Hoy en una extensa reunión de trabajo un colega anunció que está por ser padre, que está por nacer su hijo. Hace un año exactamente este hombre pregonaba que no quería tener hijos. Lo de siempre (lo que más duele): embarazó a su pareja en un tiro y nueve meses después está por nacer su vástago.
Creo que se me congeló la mirada. No es que la noticia me haya tomado de sorpresa, no. Ya lo sabía e incluso lo había "felicitado". Bah, no. Mentira. No lo felicité. Le deseé buena suerte. Acto seguido recordé la frase de Holden Caulfield en The Catcher in the rye: desearle buena suerte a alguien es algo terrible.
En ese momento no me pasó gran cosa. Pero hoy sí. Lo más extraño fue sentir un dolor punzante en las entrañas. Un dolor terrible que de a poco se fue aquietando a medida que se iba diluyendo mi corazón. El dolor de haber perdido, de no haber podido llevar adelanto mis embarazos.
¿A quién quiero engañar? Por más satisfecha que me sienta con lo que estoy haciendo... ese dolor de que mis embrioncitos no estén conmigo, de no haber podido cobijarlos, está. Y hoy quiero sentirlo. Mirarlo, cara a cara.
A miles de kilómetros....y el mismo sentimiento. Con esto te quiero decir que te entiendo, conozco ese dolor perfectamente para mi una de las cosas más duras de controlar... Esos embarazos ajenos sobre todo de gente que no pasa por esto, que alardea de no querer tener hijos .... No es el anuncio de un embarazo lo que nos duele, no es envidia, no es tan "fácil" como eso, es una sentimiento más complejo, es dolor, frustración, tristeza , incomprensión, soledad, es tener frente a frente lo que nosotras no podemos tener. Es un golpe en el estómago , seco.
ResponderBorrarY en la distancia te acompaño en ese dolor.
Un abrazo.
Querida Meri, sé que me comprendés porque lo tuviste que vivir mucha veces. Es tal cual lo describís. Pero Laura viene a remover todo eso ahora. No dejes que la infertilidad te quite esa alegría inmensa.
ResponderBorrarTe entiendo tanto...
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