27 de enero de 2014
Rayito
El día llegó. Hay un rayito de esperanza en mi corazón. No pasó nada en especial sólo que ya no siento esa tristeza pesada en mi pecho. De a poquito me empiezo a reir otra vez.
23 de enero de 2014
La luna, la menstruación y un gato
Y me vino la menstruación de enero. Llegó con la luna menguante, un ciclo de 28 días. Por fin. No me gusta cuando tengo ciclos cortos de 20 días. Pero ésta duró lo que un suspiro. Un día y medio de pérdidas y mucha sensación ovárica trabajando. Desde el aborto que he tenido menstruaciones muy escasas, salvo las que me vinieron puregon y gonacor mediante (y esas no las cuento porque está todo tan reglado desde afuera...). En diciembre escribí una entrada preguntándome sobre cómo estaba yo, sobre esta necesidad de volver a mí, sin hormonas de por medio. Y esto es lo que encontré: sensación de escasez, pena profunda, dolor físico y emocional. Mi menstruación me sigue diciendo cosas. Siempre ha sido así.
Me acuerdo cuando estudiaba medicina china, me daban gracia algunos nombres. Por ejemplo, los chinos para la palabra orina tienen una palabra que significa "noticias que vienen desde adentro". Cuando aprendí esto me pareció genial. Todos los fluidos del cuerpo son mensajes que nos vienen desde adentro. Así que esta sangre me sigue hablando, diciendo cosas. El verano sigue avanzando y yo siento que la pena profunda se va liberando, las emociones se van acomodando y que estoy aprendiendo a priorizarme a mi y a este proyecto de ser mamá, de formar una familia. Nunca pensé que sería así pero eso ya no importa. Tengo que aprender que nada más importa ahora. Porque si no me lo digo ahora el dolor después es infinito. Prefiero que duela sabiendo lo que duele que esconder lo que verdaderamente me está sucediendo y enmascararlo con otra cosa. Esto duele pero pasará porque tendremos nuestra oportunidad.
La luna además nos trajo un gato blanco que vino solo y quiso quedarse. Luego de la muerte trágica de mi gata esto ha sido una bendición. Como si me lo hubieran mandado. Es cariñoso y muy protector.
La luna también tiene sus mensajes.
No le vamos a decir que no.
Me acuerdo cuando estudiaba medicina china, me daban gracia algunos nombres. Por ejemplo, los chinos para la palabra orina tienen una palabra que significa "noticias que vienen desde adentro". Cuando aprendí esto me pareció genial. Todos los fluidos del cuerpo son mensajes que nos vienen desde adentro. Así que esta sangre me sigue hablando, diciendo cosas. El verano sigue avanzando y yo siento que la pena profunda se va liberando, las emociones se van acomodando y que estoy aprendiendo a priorizarme a mi y a este proyecto de ser mamá, de formar una familia. Nunca pensé que sería así pero eso ya no importa. Tengo que aprender que nada más importa ahora. Porque si no me lo digo ahora el dolor después es infinito. Prefiero que duela sabiendo lo que duele que esconder lo que verdaderamente me está sucediendo y enmascararlo con otra cosa. Esto duele pero pasará porque tendremos nuestra oportunidad.
La luna además nos trajo un gato blanco que vino solo y quiso quedarse. Luego de la muerte trágica de mi gata esto ha sido una bendición. Como si me lo hubieran mandado. Es cariñoso y muy protector.
La luna también tiene sus mensajes.
No le vamos a decir que no.
