Terminé con el ciclo de
anticonceptivos. En estos días debería venirme la menstruación.
Pero aún no hay ni rastros de la sangre. Ya no me reconozco. No sé
cómo era menstruar antes de comenzar con todo esto. Son tratamientos
largos y lo largo estira el deseo. El cansancio es moral, no físico. Aunque a veces sí,
también es físico. Ayer probablemente fueron las hormonas. De
pronto mi cuerpo toma envión. Algo hace un click. Es como si de
pronto todas mis células gritaran al mismo tiempo: "¡no está
tomando la píldora!". Y la hipófisis mandara señales a todos
lados. Es muy sutil este cambio. Creo cada vez más que tomar
anticonceptivos inhibe algo en el
proceso de las emociones. Y cada vez más creo en el poder de los
estrógenos. Cuando me dan Puregón es como si viera la vida en
technicolor. Ayer, ya sin la pastillita rosa volví a sentir esa
sensación de que en cualquier momento se larga la cascada y de que no soy de piedra ni tengo una fuerza ilimitada. Soy tan humana
como el que más. Y tengo ganas de mandar todo al cuerno y quedarme
sola, con él, abrazándonos por un largo tiempo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario