vida estaba allí, tal como la dejé, para que yo la hiciera mía de una vez por todas. Me di el lujo de trabajar como una bestia en algo que amo y en brindarme a cuanto ser podía sin sentirme culpable.
Pero hace unos días me empezó a picar un bichito. Estoy pensando en pedirme un nuevo turno con doc y hacerme los estudios que me dijo hace unos meses. Sí, mujeres, ése mismo, el de las famosas trombofilias. A ver, según la explicación médica, no hay modo de que mis embris se hayan perdido por una trombofilia ya que ninguno de ellos llegó a tener un corazón que latiera. Es decir, todo apunta más a un problema con mis óvulos que a otra cosa pero, según mi doc, si en el futuro consigo mi ansiado embarazo mejor saberlo ya.
Luego de unos meses de descanso de la clínica de fertilidad, extracciones de sangre, agujas, pinchazos, abrirse de piernas ante el ecógrafo, controles, etc, creo que puedo enfrentarme a un nuevo estudio sin echarme a llorar.
Vamos, que he pasado por cosas peores.
Si logro pedirme un turno y presentarme ante el doc con una sonrisa significa que volví a tener fuerzas para encarar algo. No sé bien qué pero "algo" suena mejor que "nada".
Por otro lado, no sé en qué quedó el trámite de la obra social, ni idea de si me van a cubrir una tercer FIV-ICSI. Ni idea de si voy a encarar una nueva FIV-ICSI o si me voy a ir directo a OVO. Ni idea de si me voy a salir de este mundo de la Reproducción Asistida para no volver más o QUÉ. Sólo sé que no sé nada. Lo que sí quiero saber es si ese estudio de las trombofilias me da bien.
Y al carajo con lo demás, por ahora.
16 de septiembre de 2015
¿Dónde? Y gracias
¿En dónde andará mi gaviota? No lo sé. Lo único que sé es donde estoy yo. Y donde estoy la vida me sonríe. La vida que vine a vivir me recuerda todos los días la fortuna de tener este cuerpo y usarlo. Y me permito amar a quienes tengo cerca, ayudar a quienes sufren mucho, disfrutar de lo que la vida me da y seguir adelante.
A veces me pregunto dónde estarás, si habrás sido sólo un sueño, si acaso algún día serás real. Pero hoy sé que hay más de un camino para llegar a vos. No sé de qué forma abrazaré la maternidad. No sé de qué forma me convertiré en madre. Pero lo que sí sé es que de algún modo eso llegará. De algún modo, está llegando. No me importa si es con mi panza enorme creciendo o con un niño que viene de otra panza. En realidad creo que entendí que lo que quiero es brindarme, amar, estar ahí para el otro. No faltarán mis brazos. Lo sé. Tengo un cuerpo para amar, abrazar y desear.
¿Dónde estarás, mi gaviota?
Es que tal vez no seas mía. Pero te encontraré.
Gracias por enseñarme todas estas cosas.
A veces me pregunto dónde estarás, si habrás sido sólo un sueño, si acaso algún día serás real. Pero hoy sé que hay más de un camino para llegar a vos. No sé de qué forma abrazaré la maternidad. No sé de qué forma me convertiré en madre. Pero lo que sí sé es que de algún modo eso llegará. De algún modo, está llegando. No me importa si es con mi panza enorme creciendo o con un niño que viene de otra panza. En realidad creo que entendí que lo que quiero es brindarme, amar, estar ahí para el otro. No faltarán mis brazos. Lo sé. Tengo un cuerpo para amar, abrazar y desear.
¿Dónde estarás, mi gaviota?
Es que tal vez no seas mía. Pero te encontraré.
Gracias por enseñarme todas estas cosas.
19 de agosto de 2015
Mi corazón sabe
Le pregunto a mi corazón si sabe. Y me responde que sí. Sabe. Mi corazón sabe que vivo hace tres años intentando quedarme embarazada.
También sabe que tengo anhelos, muchos anhelos. Y me responde con un breve cosquilleo.
Hace tiempo que puedo reirme nuevamente. Decidí tender un puente entre el mundo fértil y yo. Porque la fertilidad se define de muchas formas. Si mis óvulos no son de lo más fértil en mi igual hay mucho campo para sembrar. Procuro todos los días recordarme esto.
El mundo es mucho más complejo de lo que imaginamos. Hay cosas que no se pueden controlar. La vida prende o no prende. Se queda, se va y la naturaleza sigue su curso. En el medio yo puedo llorar, patalear, mirar para otro lado o intentar con todas mis fuerzas que esto resulte. Se dará o no se dará, ya no lo sé. Pero lo extraño es que no estoy angustiada. Estoy pasando por un momento crucial en mi vida.
Le pregunto a mi corazón qué tengo que hacer.
Y una voz muy profunda me responde:
-Lo que viniste a hacer. A lo demás, dale tiempo.
También sabe que tengo anhelos, muchos anhelos. Y me responde con un breve cosquilleo.
Hace tiempo que puedo reirme nuevamente. Decidí tender un puente entre el mundo fértil y yo. Porque la fertilidad se define de muchas formas. Si mis óvulos no son de lo más fértil en mi igual hay mucho campo para sembrar. Procuro todos los días recordarme esto.
El mundo es mucho más complejo de lo que imaginamos. Hay cosas que no se pueden controlar. La vida prende o no prende. Se queda, se va y la naturaleza sigue su curso. En el medio yo puedo llorar, patalear, mirar para otro lado o intentar con todas mis fuerzas que esto resulte. Se dará o no se dará, ya no lo sé. Pero lo extraño es que no estoy angustiada. Estoy pasando por un momento crucial en mi vida.
Le pregunto a mi corazón qué tengo que hacer.
Y una voz muy profunda me responde:
-Lo que viniste a hacer. A lo demás, dale tiempo.
5 de agosto de 2015
Un ofrecimiento muy especial
Hoy me junté a almorzar con mi prima luego de varios años. A veces nos vemos en reuniones familiares pero hacía años que no manteníamos una conversación privada.
En mi familia saben que estoy en reproducción asistida. No es un secreto. Mi mamá se lo contó a mi tío (su hermano) y de ahí que mis primos sepan algo aunque ningún detalle de cómo y cúando sucedieron las cosas.
Cuando mi prima me pidió de juntarnos yo sabía que se venía la pregunta. Por eso supongo que tardé tanto en aceptar este almuerzo.
Mi prima tiene dos hermosas hijas. No tuvo ningún problema para quedarse embarazada y las tuvo relativamente joven. Siempre que la veo es increíble el parecido que tiene con mi madre. Yo no soy parecida a mi madre, en las facciones me parezco más a mi padre.
Tuvimos una larga charla donde le conté un poco el periplo de estos tres años en reproducción asistida y el diagnóstico más preciso al cual hemos llegado: la calidad dudosa de mis ovocitos. Ella asentía, me miraba, me sostenía la mano y me daba aliento, coraje. Me contó de una pareja amiga suya que recientemente se habían quedado embarazados de mellizos.
-¡Y ella tiene 43 años! -me aclaró.
Yo me sonreí.
-¿Mellizos y con 43 años? O tu amiga es muy fértil o fue por ovodonación.
Se le agrandaron los ojos. Su mirada me interrogó enseguida. Empezamos a hablar del increíble mundo de la donación de gametas. Óvulos, espermatozoides, embriones... Y que gracias a ello mujeres con fallo ovárico prematuro o con edades avanzadas podían ser mamás.
-Entenderás que nosotros no tenemos problemas con lo genético. Si acepto los espermatozoies de un donante hombre puedo aceptar óvulos sanos de otra mujer.
-Pero entonces no está todo perdido -me dijo sonriendo.
-No, no, hay muchas cosas que aún se pueden intentar...
Ella se quedó en silencio un rato. Luego me preguntó:
-¿Y cómo hace una mujer para donar?
Le conté de la estimulación con hormonas para provocar la mayor cantidad de ovocitos en el ovario, del momento de la punción en el quirófano y con sedación y luego... su labor está cumplida.
Otra vez se quedó en silencio. Luego me dijo:
-Si decidís ir por el camino de la ovodonación y... te sirve.... yo te doy mis óvulos.
Me quedé dura, sentada en la silla, los ojos como platos.
-En serio... mirá, tengo dos hijas sanas, nunca tuve un aborto, me quedé embarazada rápido, tengo ciclos reloj, sé que ovulo porque me cambia el flujo, me doy cuenta. Esa parte de mi cuerpo doy fe que anda bien. Si se puede, yo te los doy de mil amores.
Se me salieron las lágrimas. A ella también.
-No sé... que decir... wow, nunca jamás una mujer me hizo este ofrecimiento. ¡Dios mío!
Y yo que me preguntaba cómo eran las donantes. Ahí enfrente tenía una. Mi prima. Dispuesta a pasar por una estimulación, pincharse durante 10 días tres inyecciones diarias, meterse en un quirófano para que otra mujer -yo- fuera mamá.
Mi prima tiene 40 años. De más está decir que jamás la aceptarían en la clínica de fertilidad (creo que tienen un límite de edad para las donantes). Pero su ofrecimiento, tan sólo el ofrecimiento, fue uno de los mejores regalos que me pudo dar este día.
En mi familia saben que estoy en reproducción asistida. No es un secreto. Mi mamá se lo contó a mi tío (su hermano) y de ahí que mis primos sepan algo aunque ningún detalle de cómo y cúando sucedieron las cosas.
Cuando mi prima me pidió de juntarnos yo sabía que se venía la pregunta. Por eso supongo que tardé tanto en aceptar este almuerzo.
Mi prima tiene dos hermosas hijas. No tuvo ningún problema para quedarse embarazada y las tuvo relativamente joven. Siempre que la veo es increíble el parecido que tiene con mi madre. Yo no soy parecida a mi madre, en las facciones me parezco más a mi padre.
Tuvimos una larga charla donde le conté un poco el periplo de estos tres años en reproducción asistida y el diagnóstico más preciso al cual hemos llegado: la calidad dudosa de mis ovocitos. Ella asentía, me miraba, me sostenía la mano y me daba aliento, coraje. Me contó de una pareja amiga suya que recientemente se habían quedado embarazados de mellizos.
-¡Y ella tiene 43 años! -me aclaró.
Yo me sonreí.
-¿Mellizos y con 43 años? O tu amiga es muy fértil o fue por ovodonación.
Se le agrandaron los ojos. Su mirada me interrogó enseguida. Empezamos a hablar del increíble mundo de la donación de gametas. Óvulos, espermatozoides, embriones... Y que gracias a ello mujeres con fallo ovárico prematuro o con edades avanzadas podían ser mamás.
-Entenderás que nosotros no tenemos problemas con lo genético. Si acepto los espermatozoies de un donante hombre puedo aceptar óvulos sanos de otra mujer.
-Pero entonces no está todo perdido -me dijo sonriendo.
-No, no, hay muchas cosas que aún se pueden intentar...
Ella se quedó en silencio un rato. Luego me preguntó:
-¿Y cómo hace una mujer para donar?
Le conté de la estimulación con hormonas para provocar la mayor cantidad de ovocitos en el ovario, del momento de la punción en el quirófano y con sedación y luego... su labor está cumplida.
Otra vez se quedó en silencio. Luego me dijo:
-Si decidís ir por el camino de la ovodonación y... te sirve.... yo te doy mis óvulos.
Me quedé dura, sentada en la silla, los ojos como platos.
-En serio... mirá, tengo dos hijas sanas, nunca tuve un aborto, me quedé embarazada rápido, tengo ciclos reloj, sé que ovulo porque me cambia el flujo, me doy cuenta. Esa parte de mi cuerpo doy fe que anda bien. Si se puede, yo te los doy de mil amores.
Se me salieron las lágrimas. A ella también.
-No sé... que decir... wow, nunca jamás una mujer me hizo este ofrecimiento. ¡Dios mío!
Y yo que me preguntaba cómo eran las donantes. Ahí enfrente tenía una. Mi prima. Dispuesta a pasar por una estimulación, pincharse durante 10 días tres inyecciones diarias, meterse en un quirófano para que otra mujer -yo- fuera mamá.
Mi prima tiene 40 años. De más está decir que jamás la aceptarían en la clínica de fertilidad (creo que tienen un límite de edad para las donantes). Pero su ofrecimiento, tan sólo el ofrecimiento, fue uno de los mejores regalos que me pudo dar este día.
4 de agosto de 2015
Rezo por vos
El plan es que no hay plan.
No lo hay por primera vez en tres años. Contra todo pronóstico me siento liberada.
Tuve mi segunda menstruación luego de la última in vitro y el embarazo bioquímico. Y fue la mejor menstruación que tuve en años.
Llegó bajo los efluvios de la luna llena de acuario, a los 28 días del ciclo, sin dolor, en abundancia y con una sangre rojísima y caliente. Y me sentí viva, me sentí mamífera y hermanada con todas las hembras de este planeta.
¿Saben qué? Me di cuenta que ser mujer es grandioso. Porque el tiempo es circular. Y en ese círculo que empieza y termina siempre se vuelve a a sanar.
Dice la canción: "Y curé mis heridas y me encendí de amor, de amor sagrado".
Y algo de eso pasó.
Me encendí de amor. Que era lo que temía que no volviera a pasarme. Ahora que sucedió pienso seguir irradiando.
Y el plan se irá armando.
Mientras tanto, rezo, rezo por vos.
No lo hay por primera vez en tres años. Contra todo pronóstico me siento liberada.
Tuve mi segunda menstruación luego de la última in vitro y el embarazo bioquímico. Y fue la mejor menstruación que tuve en años.
Llegó bajo los efluvios de la luna llena de acuario, a los 28 días del ciclo, sin dolor, en abundancia y con una sangre rojísima y caliente. Y me sentí viva, me sentí mamífera y hermanada con todas las hembras de este planeta.
¿Saben qué? Me di cuenta que ser mujer es grandioso. Porque el tiempo es circular. Y en ese círculo que empieza y termina siempre se vuelve a a sanar.
Dice la canción: "Y curé mis heridas y me encendí de amor, de amor sagrado".
Y algo de eso pasó.
