28 de marzo de 2014

Soy hija de una leona

Hace poco encontré unas fotos viejas de mi mamá embarazada de mi. Atrás de la foto se puede leer "7 días antes". Mi nacimiento estaba teñido de mucha incertidumbre. Fue una cesárea programada a los siete meses de gestación. Mi mamá es diabética juvenil desde los 12 años de edad y eso en 1977 era complicado para llevar adelante sus embarazos. No tenía problemas para concebirlos pero sí para reternerlos con ella. Debo decirlo: gracias a la medicina del siglo XX estoy viva y puedo hoy escribir esto. Pude nacer de la panza de mi mamá.
No hubo nada dramático en mi nacimiento. Todo salió bien. Fui una beba prematura que necesitó de tan sólo unos días de incubadora. Pesé 3. 500 kg. Y dice mi mamá que era pura felicidad. Que apenas me tuvo en sus brazos se le fue todo el miedo.
Antes de mi nacimiento hubieron dos bebés que no pudieron nacer. Dos bebés que habitaron esa panza antes que yo. Y no llegaron a este mundo. Uno que se perdió en el primer trimestre. El segundo fue más terrible: se perdió al sexto mes de gestación. Me pregunto mil veces cómo hizo mi mamá para seguir adelante luego de tanta pérdida. Pero lo hizo y acá estoy escribiendo esta historia  y buscando mi propio bebé que habitará mi panza y me hará mamá. Y también, por qué no decirlo, estoy viva gracias a ellos, mis hermanos no nacidos que le dieron a mi mamá la fuerza para seguir buscando hasta encontrar el médico adecuado que me ayudaría a nacer. 
Por eso nunca sentí que concebir gracias a la reproducción asistida sería un problema. Hay muchas formas de nacer y hay muchas formas de ser concebido para vivir en este mundo multifacético y complicado. Las cosas no son blanco o negro. La salud y la enfermedad no son opuestos ni se complementan. Hay tantos grises en el medio.
Soy hija de una mamá que me buscó muchísimo. Hija de mi papá que acompañó a mi mamá en todo ese camino arduo y no la soltó un segundo.
Tal vez, por eso es que siento que todo esto no va contra natura sino todo lo contrario.

25 de marzo de 2014

Un saber otorga consciencia

En todo este año y medio de idas y vueltas, pinchazos, exámenes, estudios, leer, investigar, hablar con médicos, investigarme, hablar con gente que está en lo mismo, he acumulado un saber que antes no poseía. Un saber que me tranquiliza, me ayuda a seguir adelante y que cuando me lo piden, lo comparto desde mi humilde lugar de persona que transita por esta experiencia. Es cierto que la mayor parte de las mujeres que se embarazan no tienen la menor idea de cómo ha sucedido. Hay cifras que jamás sabrán, números que nunca tendrán que corroborar, información que nunca preguntarán a menos que tengan algún amigo o conocido cerca que esté pasando por alguna situación de infertilidad (y que ellos se quieran enterar, hay gente, reconozcámoslo, que no quiere enterarse de nada nunca).
Hace poco, una amiga que es psicoanalista me decía si todo este saber "enciclopédico" no "obturaba" (qué verbo: obturar, cómo les gusta a los psi este verbo!) un saber sobre el propio cuerpo. Como sé que me lo preguntaba desde el amor y no desde la fanfarronería psicoanalítica le respondí con toda sinceridad: saber siempre es bueno. Y no es un saber enciclopédico. Yo no me leo un libro de anatomía donde me explican como funciona el aparato reproductor femenino. Lo que aprendí fue de mi propia experiencia. De lo que mi cuerpo fue diciendo. Saber sobre lo que pasa en nuestro cuerpo siempre será bueno.  No saber qué pasa e intuir que hay algún problema es tierra fértil para todo tipo de miedos, incertidumbres, monstruos espeluznantes que nos atraviezan el corazón.Y le di un ejemplo: si a mi me viene la menstruación con dolor, no es lo mismo atribuir ese dolor a un folículo residual (que en definitiva es algo pavo, molesto pero pavo) que a un quiste endometrósico. Y si en definitiva es un quiste endometrósico querría que me lo trataran de algún modo ya que es peligroso para la salud del ovario. Es decir, el dolor nos dice cosas. Señala.

19 de marzo de 2014

A mi donante

A mi donante me gustaría decirle: no te conozco ni sé bien las razones que te llevaron a donar tus gametos masculinos. Sólo espero que tu vida se vea multiplicada de alegría y salud por este acto de voluntad. Que mi agradecimiento te llegue a través de este espacio y se expanda hacia todos los donantes. Los donantes son de algún modo la expresión de que en definitiva todos somos uno, todos somos hermanos, todos estamos interconectados.Bueno, tal vez me fui un poco al carajo, je.
Pero es lo que siento.

