Tercera dosis de Puregon. Ayer me
dormí a las diez. El cerebro se me iba apagando muy de a poco.
Cenamos la tarta que había hecho el día anterior. Por la
tarde había ido a la clase de T. Fue una clase intensa pero
diferente. No fue tan física. La dedicó enteramente a la
respiración. Hicimos muchas asanas dinámicas (en movimiento)
coordinándolas con la respiración. Terminé
muy relajada. También hicimos asanas invertidas. Estuve mucho tiempo cabeza
abajo y eso me oxigenó brutalmente el cerebro. Por la noche me salió
todo un zarpullido en un costado de la cabeza y una ronchita justo en
el entrecejo (tercer ojo). ¿Es el Puregon o es el yoga? Me fui a
dormir para no pensar. Hoy me siento bien pero me duele un poco el
hombro izquierdo. Sigo con sueño. La gata merodea, me pide agua, me
busca todo el tiempo. Eso es raro. En un rato llega A. La casa, impecable. Vino María ayer. Me enseñó a planchar
chombas y camisas. Me dio gracia. Me dijo, mientras planchaba, que
ella iba a ser un poco abuela de mi hijo. Eso la hace un poco mi madre. Mi
mamá tierra, como le digo yo a veces.
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