Me encendí de amor. Que era lo que temía que no volviera a pasarme. Ahora que sucedió pienso seguir irradiando.
Y el plan se irá armando.
Mientras tanto, rezo, rezo por vos.
31 de julio de 2015
30 de julio de 2015
Para la fertilidad
Sueño que nos casamos.
Vamos al Registro Civil que, en este caso, queda en una estación de tren. Entre otras bizarradas están los reyes de España como invitados (?).
Tenemos que llenar un formulario que dice que podemos elegir entre dos opciones: legalizar nuestra unión (algo simple) o casarnos.
La opción de casarse viene con una nota que reza: "para la fertilidad".
En el sueño nos miramos. Ya vivimos juntos, no nos importa legalizar nuestra unión. Pero si es "para la fertilidad"...¡Casémonos!
Al despertar le cuento el sueño. Se sonríe y me dice: ¿pedimos turno en el Registro Civil?
Vamos al Registro Civil que, en este caso, queda en una estación de tren. Entre otras bizarradas están los reyes de España como invitados (?).
Tenemos que llenar un formulario que dice que podemos elegir entre dos opciones: legalizar nuestra unión (algo simple) o casarnos.
La opción de casarse viene con una nota que reza: "para la fertilidad".
En el sueño nos miramos. Ya vivimos juntos, no nos importa legalizar nuestra unión. Pero si es "para la fertilidad"...¡Casémonos!
Al despertar le cuento el sueño. Se sonríe y me dice: ¿pedimos turno en el Registro Civil?
Ovocitos
Buceando en busca de información leo algo que ya sabía pero que hoy me resuena de un modo distinto: los ovocitos que tenemos en los ovarios se producen en el momento de nuestra propia gestación, es decir, durante el embarazo de nuestra madre.
¡Caramba, qué responsabilidad la de mi mamá!, pienso.
Y no puedo evitar pensar en ese embarazo que me trajo a este mundo. Duró siete meses y fue muy muy muy complicado.
A veces siento que hay tanto que perdonarse a uno mismo.
Incluso desde la propia concepción.
Le debo mucho a la medicina. Y a las ganas de mis papás de tenerme.
¡Caramba, qué responsabilidad la de mi mamá!, pienso.
Y no puedo evitar pensar en ese embarazo que me trajo a este mundo. Duró siete meses y fue muy muy muy complicado.
A veces siento que hay tanto que perdonarse a uno mismo.
Incluso desde la propia concepción.
Le debo mucho a la medicina. Y a las ganas de mis papás de tenerme.
24 de julio de 2015
Esperanza
Mi inconsciente y yo nos estamos poniendo de acuerdo. Luego del sueño con el caballo blanco tuve otro sueño.
Estaba en mi colegio primario. Había un mástil y la bandera estaba a media asta. Como si alguien hubiera muerto.
Lo curioso es que además estaba con él.
De pronto nos cruzábamos con mi maestra de segundo grado de inglés. Miss Hope. Olvidé decir que durante mi infancia fui a un colegio británico. Ella me abrazaba fuerte y me decía que se sentía muy feliz de verme.
Yo la abrazaba confundida. Pero me dejaba llevar por su alegría.
Al despertarme me pregunté por qué Miss Hope había aparecido en mi sueño.
Y me respondí: "Hope" significa esperanza.
La esperanza vino a abrazarme en sueños y a decirme que se siente muy feliz de verme.
Genial.
Estaba en mi colegio primario. Había un mástil y la bandera estaba a media asta. Como si alguien hubiera muerto.
Lo curioso es que además estaba con él.
De pronto nos cruzábamos con mi maestra de segundo grado de inglés. Miss Hope. Olvidé decir que durante mi infancia fui a un colegio británico. Ella me abrazaba fuerte y me decía que se sentía muy feliz de verme.
Yo la abrazaba confundida. Pero me dejaba llevar por su alegría.
Al despertarme me pregunté por qué Miss Hope había aparecido en mi sueño.
Y me respondí: "Hope" significa esperanza.
La esperanza vino a abrazarme en sueños y a decirme que se siente muy feliz de verme.
Genial.
21 de julio de 2015
Qué es una familia
Mi sobri cumplió un año. Aún no tiene plena conciencia pero ya es muy claro lo que le gusta y lo que no. No es un bebé que le guste estar en brazos de todo el mundo a menos que sean los brazos de su mamá o su papá. Y está bien. Yo lo entiendo. Por eso cuando lo voy a ver simplemente me tiro al piso a jugar con él. El día de su cumpleaños le regalé una caja de madera que tiene diferentes sonidos y se toca con dos palitos. Nos divertimos mucho y me regaló varias sonrisas. Como todo niño, es un explorador nato. Un curioso de todo. Y como para mi todo en este mundo es interesante nos llevamos muy bien.
Cuando me anunciaron que la beta había bajado me alejé. No podía ver un bebé y mucho menos conectar con él. Ver un bebé era llorar o maldecir. No podía estar en una habitación con niños. Me salía una violencia espantosa que por suerte no la expresaba con ellos pero que rebotaba dentro mío.
Estuve unos meses alejada de mi hermano, mi cuñada y por ende mi sobri. Ellos lo entendieron como pudieron aunque se sentían tristes.
Pero llegó el día en que mi sobri cumplió un año.
Y mi cuñada estaba triste porque su familia vive lejos y no iban a poder venir a festejar el cumpleaños. Y en ese momento comprendí que mi sobri tenía una tía cerca y que era yo. Y que las familias son eso también. Yo que me la paso hablando de que quiero formar una familia. ¡Ya tengo una! ¡Soy tía de un bebé alucinante de un año!
Lo demás, vendrá. Yo sé que vendrá.
Cuando me anunciaron que la beta había bajado me alejé. No podía ver un bebé y mucho menos conectar con él. Ver un bebé era llorar o maldecir. No podía estar en una habitación con niños. Me salía una violencia espantosa que por suerte no la expresaba con ellos pero que rebotaba dentro mío.
Estuve unos meses alejada de mi hermano, mi cuñada y por ende mi sobri. Ellos lo entendieron como pudieron aunque se sentían tristes.
Pero llegó el día en que mi sobri cumplió un año.
Y mi cuñada estaba triste porque su familia vive lejos y no iban a poder venir a festejar el cumpleaños. Y en ese momento comprendí que mi sobri tenía una tía cerca y que era yo. Y que las familias son eso también. Yo que me la paso hablando de que quiero formar una familia. ¡Ya tengo una! ¡Soy tía de un bebé alucinante de un año!
Lo demás, vendrá. Yo sé que vendrá.
20 de julio de 2015
Cosas que sólo escribo acá
Estuve muy triste y luego muy enojada.
Tomé varias decisiones luego del embarazo bioquímico: una de ellas fue dejar inmediatamente la terapia hablada.
Apenas supe del mal resultado de la segunda beta le mandé un mail a mi psicóloga diciéndole que no iba a analizar nada de lo que me había pasado. Me sentía agotada. Sólo quería llorar y dejarme llevar por lo que viniera.
Una de las consecuencias de haber dejado la
terapia hablada fue que mi ser controladito y comprensivo se fue al
carajo. No me había dado cuenta de que ese espacio funcionaba así. Pero
si te sentís un revolver cargado empezás a disparar. Curiosamente no le
disparé a cualquiera. Sólo a mi madre. Pero
en vez de ir a resolverlo en terapia terminé resolviéndolo con ella.
Primero a las patadas y luego a lágrima viva. Porque otra cosa que me
pasó es que no podía llorar con nadie. Sólo con mi mamá. Y mi mamá es de
esas personas que para solucionar algo creen que hay que hacer algo. Yo acababa de menstruar y ya me estaba dando el nombre de otro
médico en otra clínica para buscar un nueva opinión. ¿Se imaginan dónde terminó el número del siguiente médico? Apenas supe del mal resultado de la segunda beta le mandé un mail a mi psicóloga diciéndole que no iba a analizar nada de lo que me había pasado. Me sentía agotada. Sólo quería llorar y dejarme llevar por lo que viniera.
Todos a mi alrededor me preguntaban: ¿y cómo estas?
Y yo: bien, bien, todo bien (pero me sentía un erizo todo pinchudo). Mi
mamá me preguntaba cómo estaba y era un aluvión de mierda y luego un
aluvión de llanto (¡el erizo atacaba!). Hasta que un día mi mamá dejó de
tomárselo personal. Y yo ahí comprendí que curiosamente sólo podía conectar con mi
dolor estando con ella. Se lo dije pidiéndole perdón y ella comprendió que en
realidad era un voto de amor hacia ella. Se lo agradecí
profundamente.
Con él, en cambio, vivimos un tiempo como entre algodones. Tanto miedo teníamos de hacernos daño que no hablábamos del tema. Hasta que yo empecé a soñar con esqueletos en la cama, esqueletos en el baño, esqueletos que se levantaban y venían hacia mi y yo con un bate los iba destrozando.
Una noche soñé con un caballo blanco. Yo lo llevaba a cabalgar por las vías de un tren. El caballo se ponía muy nervioso y quería dar la vuelta pero yo lo obligaba a seguir por ese lugar peligroso. Entonces el caballo me tiraba y se iba corriendo. Yo me quedaba tirada en el medio del valle y me preguntaba por qué demonios teniendo todo ese espacio lo había llevado a un lugar peligroso y feo como las vías de un tren. Lo buscaba como una desesperada hasta que lo encontraba en el medio del camino todo embarrado y sucio. Yo quería llamarlo pero me daba cuenta de que no sabía su nombre.
Con él, en cambio, vivimos un tiempo como entre algodones. Tanto miedo teníamos de hacernos daño que no hablábamos del tema. Hasta que yo empecé a soñar con esqueletos en la cama, esqueletos en el baño, esqueletos que se levantaban y venían hacia mi y yo con un bate los iba destrozando.
Una noche soñé con un caballo blanco. Yo lo llevaba a cabalgar por las vías de un tren. El caballo se ponía muy nervioso y quería dar la vuelta pero yo lo obligaba a seguir por ese lugar peligroso. Entonces el caballo me tiraba y se iba corriendo. Yo me quedaba tirada en el medio del valle y me preguntaba por qué demonios teniendo todo ese espacio lo había llevado a un lugar peligroso y feo como las vías de un tren. Lo buscaba como una desesperada hasta que lo encontraba en el medio del camino todo embarrado y sucio. Yo quería llamarlo pero me daba cuenta de que no sabía su nombre.
Ya encontraré a mi caballo.
Tengo fe.
Y cuando lo encuentre tengo confianza de que sabré su nombre.
3 de julio de 2015
Nunca digas "nunca", tampoco "para siempre"
Necesito cerrar (por ahora) este blog. Teniendo en cuenta que aquí escribía sobre mis tratamientos no veo la razón por la cual seguir manteniendo abierto este espacio.
No habrá tratamientos por ahora.
Necesito un tiempo. Recuperarme mental y físicamente. Necesito sentir que soy algo más que un par de ovarios y un útero.
Me he replanteado mucho acerca de lo que es la maternidad para mi. Admito que ya no me importa si lo concibo yo o no, si es con células mías o de otra mujer. Reconozco que si adoptar en la Argentina fuera más fácil tal vez ya hubiera comenzado con los trámites. Pero me he interiorizado en el asunto y es otra batalla angustiosa más. Ahora mismo me estoy preguntando mucho qué es una familia para mi. Ya me voy a contestar.
Trato de perdonarme el hecho de haber perdido ese puñadito de células que podrían haber sido nuestros hijos. Sé conscientemente que no hay culpa pero mi inconsciente me juega malas pasadas. Yo fui el recipiente que albergó a esos siete embriones. Algo no fue bien. Algo no pudo ser. Algo quedó trunco.
"Nunca" y "para siempre" son palabras para los Dioses no para los Hombres de modo que cierro este blog diciendo: "nunca digas de este agua no he de beber".
¡Mucha suerte, mujeres! Para las que buscan y para las que ya lo han conseguido.
Las abrazo a todas.
Gracias por sus bellos comentarios que me hicieron sentir siempre muy acompañada.
No habrá tratamientos por ahora.
Necesito un tiempo. Recuperarme mental y físicamente. Necesito sentir que soy algo más que un par de ovarios y un útero.
Me he replanteado mucho acerca de lo que es la maternidad para mi. Admito que ya no me importa si lo concibo yo o no, si es con células mías o de otra mujer. Reconozco que si adoptar en la Argentina fuera más fácil tal vez ya hubiera comenzado con los trámites. Pero me he interiorizado en el asunto y es otra batalla angustiosa más. Ahora mismo me estoy preguntando mucho qué es una familia para mi. Ya me voy a contestar.
Trato de perdonarme el hecho de haber perdido ese puñadito de células que podrían haber sido nuestros hijos. Sé conscientemente que no hay culpa pero mi inconsciente me juega malas pasadas. Yo fui el recipiente que albergó a esos siete embriones. Algo no fue bien. Algo no pudo ser. Algo quedó trunco.
"Nunca" y "para siempre" son palabras para los Dioses no para los Hombres de modo que cierro este blog diciendo: "nunca digas de este agua no he de beber".
¡Mucha suerte, mujeres! Para las que buscan y para las que ya lo han conseguido.
Las abrazo a todas.
Gracias por sus bellos comentarios que me hicieron sentir siempre muy acompañada.
9 de junio de 2015
Y ahora qué?
Mañana, cita con doc again. Esperamos una devolución de lo que sucedió. Yo al menos necesito cerrar este ciclo de una vez.
Ya no siento esa tristeza negra que sentía un mes atrás. Tal vez sea que me estoy encerrando. Acorazando. Reconozco este mecanismo mío. No está bueno. Pero tampoco me sale estar en carne viva todo el tiempo.
Siento que lo que tenga que ser será. Este fin de semana tuvimos la noticia de que una conocida, amiga de su hermana, finalmente quedó de mellizos luego de intentar durante cinco años. El tratamiento fue por ovodonación. Ya sé, perseverancia y todo eso, me lo sé de sobra.
La vida es movimiento. Entonces, la pregunta obvia sería: ¿qué es seguir en movimiento para mí?