16 de enero de 2014
Kintsukuroi
Cuando
los japoneses reparan objetos rotos, enaltecen la zona dañada
rellenando las grietas con oro. Ellos creen que cuando algo ha sufrido
un daño y tiene una historia se vuelve más hermoso. El arte tradicional
japonés de la reparación de la cerámica rota con un adhesivo fuerte
rociado, luego, con polvo de oro, se llama Kintsugi. El resultado es que
la cerámica no sólo queda reparada sino que es
aún más fuerte que la original. En lugar de tratar de ocultar los
defectos y grietas, estos se acentúan y celebran, ya que ahora se han
convertido en la parte más fuerte de la pieza. Kintsukuroi es el término
japonés que designa al arte de reparar con laca de oro o plata,
entendiendo que el objeto es más bello por haber estado roto. Llevemos
esta imagen al terreno de lo humano, al mundo del contacto con los seres
que amamos y que, a veces, lastimamos. ¡Cuán importante resulta el
enmendar! Cuánto, también, el entender que los vínculos lastimados
pueden repararse con los hilos dorados del amor y volverse más fuertes.
9 de enero de 2014
Vida
Estos días han sido muy tristes. No sé si es el calor, el dolor físico, la mente que no para, el no estar trabajando... tal vez todo sea una conjunción y esto sé que también pasará. Creo que estoy en mi peor momento. No estuve así ni siquiera con la pérdida del embarazo. Es decir, en ese momento, lloré muchísimo pero no sentí esta sensación de corazón pesado que siento ahora. La conjunción de esa pérdida y los dos subsiguientes negativos fue lo que, creo, logró minar mi fuerza. Debo decírmelo, serme muy sincera: estoy herida y mis heridas sangran por doquier. En estos días creo que lloré en lugares públicos, en mi casa, mientras me bañaba, en la cama... de pronto se hace muy latente. Es un malestar que comienza bien abajo, se transforma en náusea y luego sobreviene en llanto.
Cuando estoy llorando, todo duele. Desde la raíz del pelo hasta las uñas de los pies. La carne se contrae, se pone caliente y luego de pronto esa sensación me suelta, me deja livianísima, relajada.
Me pregunto si no habrá un modo más feliz de relajarse, digo yo.
Escribo esto luego de un ataque de llanto (el tercero del día) y una posterior caminata a la avenida. Hace calor pero no está tan pesado. Me hizo bien caminar. Fui a dos veterinarias para averiguar por gatitos en adopción. Desde que nuestra gata no está (la atropellaron hace menos de un mes) la extrañamos horriblemente. Él decía que nosotros dos éramos su "humanada". Ahora que la gata se fue (murió, la mataron, la asesinaron) somos una humanada sin gato. Y eso duele también. Es que todo duele mucho en estos días.
Decía: fui a la avenida y averigüé por gatitos. También pasé por el vivero y vi un ficus benjamina magnífico para nuestra terracita. Ahora que lo pienso nada de esto es casual. Gatitos y ficus = vida. Queremos vida. Amamos la vida.
Y haré todo lo necesario para ponerme bien. Para ponerme bien y seguir buscándote. Porque sé que vas a nacer y serás hermoso/a.
Cuando estoy llorando, todo duele. Desde la raíz del pelo hasta las uñas de los pies. La carne se contrae, se pone caliente y luego de pronto esa sensación me suelta, me deja livianísima, relajada.
Me pregunto si no habrá un modo más feliz de relajarse, digo yo.
Escribo esto luego de un ataque de llanto (el tercero del día) y una posterior caminata a la avenida. Hace calor pero no está tan pesado. Me hizo bien caminar. Fui a dos veterinarias para averiguar por gatitos en adopción. Desde que nuestra gata no está (la atropellaron hace menos de un mes) la extrañamos horriblemente. Él decía que nosotros dos éramos su "humanada". Ahora que la gata se fue (murió, la mataron, la asesinaron) somos una humanada sin gato. Y eso duele también. Es que todo duele mucho en estos días.
Decía: fui a la avenida y averigüé por gatitos. También pasé por el vivero y vi un ficus benjamina magnífico para nuestra terracita. Ahora que lo pienso nada de esto es casual. Gatitos y ficus = vida. Queremos vida. Amamos la vida.
Y haré todo lo necesario para ponerme bien. Para ponerme bien y seguir buscándote. Porque sé que vas a nacer y serás hermoso/a.
4 de enero de 2014
El señor de las mil llaves
Empecé el año yendo a un osteópata. Es que cuando el cuerpo habla, hay que saber escuchar.
