5 de septiembre de 2013

Posibilidad

Sin pérdida no hay ganancia. No cambiaría nada de todo lo que viví hasta ahora, incluso este dolor que siento ahora por no tenerlo dentro mío. Porque este dolor es inversamente proporcional a la alegría de saber que estaba ahí.
Y el dolor menstrual, ese dolor sordo, un dolor que se confunde con hambre, el hambre de algo que no está. Mis entrañas te extrañan. Extrañan tu presencia que aún siendo mínima ya era una presencia que se sentía. ¡Y cómo se sentía! El cuerpo caliente, la turgencia de los pechos, las caderas, el bajo vientre. Todo estaba abierto, como una flor.
Y de pronto alguien te dice una verdad: ese dolor menstrual, ese dolor ovárico que se inicia es el comienzo de un nuevo ciclo. Y si hay nuevo ciclo hay posibilidad. Todo es posibilidad ahora.

4 de septiembre de 2013

Ya va a volver

La beta finalmente bajó de 6.300 a 295 en una semana exactamente. Y entonces el nudo en la garganta. Sensación ovárica a más no poder. Ahora sí, ahora sí que estoy menstrual. La dulzura de mi bolsita me abandona y me quedo sola nuevamente con mis ovarios que roen y roen y el útero que aúlla porque no alberga a nadie. Me siento tan sola con este dolor que sólo confirma lo que no pudo ser, lo que se perdió. Ahora sí puedo decir, lo perdí. Lo perdí. ¿Por qué lo perdí? Y empiezo a llorar. Lloro en el descanso de la escalera con un llanto que no puedo controlar. Mi mente es rápida y viaja más rápido que la emoción. La mente dicta: ya me parecía que te lo estabas tomando con mucha calma. El llanto calma mis ovarios. Él me escucha llorar y corre hacia donde estoy. Me abraza fuerte, me dice ¿qué te pasa, te duele? ¿Querés un ibuprofeno? Y yo, no, no, no. No es dolor. O sí, es dolor, pero no se calma con ibuprofeno. "Lo perdí, ¿por qué lo perdí?", le digo en medio de unos sollozos incomprensibles. Él comprende, me abraza muy fuerte y me dice: "ya va a volver, ya va a volver". No dice: "vas a tener otro", me dice "va a volver". Él tampoco soporta que se haya perdido.