Ya no siento esa tristeza negra que sentía un mes atrás. Tal vez sea que me estoy encerrando. Acorazando. Reconozco este mecanismo mío. No está bueno. Pero tampoco me sale estar en carne viva todo el tiempo.
Siento que lo que tenga que ser será. Este fin de semana tuvimos la noticia de que una conocida, amiga de su hermana, finalmente quedó de mellizos luego de intentar durante cinco años. El tratamiento fue por ovodonación. Ya sé, perseverancia y todo eso, me lo sé de sobra.
La vida es movimiento. Entonces, la pregunta obvia sería: ¿qué es seguir en movimiento para mí?
27 de mayo de 2015
Desesperación
Llevo toda la tarde llorando. Llorando y con náuseas, dolor de cabeza,sensación de que quiero vomitar algo. Tal vez lo que necesito es vomitar lo que se me pasa por la cabeza en estos días. Así sin pensar mucho. Tirarlo todo a esta página virtual. Me duele todo el cuerpo pero más me duele el alma. Porque esta vez sí que esto ha hecho mella en mi. No es como otras veces que yo decía bueno, a ver cómo nos arreglamos para el próximo. No. Siento que no quiero saber más nada con ningún procedimiento médico más. No hay próximo. No hay nada. No aguanto más toda esta mierda de los tratamientos, de que todo parece que sí y luego obstáculos aquí y allá y esto que no da bien y los valores y la edad y los pinchazos, los protocolos, las ecografías, basta.
Pero entonces pienso en que no voy a tener nunca un bebé. Y lloro, lloro a más no poder. Lloro porque me hubiera gustado que este tratamiento funcionara. Ya van tres años y yo sé que hay mujeres que han buscado mucho más. Sé que hay gente que ha pasado por muchísimos más tratamientos de los que he pasado yo. Pero en todo este proceso siento que me han arrancado un pedazo de mí misma. Que hay algo que no está bien en todo esto. Que me falta algo mío, algo bueno que yo tenía.
Y no sé qué voy a hacer. ¡No sé qué voy a hacer! No sé si seguiré, si buscaré otro médico, otra clínica, alguien que me explique qué pasó con ese embrión que no pudo evolucionar. No sé nada. No sé ni quién soy en este momento. Dudo hasta de mi deseo. ¿Qué me impulsa a hacer esto? ¿Qué?
Ya me voy a contestar.
Pero entonces pienso en que no voy a tener nunca un bebé. Y lloro, lloro a más no poder. Lloro porque me hubiera gustado que este tratamiento funcionara. Ya van tres años y yo sé que hay mujeres que han buscado mucho más. Sé que hay gente que ha pasado por muchísimos más tratamientos de los que he pasado yo. Pero en todo este proceso siento que me han arrancado un pedazo de mí misma. Que hay algo que no está bien en todo esto. Que me falta algo mío, algo bueno que yo tenía.
Y no sé qué voy a hacer. ¡No sé qué voy a hacer! No sé si seguiré, si buscaré otro médico, otra clínica, alguien que me explique qué pasó con ese embrión que no pudo evolucionar. No sé nada. No sé ni quién soy en este momento. Dudo hasta de mi deseo. ¿Qué me impulsa a hacer esto? ¿Qué?
Ya me voy a contestar.
13 de mayo de 2015
Reflexioncita
-Siento que no voy a hacer feliz nunca más.
-El "nunca más" es cuando te morís. Ahí sí que nunca más. Mientras estemos vivos... ser feliz es posible.
-El "nunca más" es cuando te morís. Ahí sí que nunca más. Mientras estemos vivos... ser feliz es posible.
12 de mayo de 2015
Un sueño
Estábamos en un hotelito en Inglaterra. No se me ocurre qué hacíamos ahí. Era de noche y estábamos a punto de irnos a dormir. Pero entonces descubríamos que había dos esqueletos entrelazados en nuestra cama.
En el baño igual. Había un esqueleto en la bañadera (era un hotel con bañadera) y otro sentado en el inodoro.
Recuerdo que no me daban miedo pero me hacían sentir muy extraña. Quería salir de allí.
Por la mañana le cuento el sueño.
-Bueno, es sabido que los ingleses no tienen muy buen gusto.
-¡Pero eran esqueletos! ¡En la cama! ¡En el baño!
Él suspira. Me dice con voz calma.
-Estamos rodeados de esqueletos, amor. En la cama... en el baño...
-¿Vos lo decís por... los embriones? ¡Pero estos eran esqueletos enormes!
-No sé vos pero yo a los embriones los siento como algo muy grande, amor.
En el baño igual. Había un esqueleto en la bañadera (era un hotel con bañadera) y otro sentado en el inodoro.
Recuerdo que no me daban miedo pero me hacían sentir muy extraña. Quería salir de allí.
Por la mañana le cuento el sueño.
-Bueno, es sabido que los ingleses no tienen muy buen gusto.
-¡Pero eran esqueletos! ¡En la cama! ¡En el baño!
Él suspira. Me dice con voz calma.
-Estamos rodeados de esqueletos, amor. En la cama... en el baño...
-¿Vos lo decís por... los embriones? ¡Pero estos eran esqueletos enormes!
-No sé vos pero yo a los embriones los siento como algo muy grande, amor.
11 de mayo de 2015
Una fiesta
Al día siguiente teníamos que dar una fiesta. Sí, una fiesta.
En vistas al cumpleaños de él habíamos hecho un simple razonamiento: esperar a la beta para festejar. Si daba positivo, pues sería una gran fiesta de cumpleaños y si daba negativo tendríamos una semana para reponernos y festejar igual.
Pero en el camino de la reproducción asistida nada es simple. Dio positivo y una semana después lo estaba perdiendo.
¿Y qué hacíamos con la fiesta?
Decidimos hacer laborterapia. Habíamos prometido cocinar un gran guiso de lentejas para treinta amigos. El viernes, luego de la tercera beta, una vez descartado el ectópico y sabiendo que se estaba perdiendo, nos pusimos a cortar verdura y carne al son de Show must go on de The Queen.
Dimos la fiesta.
Yo todavía podía sentir la hormona dando vueltas por mi cuerpo. No me había bajado ni una gota de sangre. Nada.
Vinieron todos. Muchos de nuestros amigos ya tienen hijos. Algunos son bebés y otros son niños. En un momento, aturdida por el ruido, la gente y la bebida fui a buscar algo a mi cuarto. Y allí estaban, tres niños en mi cama, uno de ellos le leía al hermano menor y el tercero dormía a pata suelta.
No puedo explicar lo que le pasó a mi corazón en ese momento. Tuve que salir rápido de la habitación.
Abajo seguía el barullo.
Las lentejas salieron deliciososas, no quedó nada, como si hubiera pasado la langosta por mi casa.
Finalmente a las dos de la mañana la casa quedó vacía.
Nos miramos, extenuados. Nos abrazamos.
Me dijo: sos tan hermosa.
Y yo empecé a llorar.
En vistas al cumpleaños de él habíamos hecho un simple razonamiento: esperar a la beta para festejar. Si daba positivo, pues sería una gran fiesta de cumpleaños y si daba negativo tendríamos una semana para reponernos y festejar igual.
Pero en el camino de la reproducción asistida nada es simple. Dio positivo y una semana después lo estaba perdiendo.
¿Y qué hacíamos con la fiesta?
Decidimos hacer laborterapia. Habíamos prometido cocinar un gran guiso de lentejas para treinta amigos. El viernes, luego de la tercera beta, una vez descartado el ectópico y sabiendo que se estaba perdiendo, nos pusimos a cortar verdura y carne al son de Show must go on de The Queen.
Dimos la fiesta.
Yo todavía podía sentir la hormona dando vueltas por mi cuerpo. No me había bajado ni una gota de sangre. Nada.
Vinieron todos. Muchos de nuestros amigos ya tienen hijos. Algunos son bebés y otros son niños. En un momento, aturdida por el ruido, la gente y la bebida fui a buscar algo a mi cuarto. Y allí estaban, tres niños en mi cama, uno de ellos le leía al hermano menor y el tercero dormía a pata suelta.
No puedo explicar lo que le pasó a mi corazón en ese momento. Tuve que salir rápido de la habitación.
Abajo seguía el barullo.
Las lentejas salieron deliciososas, no quedó nada, como si hubiera pasado la langosta por mi casa.
Finalmente a las dos de la mañana la casa quedó vacía.
Nos miramos, extenuados. Nos abrazamos.
Me dijo: sos tan hermosa.
Y yo empecé a llorar.
10 de mayo de 2015
Saliendo de la anestesia
Viernes muy temprano por la mañana. Voy a la clínica a buscar una orden para hacerme la tercera beta de la semana. Cuando estoy por salir, se abre la puerta del ascensor y lo veo a mi doc que está recién entrando.
Me mira con ojos comprensivos, sabe que estoy pasando por un infierno.
-¿Cómo estás?
No sé bien qué responder. No esperaba verlo. Le digo lo primero que me sale.
-¿La verdad? En shock. Todavía no entiendo lo que pasó. Encima todavía siento todos los síntomas.
-Claro, es porque la hormona tarda en bajar...
-¿Vos estás pensando que puede ser algo peor que...?
-No, no, un ectópico da valores más altos. Pero en una in vitro tenemos que estar bien seguros. Lo más probable es que haya sido un bioquímico. Y que la hormona vaya bajando.
Lo miro, tomo aire y coraje y le pregunto:
-Vos... ¿cómo ves el futuro?
Él sonríe.
-Vos sos joven, tenés esa ventaja. Implantás bien, eso ya quedó demostrado. Te embarazaste dos veces. El bioquímico y los negativos anteriores van dibujando el cuadro: baja reserva ovárica y el problema que eso trae, que los óvulos no son muy buenos. Pero te repito: sos joven. Ahora no tomes ninguna decisión. No podés. Es como si estuvieras saliendo de una anestesia*. Vamos a esperar que pase esto y después hablaremos bien de las posibilidades.
Me da un beso y me dice que lo llame si necesito algo, hablar, lo que sea.
-Cuídense mucho.
Salgo de la clínica con la orden en la mano. Camino las cuadras que me separan del laboratorio, me saco sangre.
Siento las tetas grandes y me baja un flujo transparente, precioso. Siento la dulzura de mi embrión, que se va despidiendo.
Vuelvo a casa.
* anestesia: del griego ἀναισθησία, que significa "insensibilidad".
Me mira con ojos comprensivos, sabe que estoy pasando por un infierno.
-¿Cómo estás?
No sé bien qué responder. No esperaba verlo. Le digo lo primero que me sale.
-¿La verdad? En shock. Todavía no entiendo lo que pasó. Encima todavía siento todos los síntomas.
-Claro, es porque la hormona tarda en bajar...
-¿Vos estás pensando que puede ser algo peor que...?
-No, no, un ectópico da valores más altos. Pero en una in vitro tenemos que estar bien seguros. Lo más probable es que haya sido un bioquímico. Y que la hormona vaya bajando.
Lo miro, tomo aire y coraje y le pregunto:
-Vos... ¿cómo ves el futuro?
Él sonríe.
-Vos sos joven, tenés esa ventaja. Implantás bien, eso ya quedó demostrado. Te embarazaste dos veces. El bioquímico y los negativos anteriores van dibujando el cuadro: baja reserva ovárica y el problema que eso trae, que los óvulos no son muy buenos. Pero te repito: sos joven. Ahora no tomes ninguna decisión. No podés. Es como si estuvieras saliendo de una anestesia*. Vamos a esperar que pase esto y después hablaremos bien de las posibilidades.
Me da un beso y me dice que lo llame si necesito algo, hablar, lo que sea.
-Cuídense mucho.
Salgo de la clínica con la orden en la mano. Camino las cuadras que me separan del laboratorio, me saco sangre.
Siento las tetas grandes y me baja un flujo transparente, precioso. Siento la dulzura de mi embrión, que se va despidiendo.
Vuelvo a casa.
* anestesia: del griego ἀναισθησία, que significa "insensibilidad".
7 de mayo de 2015
5 de mayo de 2015
No me pares ahora
Al son de Don't stop me now de Queen escribo esta entrada. Estoy harta de tener miedo. Harta de no poder festejar un positivo y tener que estar agarrándome por las dudas de si algo va mal. Va a ir bien. Y si no, ¡al menos por ahora va bien! Y quiero gritarlo a los cuatro vientos porque la vida es esto también. ¡Son estos momentos! Estoy harta de que me miren y me midan como si fuera un conjunto de células. ¡La vida es más que eso! Estamos embarazados! Lo hemos logrado. Logramos ver esas dos rayitas en el baño de casa a las cinco de la mañana, nos emocionamos, lloramos y luego ¡logramos una beta aceptable!
¡Vamos! ¡No me pares ahora!
Me lo digo a mi misma. Vamos, no me pares ahora, Amapola, ¡no me pares! Me lo dicen ellos, mis embrioncitos, que desde el fondo de mis entrañas me dicen: "cause we are having a good time! We are having a good time!"
Gracias por sus lindos comentarios.
¡Vamos! ¡No me pares ahora!
Me lo digo a mi misma. Vamos, no me pares ahora, Amapola, ¡no me pares! Me lo dicen ellos, mis embrioncitos, que desde el fondo de mis entrañas me dicen: "cause we are having a good time! We are having a good time!"
Gracias por sus lindos comentarios.
4 de mayo de 2015
Beta +
La beta dio positiva.
Felicidades, dijo el doc. Y también dijo: es un buen valor.
A 34 días del ciclo da un valor de 349. Pero también dijo: hay que repetirla el miércoles.
Y eso, por supuesto, me puso muy pero muy nerviosa.
Pero como dijo mi hermano: "hoy estás embarazada. El miércoles seguiremos brindando.
Felicidades, dijo el doc. Y también dijo: es un buen valor.
A 34 días del ciclo da un valor de 349. Pero también dijo: hay que repetirla el miércoles.
Y eso, por supuesto, me puso muy pero muy nerviosa.
Pero como dijo mi hermano: "hoy estás embarazada. El miércoles seguiremos brindando.