Una tendinitis en mi mano izquierda me impedía trabajar (soy terapeuta corporal) y algo dentro mío me decía que esto no era sólo una tendinitis. Entre el virus y los múltiples pequeños accidentes que venía teniendo, se me despertó una alarma.
Nena, no te podés relajar. Pedí ayuda. Urgente.
Mi madre, que me conoce como nadie, prácticamente me arreó a las puertas de su osteópata. Sí, soy dura para decir: "ayúdenme, no puedo más". Así que allá fui con la mano dolorida sin saber qué me esperaba en la consulta.
No, miento. Sí sabía lo que me esperaba.
Me preguntó qué me pasaba y yo, por supuesto, casi no le hablé de mi mano. Le dije: estoy destruida. Le conté de la búsqueda, de los tratamientos, del aborto espontáneo, de los dos negativos que le siguieron.
-A vos te duele el alma.
Yo empecé a llorar.
-Pero hay dolores que son buenos- prosiguió el osteópata- nos protegen. Tus manos te están diciendo que sola no podés más, que necesitás recibir.
Y así fue como recibí de este señor. Yo lo llamo el señor de las mil llaves. Con manos sabias trabajó mi útero, mi vejiga, me hizo sonar las vértebras del corazón, el cuello, acomodó mis omóplatos y me hizo llorar como un bebé.
Lloré a los gritos mientras él me decía: abrí los ojos, mirame, no llores sola, acá estoy.
Lloré, lloré, lloré como si me hubieran desatado un nudo en el alma.
-Para cualquier mujer esto que te está pasando es muy movilizante pero para vos que sos hipersensible esto se multiplica por diez. Tu mejor defensa va a ser llorar. Llorá todo lo que necesites. Y deciles a los demás que no se preocupen cuando te vean llorar, que vos vas a estar bien. Que se preocupen si no te ven llorar.
Así que este es mi comienzo de año. Aprendiendo a llorar, a relajarme, a recibir y a confiar.
Una tendinitis en mi mano izquierda me impedía trabajar (soy terapeuta corporal) y algo dentro mío me decía que esto no era sólo una tendinitis. Entre el virus y los múltiples pequeños accidentes que venía teniendo, se me despertó una alarma.
Nena, no te podés relajar. Pedí ayuda. Urgente.
Mi madre, que me conoce como nadie, prácticamente me arreó a las puertas de su osteópata. Sí, soy dura para decir: "ayúdenme, no puedo más". Así que allá fui con la mano dolorida sin saber qué me esperaba en la consulta.
No, miento. Sí sabía lo que me esperaba.
Me preguntó qué me pasaba y yo, por supuesto, casi no le hablé de mi mano. Le dije: estoy destruida. Le conté de la búsqueda, de los tratamientos, del aborto espontáneo, de los dos negativos que le siguieron.
-A vos te duele el alma.
Yo empecé a llorar.
-Pero hay dolores que son buenos- prosiguió el osteópata- nos protegen. Tus manos te están diciendo que sola no podés más, que necesitás recibir.
Y así fue como recibí de este señor. Yo lo llamo el señor de las mil llaves. Con manos sabias trabajó mi útero, mi vejiga, me hizo sonar las vértebras del corazón, el cuello, acomodó mis omóplatos y me hizo llorar como un bebé.
Lloré a los gritos mientras él me decía: abrí los ojos, mirame, no llores sola, acá estoy.
Lloré, lloré, lloré como si me hubieran desatado un nudo en el alma.
-Para cualquier mujer esto que te está pasando es muy movilizante pero para vos que sos hipersensible esto se multiplica por diez. Tu mejor defensa va a ser llorar. Llorá todo lo que necesites. Y deciles a los demás que no se preocupen cuando te vean llorar, que vos vas a estar bien. Que se preocupen si no te ven llorar.
Así que este es mi comienzo de año. Aprendiendo a llorar, a relajarme, a recibir y a confiar.
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