23 de octubre de 2013

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Tercera dosis de Puregon. Ayer me dormí a las diez. El cerebro se me iba apagando muy de a poco. Cenamos la tarta  que había hecho el día anterior. Por la tarde había ido a la clase de T. Fue una clase intensa pero diferente. No fue tan física.  La dedicó enteramente a la respiración. Hicimos muchas asanas dinámicas (en movimiento) coordinándolas con la respiración. Terminé muy relajada. También hicimos asanas invertidas. Estuve mucho tiempo cabeza abajo y eso me oxigenó brutalmente el cerebro. Por la noche me salió todo un zarpullido en un costado de la cabeza y una ronchita justo en el entrecejo (tercer ojo). ¿Es el Puregon o es el yoga? Me fui a dormir para no pensar. Hoy me siento bien pero me duele un poco el hombro izquierdo. Sigo con sueño. La gata merodea, me pide agua, me busca todo el tiempo. Eso es raro. En un rato llega A. La casa, impecable. Vino María ayer. Me enseñó a planchar chombas y camisas. Me dio gracia. Me dijo, mientras planchaba, que ella iba a ser un poco abuela de mi hijo. Eso la hace un poco mi madre. Mi mamá tierra, como le digo yo a veces.

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