3 de mayo de 2015
Una tímida segunda raya
Siendo mi séptima betaespera (y mi tercer año en tratamientos de fertilidad) me había prometido disfrutar al máximo todo lo que pudiera.
Pero en la segunda semana, como era de esperarse, todos los síntomas de la medicación se fueron. A día 8 post transfer comencé con dolor de ovarios, molestias lumbares y luego una sensación de que me vendría la menstruación todo el tiempo. Para colmo, el día 28 del ciclo manché un poquito el papel higiénico. Primero rosado y luego marrón. Con ese manchado me desmoroné pues así siempre empezaron mis menstruaciones cada vez que me hice tratamientos. Así que lloré como si no hubiera un mañana.
Pero, oh, el manchado no siguió. La progesterona volvió a salir blanca.
¡Eso sí que era algo nuevo!
Me habían marcado el día de la beta para el 1º de mayo. Un día feriadísimo. Y además, era el cumpleaños del futuro papá. Como no iba a haber ningún laboratorio abierto y el 2 de mayo era sábado me dijeron que mejor la hacíamos el 4 de mayo para estar bien seguros. Si la hacíamos el 30 de abril nos arriesgábamos a que nos diera un falso negativo. ¡Así que a aguantarse y a esperar!
Y obviamente, me compré un evatest.
A 32 días del ciclo y a 14 días post transfer, me desperté a las cinco de la mañana con ganas de hacer pis. Me levanté y me dije, listo, ya fue, yo me hago el test ahora y que sea lo que Dios quiera. Los cinco minutos se me hicieron eternos. Tuve que salir del baño para no quedarme como una idiota mirando si la tirita cambiaba de color. Pero al cabo de ese tiempo cuando volví a entrar vi que efectivamente se había dibujado una segunda raya, clarita, pero sí, ahí estaba.
Lo desperté.
-Amor, despertate, amor, ¡hay una segunda raya!
-¿Estás segura?
Se lo mostré.
-No veo nada, pará que me pongo los lentes.
-Es muy clarita pero está ahí. ¿La ves? ¡Pará que prendo la luz!
-No veo nada, pará, ¡voy a buscar una linterna!
Ay, los hombres.... ¡una linterna!
Pero bueh, ahí a la luz de su linterna vimos esa bendita segunda raya, hablándonos, diciéndonos en lenguaje de embrión: acá estamos, EXISTIMOS.
Hoy me hice un segundo test y ya la raya se marca mejor. Mañana es la beta.
Pero en la segunda semana, como era de esperarse, todos los síntomas de la medicación se fueron. A día 8 post transfer comencé con dolor de ovarios, molestias lumbares y luego una sensación de que me vendría la menstruación todo el tiempo. Para colmo, el día 28 del ciclo manché un poquito el papel higiénico. Primero rosado y luego marrón. Con ese manchado me desmoroné pues así siempre empezaron mis menstruaciones cada vez que me hice tratamientos. Así que lloré como si no hubiera un mañana.
Pero, oh, el manchado no siguió. La progesterona volvió a salir blanca.
¡Eso sí que era algo nuevo!
Me habían marcado el día de la beta para el 1º de mayo. Un día feriadísimo. Y además, era el cumpleaños del futuro papá. Como no iba a haber ningún laboratorio abierto y el 2 de mayo era sábado me dijeron que mejor la hacíamos el 4 de mayo para estar bien seguros. Si la hacíamos el 30 de abril nos arriesgábamos a que nos diera un falso negativo. ¡Así que a aguantarse y a esperar!
Y obviamente, me compré un evatest.
A 32 días del ciclo y a 14 días post transfer, me desperté a las cinco de la mañana con ganas de hacer pis. Me levanté y me dije, listo, ya fue, yo me hago el test ahora y que sea lo que Dios quiera. Los cinco minutos se me hicieron eternos. Tuve que salir del baño para no quedarme como una idiota mirando si la tirita cambiaba de color. Pero al cabo de ese tiempo cuando volví a entrar vi que efectivamente se había dibujado una segunda raya, clarita, pero sí, ahí estaba.
Lo desperté.
-Amor, despertate, amor, ¡hay una segunda raya!
-¿Estás segura?
Se lo mostré.
-No veo nada, pará que me pongo los lentes.
-Es muy clarita pero está ahí. ¿La ves? ¡Pará que prendo la luz!
-No veo nada, pará, ¡voy a buscar una linterna!
Ay, los hombres.... ¡una linterna!
Pero bueh, ahí a la luz de su linterna vimos esa bendita segunda raya, hablándonos, diciéndonos en lenguaje de embrión: acá estamos, EXISTIMOS.
Hoy me hice un segundo test y ya la raya se marca mejor. Mañana es la beta.
29 de abril de 2015
Bardo
¿Qué es la betaespera? La betaespera es un bardo.
Bardo quiere decir literalmente ¨ entre dos ¨ un hueco desconocido entre dos puntos fijos. Es una fase de transición, un estado donde no se está ni aquí ni allá.
Bardo quiere decir literalmente ¨ entre dos ¨ un hueco desconocido entre dos puntos fijos. Es una fase de transición, un estado donde no se está ni aquí ni allá.
Dentro del bardo de la vida hay muchos
bardos. Cada vez que algo comienza o termina (un proyecto, una relación o el
día mismo) es como si ingresáramos en un bardo. Cuando no sabemos bien qué pasa
o que nos depara el futuro, habitamos un bardo, donde la incertidumbre y la
confusión son nuestros únicos puntos de referencia. Tratamos de salvar la distancia
lo más rápido posible, para evitar perdernos en ese abismo.
En cualquier situación donde faltan los
puntos de referencia conocidos, estamos en un bardo. La situación no tiene
ningún sentido; parece como que flotamos en el espacio, sin saber quiénes somos
ni qué se espera de nosotros, lo único que sabemos es que no sabemos.
¿Qué pasaría si encontráramos la manera de
relajarnos en este espacio y sentirnos cómodos allí? Todo se origina en el
espacio y finalmente retorna a él; los pensamientos vienen del espacio y
desaparecen en el espacio. El bardo entre pensamientos es una apertura al
espacio.
Nuestro bienestar depende de nuestro sentido del espacio:
cuanto más íntima nuestra relación con el espacio tanto interno como externo,
tanto más expansiva será nuestra mente. Mente y espacio son de la misma
familia. La sabiduría y el equilibrio pueden crecer allí donde la conciencia es
ancha y profunda.
El temor es la reacción natural a la experiencia de un
bardo. El miedo es el ancla del ego, que depende de la separación entre sujeto
y objeto. Está al acecho ahí donde hay dualidad y separación. Podemos
relajarnos en los sentimientos de terror, impotencia y aislamiento, dándonos
cuenta de que todas nuestras experiencias son proyecciones de nuestra mente; de
esa manera podemos aprender a sentirnos cómodos en este vacío. Reconocemos que vacío
es sinónimo de espacio y que el miedo es un simple marcador para la
apertura. A medida que la sensación de separación se disuelve en la integridad,
el miedo se convierte en sensación de libertad. En el umbral de lo desconocido
el miedo puede ser una señal positiva, un indicador de que algo nuevo se
avecina. El miedo simplemente avisa que el cambio y la apertura están cerca,
que se aproxima un nuevo conocimiento.
Podemos reconocer nuestro temor y simultáneamente
aventurarnos suavemente dentro de este nuevo territorio.
Para ayudar a enfrentar nuestros miedos, podemos
preguntarnos ¨¿Qué es lo peor que puede pasarme?¨ y seguir este pensamiento
hasta el final. Cuando la conciencia se abre así al miedo, éste pierde fuerza.
El miedo nos ayuda a reconocer que estamos en un bardo. Este conocimiento
aporta seguridad. Ahora sabemos que no sabemos. Al enfrentar esta verdad nos
ponemos en contacto con nuestra capacidad de conocer, no se refiere a
conocimientos de datos, sino a la capacidad de conocimiento. A esta capacidad
debemos aferrarnos cuando falla todo lo demás. Entonces el vacío y el espacio ya
no nos asusta y hasta podemos descubrir que nos sentimos como en casa allí.
Conocer
el miedo como amigo y aliado nos ayuda a enfrentarlo cuando surge.
El silencio nos ayuda a
familiarizarnos con el espacio. A pesar de la incomodidad inicial,
podemos acostumbrarnos al silencio, aprender a reconocer nuestros sentimientos
de inquietud sin ceder a ellos. En la medida en que nos mantenemos quietos, el
silencio nos permite empezar a explorar nuestra vivencia interior.
Atreviéndonos a sumergirnos en el silencio ingresamos en todo un mundo nuevo.
El silencio le brinda espacio a al mente para que ésta pueda expandirse y así
la actividad mental se vuelva más transparente. Cuando somos amigos del
silencio, los pensamiento o emociones que surgen pasarán de largo sin que nos
involucremos. En lugar de aferrarnos a las proyecciones de la mente, navegamos
con el radar de la conciencia plena.
Vivir sin arrepentimiento, Arnauld Maitland
27 de abril de 2015
Encuentro
No sé cómo comenzar a describir este encuentro. Hacía mucho que queríamos conocernos pero las circunstancias nunca eran las apropiadas. La vida, sin embargo, nunca se detiene, siempre continúa, avasallante, con nuevas circunstancias. Y hasta que esto no se aprende es imposible sobrellevarla.
Ella lo aprendió más que nadie. Lo vi en su dulzura, el despliegue de sus manos, la suave cadencia de su voz que me sedujo desde el comienzo.
No sé cómo dar las gracias a este encuentro.
La cita fue en la avenida Corrientes, la avenida que me marcó a mis veinte años. Solía pasear mucho por esa avenida en busca de libros para la facultad, tomando cafés con leche y masticando medialunas, mirando espectáculos, yendo a cines que se caían a pedazos a ver películas en blanco y negro, siempre con un libro en la mano y algo para anotar.
Y allí estaba otra vez, sentada en aquel cafecito tan típico de Buenos Aires, a unas cuadras del obelisco, con espejos antiguos en las paredes y las mesas de mármol. Hacía calor para pedir un chocolate con churros y por eso entre un té con limón y un café con leche nos contamos un buen pedazo de nuestras vidas.
Es extraño contarle la vida a alguien que ha estado leyendo este blog. Y es extraño escuchar de su propia voz aquellas cosas que una ha leído en palabras escritas. Pero todo sonaba tan familiar como si hubiéramos sido amigas desde hacía años. Era maravilloso. En cada sonrisa, carcajada, en cada lágrima.
Gracias, Promediando el círculo, por aquella tarde donde la betaespera se me hizo fresca y liviana como una brisa de primavera.
Ella lo aprendió más que nadie. Lo vi en su dulzura, el despliegue de sus manos, la suave cadencia de su voz que me sedujo desde el comienzo.
No sé cómo dar las gracias a este encuentro.
La cita fue en la avenida Corrientes, la avenida que me marcó a mis veinte años. Solía pasear mucho por esa avenida en busca de libros para la facultad, tomando cafés con leche y masticando medialunas, mirando espectáculos, yendo a cines que se caían a pedazos a ver películas en blanco y negro, siempre con un libro en la mano y algo para anotar.
Y allí estaba otra vez, sentada en aquel cafecito tan típico de Buenos Aires, a unas cuadras del obelisco, con espejos antiguos en las paredes y las mesas de mármol. Hacía calor para pedir un chocolate con churros y por eso entre un té con limón y un café con leche nos contamos un buen pedazo de nuestras vidas.
Es extraño contarle la vida a alguien que ha estado leyendo este blog. Y es extraño escuchar de su propia voz aquellas cosas que una ha leído en palabras escritas. Pero todo sonaba tan familiar como si hubiéramos sido amigas desde hacía años. Era maravilloso. En cada sonrisa, carcajada, en cada lágrima.
Gracias, Promediando el círculo, por aquella tarde donde la betaespera se me hizo fresca y liviana como una brisa de primavera.
18 de abril de 2015
Todos juntos y cobijados
¡Ya están conmigo, mis pequeñitos! Juro que traté de relajarme en la camilla. Le pedí a papá que mientras yo estaba allí en el quirófano fuera él quien les rogara que vinieran. A él no lo dejaron pasar, simplemente lo dejaron envuelto en su bata blanca y un gorro muy ridículo en el cubículo de espera. Parecía un enorme copo de nieve blanco. Todo es blanco allí, en ese habitacioncita. Antes de irme me hizo reir como siempre lo hace y ¡yo casi me meo encima!
Es que estaba a estallar de pis con el vaso de jugo de naranja, el té y otro vaso de agua que me tomé hasta el tope. La vejiga enorme y caliente dejaba el camino recto y abierto para que ustedes vinieran. Al principio pensé que me moría cuando el doc introdujo el espéculo. Pero luego cerré los ojos y empecé respirar y repetir para mis adentros: te amo, te amo, te amo, te amo. Ni sabía a quién se lo decía. Sólo repetía eso: te amo y gracias. No quise ver la pantalla ni espiarlos. Sólo cerré los ojos y me los imaginé entrando a mi carne. Aliviados ya de salir de esa placa petri, felices del nuevo entorno. "Yo si fuera un embrión saliendo de un laboratorio y me meten en tu útero obvio que me quedo!", me había dicho él unos minutos antes. Y entonces todo se calmó y dejé de resistirme y pude relajarme y el doc hizo bien su trabajo.
"¡Bien, cero dificultad! ¡Lo más importante salió perfecto!", escuché que decía.
Tenemos dos bellas posibilidades que ahora están bajo mi cobijo.
¡Quédense! ¡Por favor!
16 de abril de 2015
Punción y el día después
De mis ovarios salieron mis cuatro guerreritos. Hoy ya sabemos que dos fertilizaron normalmente, el tercero está "en camino" y el cuarto sucumbió en la batalla. A todos ellos: ¡gracias!
Llegar a la punción fue durísimo. Por momentos tuve la sensación de que no habría nada para fertilizar. Y esa sensación espantosa no se la deseo a nadie.
