Estoy en una pradera verde, corriendo. Todo es hermoso. Siento una libertad infinita. Un amor profundo por todo lo que me rodea. De pronto se me aparece un caballo blanco, poderoso, enorme, soberbio.Yo me tiro al suelo, de espaldas, como si me recostara y siento que el caballo comienza a trotar alrededor mío. No tengo miedo, estoy boca arriba, con el sol dándome en la cara y escucho los cascos del caballo que me pasan cerca. De pronto siento que su enorme cuerpo se tira al suelo a mi lado. Parece un cachorro restregando su espalda contra el verde del pasto. Sus crines me tocan la cara. Está feliz de verme. Al despertarme el primer pensamiento que me surca es: mi caballo volvió.