15 de marzo de 2014

Folículos again

Marzo no podrá ser. Mi menstruación de este mes fueron sólo unas gotitas mínimas que manchaban tristemente mi bombacha. Y aunque traté de no hacerme mucho problema supe que algo no estaba del todo bien. Si bien cada mes todo mi ser intenta ser optimista y creer que lo que sucede es arreglable, cargo con el peso de que me hayan sacado un quiste endometrósico del ovario izquierdo y un mioma de 5 cm hace un año y medio. Debo admitir que este hecho me preocupa. El dolor ovárico no puedo dejar de asociarlo a que tal vez estas estructuras vuelvan a formarse si bien hace ya un año que los controles ecográficos dicen lo contrario.
Ayer mi doc que me recibió muy cálidamente.
-¿Y, bombón? ¿Estamos listos para empezar otra vez?
Le expliqué lo de las mínimas gotitas de sangre.
-Es como si me hubiera secado por dentro.  No es agradable.
-¿Cada cuánto te viene el ciclo?
-Cada 27 dìas pero con muy poca sangre.
-No pasa nada. A nosotros nunca nos importa la cantidad de sangre. Nos importa el ritmo. El ritmo lo es todo. Vos quedate tranquila. Vamos a ver qué nos dice la ecografía.
Me hace pasar a otro cuartito donde me cambio. Hace la ecografía en silencio. No dice nada. Ese silencio es mortal. Siempre que los médicos se quedan en silencio es porque encontraron algo.
-Cambiate y te espero en el consultorio.
Me cambio en tiempo récord. La puta madre. Algo encontró. Algo vio. Algo pasa. No está todo ok.
-¿Qué pasa? ¿Qué encontraste?
-Nada, bombón. Estás muy bien. Hay un folículo residual. No produciste suficiente progesterona porque este folículo no se rompió. Por eso estás menstruando tan poco.
-Uf, pensé que estaba premenopáusica...
-¡Nada más lejos que eso!
Me da una cajita de anticonceptivos.
-Tomalos un mes y volvé en la próxima menstruación. Va a estar todo bien.
Y me voy con la tranquilidad de que todo esto es por un folículo residual. Porque un folículo residual al lado del fantasma de la endometriosis no es nada. Nada. Por eso en algún punto salgo sonriendo aunque por dentro me quiera matar porque todo se atrasa un mes más.
¿Será abril el mes para crearte?
   

13 de marzo de 2014

Confiar

Un pequeño percance desata nudos. Siento que estoy cerca de lo que tanto deseo y aún así me muero de miedo. Hace un rato estuve llorando. Estos días han sido de mucha paz, descanso, volver a conectar con la alegría pero en un abrir y cerrar de ojos me vino la menstruación y nuevamente el miedo me toma por asalto. ¿Estará todo bien? ¿Lograré embarazarme esta vez? ¿Se quedará conmigo? Soy un cúmulo de preguntas y todas incertezas. Sé que puede salir positivo pero también sé que puede volver a dar negativo. Me da miedo si no resulta. ME DA MIEDO EL DOLOR. No el dolor físico, el dolor de la pérdida. Sé que con cada negativo se hace más pesada la cuesta. Y yo quiero ir liviana, quiero buscarte con felicidad, quiero confiar. CONFIAR. Ya está, tengo que aceptarlo. Aceptar que si quiero tenerte tengo que buscarte, tomar todas las herramientas necesarias para que llegues a mi, para que entres en mi. Te amo, te amo tanto. Si este es el barco que tengo que tomar, lo tomaré una y mil veces.

12 de marzo de 2014

¿Cómo estoy?

Ayer volví a ir al ostéopata. Amanecí con dolor ovárico del lado derecho y con sensación de que me iría a bajar en cualquier momento. Se lo comenté. El dolor era sordo y de a ratos se hacía más intenso. Me preguntó si era la primera vez que lo sentía y me reí. Hablamos entonces de mis menstruaciones dolorosas, le conté del quiste ovárico y el mioma que me habían sacado en la laparoscopía en junio de 2012. Le conté de mis ejercicios para manejar el dolor, las respiraciones y el ibuprofeno. Me puso en la camilla y en una hora me dejó hecha una seda. Ni rastros del dolor. Trabajó mucho mi zona pélvica (¡cuántos músculitos pequeños que hay involucrados ahí, por favor!). Salí de allí feliz como si me hubieran devuelto a un mundo de paz y amor.
Cuando le pregunté si le parecía que le diera para adelante con el tratamiento me dijo ¡pero claro, vos dale para adelante! Qué poderosas son las palabras de algunos profesionales de la salud, ¿no?
Hoy ando manchando poco, poquísimo. Aún no se ha desatado la bajada de sangre como normalmente sucede. Estoy al día 26 del ciclo. Esperaré a ver cómo acontece el día de hoy.