En el quirófano me angustié y lloré en la camilla. El anestecista trataba de calmarme pensando que lo que me angustiaba era el procedimiento. "No te preocupes, no vas a sentir nada". A mi no me salían las palabras para explicarle que no era por eso, que confío plenamente en las manos de mi médico. Mi miedo era que no hubiera nada para hacer embriones.
Amores míos, ya están aquí, les deseo una larga y hermosa vida. Les juro, les recontrajuro que acá hay mucho amor, abrazos y corazón para amarlos. Quédense con nosotros. ¡Por favor!
Llegar a la punción fue durísimo. Por momentos tuve la sensación de que no habría nada para fertilizar. Y esa sensación espantosa no se la deseo a nadie.
En el quirófano me angustié y lloré en la camilla. El anestecista trataba de calmarme pensando que lo que me angustiaba era el procedimiento. "No te preocupes, no vas a sentir nada". A mi no me salían las palabras para explicarle que no era por eso, que confío plenamente en las manos de mi médico. Mi miedo era que no hubiera nada para hacer embriones.
Amores míos, ya están aquí, les deseo una larga y hermosa vida. Les juro, les recontrajuro que acá hay mucho amor, abrazos y corazón para amarlos. Quédense con nosotros. ¡Por favor!
14 de abril de 2015
5
Me siento como un revólver cargado. A punto de disparar. Tengo las balas. Tengo un blanco. Pero no quiero matar a nadie. Quiero que se prenda la vida dentro de mi. Y sin embargo, prima la sensación de ser un revólver. Metal pesado y duro. No un arco y una flecha, livianos y elegantes. No, un revólver cargado. La ruleta rusa está por empezar. Y me va a volar la cabeza.
13 de abril de 2015
4
Cuarta ecografía.
¿Qué ves? ¿Qué ves cuando me ves?
Dos folis ya casi cocinados. Tres folis que parece que no tomaron la leche.
Aplicación de HCG por la noche y rogamos que la gonadotrofina coriónica les de el golpe de horno que necesitan. Mi doc no quiere esperar más por temor a que los grandes se pasen y porque ya me llené de medicación hasta el tope. Tengo más hormonas que un pollo.
-Date la HCG y estallá de una vez, dale.
Genial. Mi médico me pide que estalle.
Así estamos.
Llamo al banco de semen. La secretaria, muy amable, me dice:
-Disculpame, es que la computadora hoy está medio lenta.
-Te disculpo todo lo que quieras. En estos días mis ovarios también van lentos.
La pobre mujer se apiada de mi con un "todo va a estar bien".¿Ya dije que esa frase, en este contexto, me parece muy idiota?
No tengo idea de cómo va a devenir esto.
Sólo pido que de todo lo que hay ahí, haya algún ovocito digno de ser fecundado.
Que haya embriones, la puta madre. Algo.
¡Punción, allá vamos!
¿Qué ves? ¿Qué ves cuando me ves?
Dos folis ya casi cocinados. Tres folis que parece que no tomaron la leche.
Aplicación de HCG por la noche y rogamos que la gonadotrofina coriónica les de el golpe de horno que necesitan. Mi doc no quiere esperar más por temor a que los grandes se pasen y porque ya me llené de medicación hasta el tope. Tengo más hormonas que un pollo.
-Date la HCG y estallá de una vez, dale.
Genial. Mi médico me pide que estalle.
Así estamos.
Llamo al banco de semen. La secretaria, muy amable, me dice:
-Disculpame, es que la computadora hoy está medio lenta.
-Te disculpo todo lo que quieras. En estos días mis ovarios también van lentos.
La pobre mujer se apiada de mi con un "todo va a estar bien".¿Ya dije que esa frase, en este contexto, me parece muy idiota?
No tengo idea de cómo va a devenir esto.
Sólo pido que de todo lo que hay ahí, haya algún ovocito digno de ser fecundado.
Que haya embriones, la puta madre. Algo.
¡Punción, allá vamos!
12 de abril de 2015
3
Viernes por la mañana. Tercera ecografía.
Estoy semi recostada en la camilla con las piernas abiertas. Antes de venir acá me volví a sacar sangre para verificar Estradiol y Progesterona.
La cara de mi doc es de suspenso total. Trato de descifrar qué está mirando pero no lo logro discernir.
-¿Estás más contento que el miércoles?
Suspira.
-Y... mmmno, la verdad que no. No es como la vez pasada. Esta vez viene más lento. Cambiate y te espero en el consultorio.
Mientras me visto trato de ordenar mis pensamientos pero últimamente las ideas claras se me escapan. Es como si hace días viviera en una nube de humo.
Entro al consultorio y lo veo acompañado de otra médica más joven. Los dos están mirando fijamente la computadora.
-Bueno, veamos ¿cuánta medicación te queda?
Respiro. Al menos no me está hablando de cancelar todo. No seré la "mejor foliculadora del mundo" pero algo parece que hay.
-Me queda Puregon y Cetrotide. Menopur sólo me queda una ampolla.
-Bien, vas a comprar dos ampollas más. Y nos vemos el lunes.
-¿O sea que sigo con la misma medicación?
-Sí. En el ciclo pasado explotó todo recién al final. Esperemos que esta vez suceda lo mismo.
Me paro, los saludo y me voy. La cabeza me da vueltas. Me hubiera gustado que me diga: "qué lindo esta esto", o "mirá cómo crecieron". Pero no. Es todo incertidumbre. Y la incertidumbre me está matando. Enseguida un pensamiento acude en mi rescate: "al menos no es la certeza de un NO".
En la calle lo llamo a mi chico y le explico todo. Luego me voy a la farmacia a comprar Menopur. No me alcanza la plata. Me denegan la tarjeta. Me entra una desesperación total. Me rugen las entrañas. No puedo pensar claramente. Estoy por largarme a llorar en la farmacia. Maldigo a las hormonas y a este momento de sensibilidad.
Viene a rescatarme mi mamá que, por esas "casualidades" de la vida, anda por ahí cerca. Bendigo los teléfonos celulares, la comunicación en el siglo XXI y a mi mamá, por supuesto. Nos volvemos juntas en subte, sosteniendo la heladerita con las dos ampollas de Menopur adentro. Me pregunto ¿cuántas veces más tendré que cruzar la mitad de la ciudad con medicación que necesita cadena de frío? Abrazo la heladerita como si allí hubiera algo muy preciado. Nos acordamos con mi mamá la vez que paseamos a los "muchachos" del donante en el subte. El tubito de ensayo metido entre el corpiño y la teta para darle calor. Parece que fue hace un siglo cuando me hacía las inseminaciones y todo parecía fácil. Yo foliculaba lindo lindo lindo.
Llegamos a mi casa. Meto todo en la heladera, me descalzo, preparo un mate y lo tomamos en el jardín.
Pequeño momento de paz.
Por la noche me llama el doc al celular.
-Te llamo para decir que está todo bien. Las hormonas dan mejor de lo que yo esperaba. Algo está descoordinado pero actividad ovárica hay. Quéndense tranquilos y pasen un buen fin de semana.
CHAN.
Estoy semi recostada en la camilla con las piernas abiertas. Antes de venir acá me volví a sacar sangre para verificar Estradiol y Progesterona.
La cara de mi doc es de suspenso total. Trato de descifrar qué está mirando pero no lo logro discernir.
-¿Estás más contento que el miércoles?
Suspira.
-Y... mmmno, la verdad que no. No es como la vez pasada. Esta vez viene más lento. Cambiate y te espero en el consultorio.
Mientras me visto trato de ordenar mis pensamientos pero últimamente las ideas claras se me escapan. Es como si hace días viviera en una nube de humo.
Entro al consultorio y lo veo acompañado de otra médica más joven. Los dos están mirando fijamente la computadora.
-Bueno, veamos ¿cuánta medicación te queda?
Respiro. Al menos no me está hablando de cancelar todo. No seré la "mejor foliculadora del mundo" pero algo parece que hay.
-Me queda Puregon y Cetrotide. Menopur sólo me queda una ampolla.
-Bien, vas a comprar dos ampollas más. Y nos vemos el lunes.
-¿O sea que sigo con la misma medicación?
-Sí. En el ciclo pasado explotó todo recién al final. Esperemos que esta vez suceda lo mismo.
Me paro, los saludo y me voy. La cabeza me da vueltas. Me hubiera gustado que me diga: "qué lindo esta esto", o "mirá cómo crecieron". Pero no. Es todo incertidumbre. Y la incertidumbre me está matando. Enseguida un pensamiento acude en mi rescate: "al menos no es la certeza de un NO".
En la calle lo llamo a mi chico y le explico todo. Luego me voy a la farmacia a comprar Menopur. No me alcanza la plata. Me denegan la tarjeta. Me entra una desesperación total. Me rugen las entrañas. No puedo pensar claramente. Estoy por largarme a llorar en la farmacia. Maldigo a las hormonas y a este momento de sensibilidad.
Viene a rescatarme mi mamá que, por esas "casualidades" de la vida, anda por ahí cerca. Bendigo los teléfonos celulares, la comunicación en el siglo XXI y a mi mamá, por supuesto. Nos volvemos juntas en subte, sosteniendo la heladerita con las dos ampollas de Menopur adentro. Me pregunto ¿cuántas veces más tendré que cruzar la mitad de la ciudad con medicación que necesita cadena de frío? Abrazo la heladerita como si allí hubiera algo muy preciado. Nos acordamos con mi mamá la vez que paseamos a los "muchachos" del donante en el subte. El tubito de ensayo metido entre el corpiño y la teta para darle calor. Parece que fue hace un siglo cuando me hacía las inseminaciones y todo parecía fácil. Yo foliculaba lindo lindo lindo.
Llegamos a mi casa. Meto todo en la heladera, me descalzo, preparo un mate y lo tomamos en el jardín.
Pequeño momento de paz.
Por la noche me llama el doc al celular.
-Te llamo para decir que está todo bien. Las hormonas dan mejor de lo que yo esperaba. Algo está descoordinado pero actividad ovárica hay. Quéndense tranquilos y pasen un buen fin de semana.
CHAN.
8 de abril de 2015
2
Van siete aplicaciones de Puregon y Menopur (por la noche). Hoy, al octavo día del ciclo, en la segunda ecografía, el recuento de folículos es sólo de 5. Say no more. Esperaba más, es cierto. Pero es lo que hay. Son cinco y esta vez vienen parejitos.
La primera ICSI fue en agosto del 2014. Para la segunda ecografía mis ovarios ya habían generado dos folículos ya casi cocinaditos y otros que estaban ahí sin decidirse a ser. El doc pensaba que habría muy pocos óvulos para la punción y contra todo pronóstico hubo 8 óvulos que generaron 4 embriones.
Corte de manga para todos. Igual, al pedo porque no me quedé embarazada.
Así que ya aprendimos que no sabemos nada. La imprevisibilidad nos caracteriza.
Entonces me hablo mientras me limpio las lágrimas. A ver, tomátelo con calma, no pierdas el foco de que lo que queremos es hacer un bebé. Y para hacer un bebé un óvulo es suficiente.
¿Y saben qué? A pesar de lo que se vio en la ecografía de hoy yo me permito aplaudir a mis ovarios. Bien, loquitos, ¡hicieron que esta vez los folis crecieran parejos! Eso que no existe en la naturaleza, ustedes lo lograron con todas las hormonas de rata china que me estoy inyectando. ¡Bravo! Estoy muy orgullosa de ustedes. Gracias, gracias gracias, chicos. Los amo. Sigan así. Nos vemos en la próxima eco.
La primera ICSI fue en agosto del 2014. Para la segunda ecografía mis ovarios ya habían generado dos folículos ya casi cocinaditos y otros que estaban ahí sin decidirse a ser. El doc pensaba que habría muy pocos óvulos para la punción y contra todo pronóstico hubo 8 óvulos que generaron 4 embriones.
Corte de manga para todos. Igual, al pedo porque no me quedé embarazada.
Así que ya aprendimos que no sabemos nada. La imprevisibilidad nos caracteriza.
Entonces me hablo mientras me limpio las lágrimas. A ver, tomátelo con calma, no pierdas el foco de que lo que queremos es hacer un bebé. Y para hacer un bebé un óvulo es suficiente.
¿Y saben qué? A pesar de lo que se vio en la ecografía de hoy yo me permito aplaudir a mis ovarios. Bien, loquitos, ¡hicieron que esta vez los folis crecieran parejos! Eso que no existe en la naturaleza, ustedes lo lograron con todas las hormonas de rata china que me estoy inyectando. ¡Bravo! Estoy muy orgullosa de ustedes. Gracias, gracias gracias, chicos. Los amo. Sigan así. Nos vemos en la próxima eco.
6 de abril de 2015
1
Y arrancamos.
Hace cinco días que estoy a Puregon y Menopur. Misma dosis que la vez anterior. Lo único que cambió es que mis análisis hormonales finalmente dieron mejor. Me pincho por las noches, antes de irme a dormir. Pongo cuidado en el manejo de las agujas y algo debo haber aprendido porque ya no me dejo moretoncitos.
Me siento contenta, animada, con ganas, feliz, sí, eso, me siento feliz de estar finalmente en este proceso. Seguro que nadie que haya pasado por esto puede comprenderlo pero yo les aseguro que subirse a caballo del tratamiento que hará que tu bebé aterrice en tu panza ¡vale muchísimo la pena!
Así que sí, arrancamos.
Hoy tuve la primera ecografía y salió que hay algunos folículos. Igual es muy pronto para saber cuántos serán. Me toca volver a ir el miércoles y el viernes.
Y por ahora no mucho más.
Hace cinco días que estoy a Puregon y Menopur. Misma dosis que la vez anterior. Lo único que cambió es que mis análisis hormonales finalmente dieron mejor. Me pincho por las noches, antes de irme a dormir. Pongo cuidado en el manejo de las agujas y algo debo haber aprendido porque ya no me dejo moretoncitos.
Me siento contenta, animada, con ganas, feliz, sí, eso, me siento feliz de estar finalmente en este proceso. Seguro que nadie que haya pasado por esto puede comprenderlo pero yo les aseguro que subirse a caballo del tratamiento que hará que tu bebé aterrice en tu panza ¡vale muchísimo la pena!
