Sin pérdida no hay ganancia. No
cambiaría nada de todo lo que viví hasta ahora, incluso este dolor
que siento ahora por no tenerlo dentro mío. Porque este dolor es
inversamente proporcional a la alegría de saber que estaba ahí.
Y el dolor menstrual, ese dolor sordo,
un dolor que se confunde con hambre, el hambre de algo que no está.
Mis entrañas te extrañan. Extrañan tu presencia que aún siendo
mínima ya era una presencia que se sentía. ¡Y cómo se sentía! El
cuerpo caliente, la turgencia de los pechos, las caderas, el bajo
vientre. Todo estaba abierto, como una flor.
Y de pronto alguien te dice una verdad:
ese dolor menstrual, ese dolor ovárico que se inicia es el comienzo
de un nuevo ciclo. Y si hay nuevo ciclo hay posibilidad. Todo es
posibilidad ahora.