Así que sí, arrancamos.
Hoy tuve la primera ecografía y salió que hay algunos folículos. Igual es muy pronto para saber cuántos serán. Me toca volver a ir el miércoles y el viernes.
Y por ahora no mucho más.
2 de abril de 2015
Peace Piece
A la ecografía fui sola porque él no me podía acompañar. Antes me sacaron sangre. Otra vez: FSH y Estradiol. La ecografía salió bien. Los análisis también. Nos dieron el sí para empezar.
Al doc le gusta la música. Y a nosotros también. Entonces detrás de las indicaciones de la medicación ayer me escribió el nombre de Bill Evans. Y me dijo:
-Hoy cuando te pinches escuchen este tema: Peace Piece.
La historia es la siguiente: Bill Evans era muy exigente cuando grababa. En el momento de la grabación estaba a la espera de un músico que no llegaba. Para calmarse empezó a tocar el piano y era tan hermoso lo que estaba tocando que el sonidista del estudio lo grabó sin que Bill supiera. Y así nació Peace Piece, una pieza de improvisación en el piano única que está incluida en su segundo disco "Everybody digs Bill Evans".
-Cuando te sientas muy loca, vos escuchá esta pieza. Porque finalmente todo llega.
Les dejo el link a esta belleza: https://www.youtube.com/watch?v=rQxVTFVWNjA
Al doc le gusta la música. Y a nosotros también. Entonces detrás de las indicaciones de la medicación ayer me escribió el nombre de Bill Evans. Y me dijo:
-Hoy cuando te pinches escuchen este tema: Peace Piece.
La historia es la siguiente: Bill Evans era muy exigente cuando grababa. En el momento de la grabación estaba a la espera de un músico que no llegaba. Para calmarse empezó a tocar el piano y era tan hermoso lo que estaba tocando que el sonidista del estudio lo grabó sin que Bill supiera. Y así nació Peace Piece, una pieza de improvisación en el piano única que está incluida en su segundo disco "Everybody digs Bill Evans".
-Cuando te sientas muy loca, vos escuchá esta pieza. Porque finalmente todo llega.
Les dejo el link a esta belleza: https://www.youtube.com/watch?v=rQxVTFVWNjA
30 de marzo de 2015
Vendrá para la pascua
El otoño ya se siente en las hojas secas que se acumulan en la puerta. Los ficus pierden las hojas porque se abicharon. Preparo una mezcla para fumigar pensando en que lo único bueno de no estar embarazada es que puedo preparar las mezclas yo misma sin riesgo de intoxicar a un bebé. El otoño viene seco y tremebundo. Pienso en lo bien que nos vendría una buena lluvia. Ayer dediqué buena parte de mi tiempo a regar el jardín y se podía oler la contentura de las plantas.
Terminé con el ciclo de anticonceptivos y estoy esperando que la menstruación haga su aparición en estos días. Si el tratamiento comienza será para Pascuas. Este año coincide Pesaj con el Viernes Santo. Mi sangre judía -mezcla de rusos, polacos y rumanos- y mi sangre italiana está feliz por este acontecimiento.
Te iremos a buscar, bebé. Con todo el corazón.
Terminé con el ciclo de anticonceptivos y estoy esperando que la menstruación haga su aparición en estos días. Si el tratamiento comienza será para Pascuas. Este año coincide Pesaj con el Viernes Santo. Mi sangre judía -mezcla de rusos, polacos y rumanos- y mi sangre italiana está feliz por este acontecimiento.
Te iremos a buscar, bebé. Con todo el corazón.
24 de marzo de 2015
Ninar
No. No me encontré un chupete.
Me encontré con una canción "de ninar" en la relajación de una clase de yoga. http://www.kboing.com.br/tomaz-lima/1-1062694/
Al volver de la clase me encontré además con un mensaje de texto que decía lo siguiente: "te soñé embarazada".
Me encontré con una canción "de ninar" en la relajación de una clase de yoga. http://www.kboing.com.br/tomaz-lima/1-1062694/
Al volver de la clase me encontré además con un mensaje de texto que decía lo siguiente: "te soñé embarazada".
16 de marzo de 2015
Ya queremos
Llegamos juntos a la clínica pero él tuvo que irse antes de que nos atendieran. Algo demoró al doctor y lo que sería una simple ecografía de 15 minutos se transformó en una espera de una hora.
Cuando tocó mi turno, caminando por el pasillo que lleva a su consultorio, escucho que me pregunta:
-¿Y? ¿Ya menstruaste?
La pregunta me descoloca.
-¿Eh? Nnno... No tenía que menstruar... Estoy en la mitad, creo.
-...
-Vos estás más apurado que yo, me parece.
-Es que ya quiero verte embarazada.
Y sí. Ya queremos que suceda de una vez.
Cuando tocó mi turno, caminando por el pasillo que lleva a su consultorio, escucho que me pregunta:
-¿Y? ¿Ya menstruaste?
La pregunta me descoloca.
-¿Eh? Nnno... No tenía que menstruar... Estoy en la mitad, creo.
-...
-Vos estás más apurado que yo, me parece.
-Es que ya quiero verte embarazada.
Y sí. Ya queremos que suceda de una vez.
11 de marzo de 2015
Antimulleriana
Es increíble lo poco que tarda en sanar una pequeña extracción de sangre. Un pinchazo, algodón con alcohol y a otra cosa mariposa. Me maravilla cómo el cuerpo se pone al servicio del restablecimiento de la salud.
Porque finalmente me aprobaron el estudio de la antimulleriana. Así que aquí estoy, encerrada en este cubículo estéril, con una petisita que es pura sonrisa pero que sostiene una aguja.
Siempre que me dan a elegir yo les doy mi brazo izquierdo. Es pasivo y bueno. Es más lento y torpe pero "se deja hacer". El derecho no, ese demanda cosas. Hace y deshace pero no le gusta que lo toquen.
"Receptividad" y "acción" al palo. Todo dentro de una.
Porque finalmente me aprobaron el estudio de la antimulleriana. Así que aquí estoy, encerrada en este cubículo estéril, con una petisita que es pura sonrisa pero que sostiene una aguja.
Siempre que me dan a elegir yo les doy mi brazo izquierdo. Es pasivo y bueno. Es más lento y torpe pero "se deja hacer". El derecho no, ese demanda cosas. Hace y deshace pero no le gusta que lo toquen.
"Receptividad" y "acción" al palo. Todo dentro de una.
28 de febrero de 2015
Por un 1 mm
Estoy sentada en el banco de una habitación blanca apretándome la vena del brazo izquierdo. Me acaban de sacar 9 tubitos de sangre. Los conté de reojo: FSH, estradiol, HIV, glucemia, toxoplasmosis, rubeola, Hepatitis B y un par más.
Vampira, le dije a la enfermera que me atendió. Una mujer tan joven y con óvulos seguramente tan sanos y bellos. Era bonita, con su rodete pulcro, tan pulcro como la habitación en la que ahora estoy.
El brazo me duele y tengo la boca pastosa. No desayuné nada por esto del ayuno. Me gustaría un vaso de agua pero el dispenser está vacío. Son las ocho de la mañana y así arrancamos. Bien. Mejor me voy ya a la clínica.
Me levanto y me sigo apretando el brazo. Afuera está templado. El verano se está terminando. Me cubro con un saquito y empiezo a caminar. Sólo unas cuadras me separan de la clínica. Debería desayunar pero no tengo tiempo. Me espera el momento en que el doctor me vea por dentro y haga una ecografía de mis ovarios. La famosa ecografía basal.
¿Cuántas ecografías basales me he hecho en estos últimos dos años? Un montón. Gracias a esas ecografías ahora sé un montón de cosas. Sé que tengo unos ovarios muy lindos. Que funcionan pero no trabajan al cien por cien. Sé que cuando se les pide poquito responden contentos y cuando se les pide mucho se hacen un poco los vagos. Bueno, acá es, llegué.
La secretaria me saluda amablemente. Ya me reconoce y siento que me mira con pena. O tal vez no, tal vez soy yo que estoy proyectando mi pena porque el embarazo no ha llegado aún. Hace dos años que vengo y le pido turnos, recetas, consentimientos. Me siento cansada. Pero vengo igual.
Le doy mi carnet de la obra social y le pido monedas para la máquina de café. En eso se abre la puerta. Lo veo a mi médico que hace pasar a una pareja. Antes me ve y me saluda con una sonrisa. Es increíble lo que siento por este hombre. Es sólo un médico pero hemos compartido mucha historia. Hubo momentos gloriosos como cuando descubrimos que había un saco gestacional creciendo en mi útero luego de la segunda inseminación. Y momento muy tristes como cuando me tuvo que anunciar que ese saco no seguiría creciendo, que lo perdería.
Me hago un café en la máquina y me voy a sentar en la sala de espera. El brazo me arde un poco y siento la vena hinchada. Qué feo. Espero que sane rápido porque voy a necesitarla mucho este mes. Si es que empezamos este mes. Para eso está la ecografía basal.
Finalmente llega mi turno y me hace pasar a su consultorio. Preguntas de rigor, el "cómo estás" y el típico "vamos a mirar".
Me hace pasar a otra sala donde me pongo una bata que cubre lo que menos importa cubrir y luego me pongo en posición ginecológica, es decir, me abro bien de piernas y le doy permiso para que me mire por dentro.
Ya conozco sus caras. Conozco que si hace click muchas veces es porque está midiendo algo. Y eso que está midiendo es un folículo en mi ovario derecho. Un folículo de 11 mm que no me permite empezar el tratamiento este mes.
No es un residual, es un folículo de verdad, de esos que se transforman en un óvulo y hacen bebés. O no. No todos los óvulos son buenos para hacer bebés. Porque así de compleja es la reproducción humana.
El médico se agarra la cabeza y piensa, qué hago, ¿qué hago con este folículo? Debería estar menos de 10 mm. Y el guacho está en 11 mm.
Todo es así. Márgenes, límites, cruzarlos o no. Atreverse con un folículo de 11 mm o dejarlo pasar para la próxima.
Pero un tratamiento in vitro no es algo que deba tomarse a la ligera.
Una vez que estoy en el consultorio, cambiada y tranquila le digo:
-Ya sé, no estoy para empezar este mes. Era algo que sabíamos que podía pasar. No me voy a poner mal. Entendí.
Vampira, le dije a la enfermera que me atendió. Una mujer tan joven y con óvulos seguramente tan sanos y bellos. Era bonita, con su rodete pulcro, tan pulcro como la habitación en la que ahora estoy.
El brazo me duele y tengo la boca pastosa. No desayuné nada por esto del ayuno. Me gustaría un vaso de agua pero el dispenser está vacío. Son las ocho de la mañana y así arrancamos. Bien. Mejor me voy ya a la clínica.
Me levanto y me sigo apretando el brazo. Afuera está templado. El verano se está terminando. Me cubro con un saquito y empiezo a caminar. Sólo unas cuadras me separan de la clínica. Debería desayunar pero no tengo tiempo. Me espera el momento en que el doctor me vea por dentro y haga una ecografía de mis ovarios. La famosa ecografía basal.
¿Cuántas ecografías basales me he hecho en estos últimos dos años? Un montón. Gracias a esas ecografías ahora sé un montón de cosas. Sé que tengo unos ovarios muy lindos. Que funcionan pero no trabajan al cien por cien. Sé que cuando se les pide poquito responden contentos y cuando se les pide mucho se hacen un poco los vagos. Bueno, acá es, llegué.
La secretaria me saluda amablemente. Ya me reconoce y siento que me mira con pena. O tal vez no, tal vez soy yo que estoy proyectando mi pena porque el embarazo no ha llegado aún. Hace dos años que vengo y le pido turnos, recetas, consentimientos. Me siento cansada. Pero vengo igual.
Le doy mi carnet de la obra social y le pido monedas para la máquina de café. En eso se abre la puerta. Lo veo a mi médico que hace pasar a una pareja. Antes me ve y me saluda con una sonrisa. Es increíble lo que siento por este hombre. Es sólo un médico pero hemos compartido mucha historia. Hubo momentos gloriosos como cuando descubrimos que había un saco gestacional creciendo en mi útero luego de la segunda inseminación. Y momento muy tristes como cuando me tuvo que anunciar que ese saco no seguiría creciendo, que lo perdería.
Me hago un café en la máquina y me voy a sentar en la sala de espera. El brazo me arde un poco y siento la vena hinchada. Qué feo. Espero que sane rápido porque voy a necesitarla mucho este mes. Si es que empezamos este mes. Para eso está la ecografía basal.
Finalmente llega mi turno y me hace pasar a su consultorio. Preguntas de rigor, el "cómo estás" y el típico "vamos a mirar".
Me hace pasar a otra sala donde me pongo una bata que cubre lo que menos importa cubrir y luego me pongo en posición ginecológica, es decir, me abro bien de piernas y le doy permiso para que me mire por dentro.
Ya conozco sus caras. Conozco que si hace click muchas veces es porque está midiendo algo. Y eso que está midiendo es un folículo en mi ovario derecho. Un folículo de 11 mm que no me permite empezar el tratamiento este mes.
No es un residual, es un folículo de verdad, de esos que se transforman en un óvulo y hacen bebés. O no. No todos los óvulos son buenos para hacer bebés. Porque así de compleja es la reproducción humana.
El médico se agarra la cabeza y piensa, qué hago, ¿qué hago con este folículo? Debería estar menos de 10 mm. Y el guacho está en 11 mm.
Todo es así. Márgenes, límites, cruzarlos o no. Atreverse con un folículo de 11 mm o dejarlo pasar para la próxima.
Pero un tratamiento in vitro no es algo que deba tomarse a la ligera.
Una vez que estoy en el consultorio, cambiada y tranquila le digo:
-Ya sé, no estoy para empezar este mes. Era algo que sabíamos que podía pasar. No me voy a poner mal. Entendí.
25 de febrero de 2015
Lo que se aprende
¿Mi vida hubiera sido muy diferente si mis menstruaciones no hubieran sido dolorosas?
A los dos años de menstruar comencé a sentir dolor. Mucho dolor. Tenía quince años cuando mis ovarios comenzaron a gritar. Era una sensación espantosa e imposible de describir. En ese entonces yo sentía que todo el sistema digestivo se me alteraba al punto de que que mi boca comenzaba a salivar y lo único que podía hacer era expulsar la saliva escupiéndola.
No consulté a ningún médico por mis dolencias menstruales. En mi mundo femenino la menstruación dolía. Era un mal generacional. Todas la pasábamos mal y tomábamos Ponstil Forte (que era una cosa fuertísima y que, en mi caso, no servía para mucho).
No fui al ginécologo hasta varios años más tarde. A los 18 años, ya siendo sexualmente activa, decidí que era un buen momento para hacerme una revisación. De paso, consulté por mis dolores menstruales. La médica de entonces me dijo que luego de tener hijos se me pasaría. Pero me mandó a que me hiciera una ecografía. En esa época las ecografías transvaginales no existían o no era comunes así que me hicieron una común (previo a tragarme un litro de agua). No encontraron nada. Quedamos en que durante esos días comería "liviano" y me mandó a hacer algo de ejercicio físico. Por ese entonces yo era una chica bastante sedentaria y acababa de anotarme en la carrera de Letras. Me la pasaba leyendo el día entero.
Los dolores siguieron pero a fines de los noventa apareció el maravilloso ibuprofeno. Era tomarse una pastillita de 400 mg y santo remedio. Se iba todo. El ibuprofeno y yo fuimos mejores amigos por muchos años, casi una década. Mis ciclos eran perfectos, venían cada 28 días. El primer día de la menstruación comenzaba un dolor sordo en mis ovarios que yo calmaba con una o dos pastillitas de 400 mg de ibuprofeno y se cortaba todo el problema. Iba a hacerme el pap y la colpo cada año. Y nadie nunca más me preguntó nada ni yo volví a preguntar.
Pero todo cambió cuando quise ser madre.
Acababa de cumplir 30 años. En ese momento tenía otra pareja, vivía una vida muy distinta a la que vivo ahora. Pero quería tener un hijo. Así que luego de intentarlo por unos meses y dejar de tomar ibuprofeno (porque está contraindicado en los embarazos y más especialmente en las primeras semanas) los dolores de la menstruación volvieron y se hicieron insoportables. Así que fui al ginecólogo que anualmente me hacía los paps quien me mandó a hacerme URGENTE una ecografía transvaginal.
¿Resultado? Quiste endometrósico en ovario derecho, mioma subceroso y un pólipo dentro del útero.
Salí de ahí como si me hubieran pegado una trompada.
Ahora me acuerdo y me río de mi desazón. Tampoco era para tanto.
La palabra endometriosis comenzó a circular. ¿Entonces era endometriosis lo que dolía? Me explicaron la cura. Me pareció un horror. Laparoscopía e inducirme a una menopausia por seis meses.
"¿¿Meno qué?? ¡Menopausiate vos, pelotudo!", pensé en ese momento.
Decidí ir a un ginecólogo obstetra que me habían recomendado mucho y quien me mandó a hacerme nuevos análisis y nuevas ecografías. Los quistes eran pequeños, el mioma era pequeño, el pólipo era pequeño. Todo era pequeño. "¿Un miomita? ¿Un quistecito? Nada que impida que te embaraces...Y sabés que es lo mejor para la endometriosis? ¡Embarazarse!".
Me mandó a tomar ácido fólico, hacer ejercicio físico, hacer los deberes con mi entonces pareja y que tomara la pastillita de "nodarbol". "No le des bola a esto, nena, he visto mujeres que se embarazan con quistes, miomas, no te hagas drama, eso sí, no tomes ibuprofeno".
O sea, me mandó a coger. Y me sacó el ibuprofeno.
Y la menstruación se transformó en la monstruoación. Tengo el recuerdo de todo ese año vivir alterada por el dolor. Me daba miedo ese dolor. Era un dolor muy fuerte, invalidante. Un dolor horrible. E imposible de compartir socialmente. No era agradable sentir cada veinticinco días que alguien te pateaba los ovarios.
Lo más feo era que además me sentía completamente sola, apartada del mundo, sin lenguaje. El dolor invalida y te deja solo. Muy solo.
Y entonces el shiatsu entró en mi vida.
Hay muchas formas de contar cómo llegó el shiatsu a mi vida pero una de las razones fue precisamente esta.
Querer ser mamá y dejar de sufrir un dolor físico espantoso cada vez que menstruaba.
Para quien no lo sepa, el shiatsu significa literalmente "presión con los dedos". Es una terapia japonesa que tiene su base en la medicina tradicional china. Mediante presiones con las manos, los codos, las rodillas, estiramientos y rotaciones de las articulaciones se estimulan los 12 meridianos del cuerpo. Es un arte maravilloso y muy efectivo. Claro que no es "científico" pero es un arte que bien practicado puede ayudar a muchísimas dolencias.
A mi me dejó de doler la menstruación.
Tomé sesiones de shiatsu pero también estudié la carrera y me recibí de terapeuta. Y una vez que comencé a trabajar jamás dejé de hacerlo. Hoy en día es mi medio de vida.
Durante el año que estaba estudiando shiatsu me separé. Fue una separación desastrosa y muy poco amable. Se resintió mi salud y mi menstruación se hizo lamentable. Menstruaba cada 14 días. Un horror. Una nueva ecografía transvaginal arrojó un nuevo dato: ahora además había un quiste en el ovario izquierdo.
Pero aprendí y esa separación me hizo mejor persona. Entre otras cosas, luego de que pasó la crisis, me hizo una persona feliz.
Porque yo no era feliz. Pero no lo sabía en ese entonces, claro está.
Me encontré con mi pareja actual al poco tiempo de separarme. Fue hermoso y totalmente imprevisible. Enseguida supe de su esterilidad pero no me importó en lo más mínimo. Supimos que valía la pena emprender este camino porque queríamos juntos formar una familia.
A mis 35 años, de la mano de él, me sometí a la dichosa laparoscopía con un médico que nos recomendaron muy especialmente. Milagrosamente el quiste del ovario derecho no estaba. El pólipo que figuraba en las primeras ecografías tampoco. No había endometriosis perimetral. Sacó el quiste del ovario izquierdo y un mioma de 5 cm. Un "miomacho", dijo el doctor cuando me mostró la fotografía.
Y a partir de ahí... lo que ustedes ya conocen por este blog... yo que en mi vida había hecho una terapia con hormonas... comencé la aventura hormonal más increíble de mi vida.
Buscar un hijo por reproducción asistida.
A los dos años de menstruar comencé a sentir dolor. Mucho dolor. Tenía quince años cuando mis ovarios comenzaron a gritar. Era una sensación espantosa e imposible de describir. En ese entonces yo sentía que todo el sistema digestivo se me alteraba al punto de que que mi boca comenzaba a salivar y lo único que podía hacer era expulsar la saliva escupiéndola.
No consulté a ningún médico por mis dolencias menstruales. En mi mundo femenino la menstruación dolía. Era un mal generacional. Todas la pasábamos mal y tomábamos Ponstil Forte (que era una cosa fuertísima y que, en mi caso, no servía para mucho).
No fui al ginécologo hasta varios años más tarde. A los 18 años, ya siendo sexualmente activa, decidí que era un buen momento para hacerme una revisación. De paso, consulté por mis dolores menstruales. La médica de entonces me dijo que luego de tener hijos se me pasaría. Pero me mandó a que me hiciera una ecografía. En esa época las ecografías transvaginales no existían o no era comunes así que me hicieron una común (previo a tragarme un litro de agua). No encontraron nada. Quedamos en que durante esos días comería "liviano" y me mandó a hacer algo de ejercicio físico. Por ese entonces yo era una chica bastante sedentaria y acababa de anotarme en la carrera de Letras. Me la pasaba leyendo el día entero.
Los dolores siguieron pero a fines de los noventa apareció el maravilloso ibuprofeno. Era tomarse una pastillita de 400 mg y santo remedio. Se iba todo. El ibuprofeno y yo fuimos mejores amigos por muchos años, casi una década. Mis ciclos eran perfectos, venían cada 28 días. El primer día de la menstruación comenzaba un dolor sordo en mis ovarios que yo calmaba con una o dos pastillitas de 400 mg de ibuprofeno y se cortaba todo el problema. Iba a hacerme el pap y la colpo cada año. Y nadie nunca más me preguntó nada ni yo volví a preguntar.
Pero todo cambió cuando quise ser madre.
Acababa de cumplir 30 años. En ese momento tenía otra pareja, vivía una vida muy distinta a la que vivo ahora. Pero quería tener un hijo. Así que luego de intentarlo por unos meses y dejar de tomar ibuprofeno (porque está contraindicado en los embarazos y más especialmente en las primeras semanas) los dolores de la menstruación volvieron y se hicieron insoportables. Así que fui al ginecólogo que anualmente me hacía los paps quien me mandó a hacerme URGENTE una ecografía transvaginal.
¿Resultado? Quiste endometrósico en ovario derecho, mioma subceroso y un pólipo dentro del útero.
Salí de ahí como si me hubieran pegado una trompada.
Ahora me acuerdo y me río de mi desazón. Tampoco era para tanto.
La palabra endometriosis comenzó a circular. ¿Entonces era endometriosis lo que dolía? Me explicaron la cura. Me pareció un horror. Laparoscopía e inducirme a una menopausia por seis meses.
"¿¿Meno qué?? ¡Menopausiate vos, pelotudo!", pensé en ese momento.
Decidí ir a un ginecólogo obstetra que me habían recomendado mucho y quien me mandó a hacerme nuevos análisis y nuevas ecografías. Los quistes eran pequeños, el mioma era pequeño, el pólipo era pequeño. Todo era pequeño. "¿Un miomita? ¿Un quistecito? Nada que impida que te embaraces...Y sabés que es lo mejor para la endometriosis? ¡Embarazarse!".
Me mandó a tomar ácido fólico, hacer ejercicio físico, hacer los deberes con mi entonces pareja y que tomara la pastillita de "nodarbol". "No le des bola a esto, nena, he visto mujeres que se embarazan con quistes, miomas, no te hagas drama, eso sí, no tomes ibuprofeno".
O sea, me mandó a coger. Y me sacó el ibuprofeno.
Y la menstruación se transformó en la monstruoación. Tengo el recuerdo de todo ese año vivir alterada por el dolor. Me daba miedo ese dolor. Era un dolor muy fuerte, invalidante. Un dolor horrible. E imposible de compartir socialmente. No era agradable sentir cada veinticinco días que alguien te pateaba los ovarios.
Lo más feo era que además me sentía completamente sola, apartada del mundo, sin lenguaje. El dolor invalida y te deja solo. Muy solo.
Y entonces el shiatsu entró en mi vida.
Hay muchas formas de contar cómo llegó el shiatsu a mi vida pero una de las razones fue precisamente esta.
Querer ser mamá y dejar de sufrir un dolor físico espantoso cada vez que menstruaba.
Para quien no lo sepa, el shiatsu significa literalmente "presión con los dedos". Es una terapia japonesa que tiene su base en la medicina tradicional china. Mediante presiones con las manos, los codos, las rodillas, estiramientos y rotaciones de las articulaciones se estimulan los 12 meridianos del cuerpo. Es un arte maravilloso y muy efectivo. Claro que no es "científico" pero es un arte que bien practicado puede ayudar a muchísimas dolencias.
A mi me dejó de doler la menstruación.
Tomé sesiones de shiatsu pero también estudié la carrera y me recibí de terapeuta. Y una vez que comencé a trabajar jamás dejé de hacerlo. Hoy en día es mi medio de vida.
Durante el año que estaba estudiando shiatsu me separé. Fue una separación desastrosa y muy poco amable. Se resintió mi salud y mi menstruación se hizo lamentable. Menstruaba cada 14 días. Un horror. Una nueva ecografía transvaginal arrojó un nuevo dato: ahora además había un quiste en el ovario izquierdo.
Pero aprendí y esa separación me hizo mejor persona. Entre otras cosas, luego de que pasó la crisis, me hizo una persona feliz.
Porque yo no era feliz. Pero no lo sabía en ese entonces, claro está.
Me encontré con mi pareja actual al poco tiempo de separarme. Fue hermoso y totalmente imprevisible. Enseguida supe de su esterilidad pero no me importó en lo más mínimo. Supimos que valía la pena emprender este camino porque queríamos juntos formar una familia.
A mis 35 años, de la mano de él, me sometí a la dichosa laparoscopía con un médico que nos recomendaron muy especialmente. Milagrosamente el quiste del ovario derecho no estaba. El pólipo que figuraba en las primeras ecografías tampoco. No había endometriosis perimetral. Sacó el quiste del ovario izquierdo y un mioma de 5 cm. Un "miomacho", dijo el doctor cuando me mostró la fotografía.
Y a partir de ahí... lo que ustedes ya conocen por este blog... yo que en mi vida había hecho una terapia con hormonas... comencé la aventura hormonal más increíble de mi vida.
Buscar un hijo por reproducción asistida.
Bendición
En un día como hoy, hace 25 años, me venía la menstruación por primera vez.
Recuerdo ese día perfecto. Yo acababa de cumplir 13 años hacía muy poco y sabía que de un momento a otro me vendría, me haría "señorita". Estaba emocionada con la idea de menstruar.
No me dolió. Bajó algo medio amarronado durante el día. Supe enseguida lo que era. Me alegré. Hacía rato que mi cuerpo estaba cambiando. Se me habían ensanchado las caderas, me habían crecido las tetas, estaba creciendo. Todo iba bien.
El flujo venía a decirme una verdad: era fértil. Venía a decirme: "algún día tendrás hijos".
Recuerdo ese día perfecto, como una bendición.
Hoy me empezó a bajar la menstruación. Una vez más.
Recuerdo ese día perfecto. Yo acababa de cumplir 13 años hacía muy poco y sabía que de un momento a otro me vendría, me haría "señorita". Estaba emocionada con la idea de menstruar.
No me dolió. Bajó algo medio amarronado durante el día. Supe enseguida lo que era. Me alegré. Hacía rato que mi cuerpo estaba cambiando. Se me habían ensanchado las caderas, me habían crecido las tetas, estaba creciendo. Todo iba bien.
El flujo venía a decirme una verdad: era fértil. Venía a decirme: "algún día tendrás hijos".
Recuerdo ese día perfecto, como una bendición.
Hoy me empezó a bajar la menstruación. Una vez más.
23 de febrero de 2015
Y así curar, en el río de dar, nuestra enfermiza necesidad de reclamo
Un amigo me escribe esto:
No esperes nada de nadie, no esperes un tiempo mejor.
¡Nada de eso! ¡No malgastes tu energía en demandas!
¡Aquí y ahora! ¡Hoy! ¡Presente activo! ¡Atención plena!
No van a tener en cuenta tus maravillosos actos casi nunca.
No te quejes, no protestes, no te persigas ni eches culpas.
Hay que aceptarlo rápido para poder dar nuestro amor
para entregarnos en forma desapegada, incondicional, nueva.
Cultivar el sentimiento de que no nos falta nada
y así curar en el río de dar nuestra enfermiza necesidad de reclamo.
No esperes nada de nadie, no esperes un tiempo mejor.
¡Nada de eso! ¡No malgastes tu energía en demandas!
¡Aquí y ahora! ¡Hoy! ¡Presente activo! ¡Atención plena!
No van a tener en cuenta tus maravillosos actos casi nunca.
No te quejes, no protestes, no te persigas ni eches culpas.
Hay que aceptarlo rápido para poder dar nuestro amor
para entregarnos en forma desapegada, incondicional, nueva.
Cultivar el sentimiento de que no nos falta nada
y así curar en el río de dar nuestra enfermiza necesidad de reclamo.
22 de febrero de 2015
A veces sólo quiero dormir
¿Dónde está todo mi valor?
A veces siento que soy sólo una hojita arrastrada por el viento. No encuentro el tronco del árbol que me de cobijo, savia, fuerza.
¿Dónde está mi coraje?
¿Es que mermaron mis fuerzas, mi determinación?
De pronto siento que todo me quiebra. Las náuseas, los pequeños brotes de llanto que afloran por mis ojos. Siento que él me abraza y me dice que tal vez sean los anticonceptivos haciendo de las suyas.
Yo lo miro y pienso: tal vez sea que estoy muy angustiada.
Sólo tengo fuerzas para dormirme.
Qué post tan horrible y falto de sentido.
A veces siento que soy sólo una hojita arrastrada por el viento. No encuentro el tronco del árbol que me de cobijo, savia, fuerza.
¿Dónde está mi coraje?
¿Es que mermaron mis fuerzas, mi determinación?
De pronto siento que todo me quiebra. Las náuseas, los pequeños brotes de llanto que afloran por mis ojos. Siento que él me abraza y me dice que tal vez sean los anticonceptivos haciendo de las suyas.
Yo lo miro y pienso: tal vez sea que estoy muy angustiada.
Sólo tengo fuerzas para dormirme.
Qué post tan horrible y falto de sentido.
14 de febrero de 2015
Esto sigue
¿Cómo sigue todo esto?
La verdad es que no lo sabemos. Dependerá de cómo den los análisis hormonales de mi siguiente ciclo. Por ahora estoy con anticonceptivos (paso previo a cualquier tratamiento FIV-ICSI) con la esperanza de que mi FSH y estradiol den bien. Y con esto quiero decir que esperamos que den mejor de lo que estaban en agosto de 2013. Según me explicaron no es que estuvieran mal pero estaban casi al límite. En fin. Veremos. Pasito a paso porque como viene la mano no me quiero apurar en vano. Si vamos a hacerlo, hagámoslo con las mejores herramientas disponibles.Ya sabemos que la hipófisis y el cerebelo de cada mujer es un tema muy delicado.
Así que es un poco raro porque con este afán de que tal vez empezamos, tal vez no, me estoy tomando este tiempo previo con una calma y una despreocupación que desconocía.
Como es verano, si bien aún no nos fuimos de vacaciones, salimos bastante, nos arreglamos para disfrutar de alguna pileta e intentamos mimarnos y dejarnos mimar por amigos y familiares.
Se viene un fin de semana largo de carnaval y estamos felices de poder disfrutarlo juntos.
¿Cómo sigue todo esto? No lo sabemos muy bien pero lo bueno es que esto sigue.
La verdad es que no lo sabemos. Dependerá de cómo den los análisis hormonales de mi siguiente ciclo. Por ahora estoy con anticonceptivos (paso previo a cualquier tratamiento FIV-ICSI) con la esperanza de que mi FSH y estradiol den bien. Y con esto quiero decir que esperamos que den mejor de lo que estaban en agosto de 2013. Según me explicaron no es que estuvieran mal pero estaban casi al límite. En fin. Veremos. Pasito a paso porque como viene la mano no me quiero apurar en vano. Si vamos a hacerlo, hagámoslo con las mejores herramientas disponibles.Ya sabemos que la hipófisis y el cerebelo de cada mujer es un tema muy delicado.
Así que es un poco raro porque con este afán de que tal vez empezamos, tal vez no, me estoy tomando este tiempo previo con una calma y una despreocupación que desconocía.
Como es verano, si bien aún no nos fuimos de vacaciones, salimos bastante, nos arreglamos para disfrutar de alguna pileta e intentamos mimarnos y dejarnos mimar por amigos y familiares.
Se viene un fin de semana largo de carnaval y estamos felices de poder disfrutarlo juntos.
¿Cómo sigue todo esto? No lo sabemos muy bien pero lo bueno es que esto sigue.
10 de febrero de 2015
Y se va la segunda!
No, no es una chacarera ni una zamba.
Es la segunda FIV-ICSI.
Ayer tuvimos nuevamente consulta en la clínica con el doc. Nos miró medio de reojo intentando tantearnos. La última vez que nos habíamos visto estábamos destruidos. Yo además estaba cansada, agotada físicamente y con muchas ganas de mandar todo a la mierda.
La verdad es que no teníamos ningún plan previsto. Habíamos sacado un turno porque nos habían dado ganas de verlo, de preguntarle otra vez cómo era el plan, de... ¿empezar?
El turno era el primero de la mañana. El doc estaba fresco como una lechuga.
-¿Ya se fueron de vacaciones?- nos pregunta el doc.
-Mmmno. Aún no- respondo yo.
-La verdad es que pensamos irnos más adelante- dice él.
-Sí, más adelante.
-Y capaz... embarazados. -repite él.
El doc sonríe. Mira su computadora, chequea datos.
-Bueno, bien, ¿cuándo les gustaría empezar?
-HOY.
Lo dice él. HOY.
Y entonces entiendo que a él no le importan las vacaciones, hacer un viaje, descansar. No le importa nada. El quiere ser padre. Quiere que seamos padres. Quiere que nos embaracemos. No quiere perder tiempo.
Nos reímos.
-Jajaja, no, hoy no se puede - dice el doc mirando su computadora -Pero estamos en fecha, si quieren podemos hacerlo en la próxima menstruación, a fin de febrero.
Me miran los dos.
Y bueno, digo yo, se va la segunda.
Es la segunda FIV-ICSI.
Ayer tuvimos nuevamente consulta en la clínica con el doc. Nos miró medio de reojo intentando tantearnos. La última vez que nos habíamos visto estábamos destruidos. Yo además estaba cansada, agotada físicamente y con muchas ganas de mandar todo a la mierda.
La verdad es que no teníamos ningún plan previsto. Habíamos sacado un turno porque nos habían dado ganas de verlo, de preguntarle otra vez cómo era el plan, de... ¿empezar?
El turno era el primero de la mañana. El doc estaba fresco como una lechuga.
-¿Ya se fueron de vacaciones?- nos pregunta el doc.
-Mmmno. Aún no- respondo yo.
-La verdad es que pensamos irnos más adelante- dice él.
-Sí, más adelante.
-Y capaz... embarazados. -repite él.
El doc sonríe. Mira su computadora, chequea datos.
-Bueno, bien, ¿cuándo les gustaría empezar?
-HOY.
Lo dice él. HOY.
Y entonces entiendo que a él no le importan las vacaciones, hacer un viaje, descansar. No le importa nada. El quiere ser padre. Quiere que seamos padres. Quiere que nos embaracemos. No quiere perder tiempo.
Nos reímos.
-Jajaja, no, hoy no se puede - dice el doc mirando su computadora -Pero estamos en fecha, si quieren podemos hacerlo en la próxima menstruación, a fin de febrero.
Me miran los dos.
Y bueno, digo yo, se va la segunda.
4 de febrero de 2015
Chin chin
El adjetivo feliz viene del latín felix, felicis.
Para denotar el estado de felicidad el latín poseía tres palabras: fortunatus en origen 'colmado de fortuna, suerte', beatus originalmente 'colmado de bienes y riquezas' y félix originalmente 'beneficiado por la fecundidad'.
La raíz de la felicidad es la fecundidad.
Y como decía el bueno de Jaime: "No hay que olvidarse de la guitarra y la tumbadora".
Para denotar el estado de felicidad el latín poseía tres palabras: fortunatus en origen 'colmado de fortuna, suerte', beatus originalmente 'colmado de bienes y riquezas' y félix originalmente 'beneficiado por la fecundidad'.
La raíz de la felicidad es la fecundidad.
Y como decía el bueno de Jaime: "No hay que olvidarse de la guitarra y la tumbadora".
30 de enero de 2015
Sueños
En uno de mis sueños veía a un ser indescriptible. Tenía la particularidad de tener mil caras. Las caras iban cambiando a una velocidad pasmosa y sólo yo podía verlo. Me acercaba a él para hablarle y escuchaba que me decía: "me faltan capas aún, no estoy listo por eso tengo mil caras, no sé aún con cual quedarme".
En otro sueño mi médico me operaba. Sacaba de mi útero "cuatro cuerpos liberales" (SIC). Y entonces me decía: "¡Esto es lo que estaba obstaculizando la implantación! Ahora sí te vas a quedar embarazada!".
En un tercer sueño yo tenía cuatro hijos. Tres eran adoptados. El primero (un varón) tenía 17 años, luego venían las mellizas de tres años, rubias y regordetas. Y finalmente había un cuarto que estaba en mi panza. Me había quedado embarazada.
En la vigilia fueron cuatro embriones los que no pudieron implantarse en mi útero el año pasado.Creo que mi inconsciente me está tratando de decir algo.
En otro sueño mi médico me operaba. Sacaba de mi útero "cuatro cuerpos liberales" (SIC). Y entonces me decía: "¡Esto es lo que estaba obstaculizando la implantación! Ahora sí te vas a quedar embarazada!".
En un tercer sueño yo tenía cuatro hijos. Tres eran adoptados. El primero (un varón) tenía 17 años, luego venían las mellizas de tres años, rubias y regordetas. Y finalmente había un cuarto que estaba en mi panza. Me había quedado embarazada.
En la vigilia fueron cuatro embriones los que no pudieron implantarse en mi útero el año pasado.Creo que mi inconsciente me está tratando de decir algo.
29 de enero de 2015
Emilia
Emilia murió.
Es todo lo que sé.
Ahora es una estrella de mar que reposa en la arena de la playa.
No hubo mano que la llevara hasta el mar.
Pero mientras esa mano existió, mientras hubo agua en su ser, Emilia conoció el amor de su mamá y su papá.
A ellos, mi deseo de que encuentren paz.
Es todo lo que sé.
Ahora es una estrella de mar que reposa en la arena de la playa.
No hubo mano que la llevara hasta el mar.
Pero mientras esa mano existió, mientras hubo agua en su ser, Emilia conoció el amor de su mamá y su papá.
A ellos, mi deseo de que encuentren paz.
19 de enero de 2015
Enero para mi
Ya pasamos mediados de enero. No hice nada de lo que me mandaron a hacer. No me hice la antimulleriana, no me hice el pap y la colpo, no me hice la mamografía ni la ecografía mamaria. Corte de manga para todos. Enero me lo tomé para disfrutar de mi cuerpo libre de hormonas externas. Me preocupaba más no poder reirme que los estudios médicos.
Me fui al mar por unos días y estuve acompañada de amigos y niños.
El amor cura. La verdad también.
Me fui al mar por unos días y estuve acompañada de amigos y niños.
El amor cura. La verdad también.
5 de enero de 2015
Despejar la x
Cuando era chica y estudiaba matemática me gustaba mucho resolver ecuaciones. Lo más intrincado era ir quitando las llaves, los corchetes y los paréntesis.... y algo de eso estoy haciendo ahora en mi vida real. ¿Donde quedó mi vida luego de tanto intento por reproducción asistida? La orden que indica que debo hacerme el dosaje de antimulleriana quedó allí, en la mesita de luz. Hoy finalmente me agarró algo de "culpa" y me fui a la obra social a ver si me aprueban ese estudio. Me respondieron que antes debo entregarles los valores de mi fsh y mi estradiol. Creo que no tengo estudios muy recientes de mi fsh, la última fue de agosto, es decir de mi FIV-ICSI. O sea... debo pincharme y sacarme sangre para que luego la obra social apruebe que me vuelvan a pinchar para sacarme sangre. ¿Y saben qué? Será más tarde. Ahora sencillamente no tengo ganas de que me pinchen dos veces.
Porque la verdad es que ahora tengo ganas de disfrutar del verano.
Tengo ganas de sacarme los paréntesis y hacer muchas cosas que quedaron relegadas.
Y tengo ganas de seguir buscando pero sin esos paréntesis. Tiene que haber una forma. Tiene que haber un equilibrio.
Así que en eso estamos. Despejando la x. Despejando la incógnita que es vivir con la infertilidad a cuestas.
Porque la verdad es que ahora tengo ganas de disfrutar del verano.
Tengo ganas de sacarme los paréntesis y hacer muchas cosas que quedaron relegadas.
Y tengo ganas de seguir buscando pero sin esos paréntesis. Tiene que haber una forma. Tiene que haber un equilibrio.
Así que en eso estamos. Despejando la x. Despejando la incógnita que es vivir con la infertilidad a cuestas.